El legado de "El canciller de hierro"

El periodista y politólogo Vicente Massot presentó su libro en el Jockey Club de Buenos Aires. La trayectoria y actuación internacional de Otto Von Bismarck una de las figuras más influyentes y admiradas tanto por sus pares extranjeros como por los propios alemanes.

"Bismarck fue durante toda su vida política un monárquico convencido, bien hallado entre sus pares conservadores con los cuales luchó y defendió determinadas empresas. Siempre cuidó de no mezclar sus convicciones personales las de un acentuado, acendrado y prusiano con los soportes que debían de alguna manera obrar como cimientos fundamentales en la forja de la política exterior, primero del reino de Prusia y después del Imperio Alemán", recalcó el periodista y politólogo Vicente Massot durante la presentación de su libro Bismarck y la Realpoliti" en el Salón Anasagasti en el Jockey Club de Buenos Aires.

Un amplio interés por el tema y los disertantes hizo que el público llenará rápidamente las filas de asientos en la sala de eventos de la señora entidad porteña.

Frente a ellos y sobre el escenario, Miguel Angel Iribarne, profesor emérito de la Universidad Católica Argentina y columnista de La Prensa; el embajador Archibaldo Lanús y Vicente Massot expusieron sus ideas sobre el legado de Otto Von Bismarck, conocido como el Canciller de hierro y crucial protagonista en la unión alemana y el siglo XIX.

Durante su turno, Massot destacó la postura de Von Bismarck frente a la ideología y la realidad en su extenso trabajo como canciller de una de las potencias más importantes del siglo 19.

"El canciller de hierro siempre se cuidó de poner lejos de su acción a la primera y tomó la realidad no para endiosarla sino como escalón inicial de cualquier experiencia política. Aún el más maximalista de los revolucionarios para cambiar el mundo tiene que aceptar como presupuesto la existencia de una determinada realidad", enfatizó el periodista.

Luego agregó que "fue un pensador de lo concreto. Partió de la base que la política, después de todo, no se basa o trabaja preguntando universales innecesarios. La política es el mundo de la contingencia, de lo particular, de lo ocasional. Entonces se cuidó mucho de tomar una teoría y de tratar de aplicarla a la práctica. La historia siempre fue más para él que cualquier teoría política. En todo caso creyó que una experiencia exitosa se podía aprovechar como guía de acción. Porque el político es un hombre que maneja y desenvuelve su acción en el mundo de la contingencia. Y el único lazarillo que puede ayudarlo es el pasado, el conocimiento de la historia. No para brindarle al político un recetario de verificación infalible pero sí para darle una enseñanza de lo que fue el pasado que, no necesariamente se va a repetir, pero que pueden tener puntos de contacto con la acción del futuro".

Según el politólogo "el realismo obedece solo a un balance de resultados. Este es siempre más importante que la causa. Por digna o loable que sea para los realistas lo que importa es el desenlace".

HEROE NACIONAL

La trayectoria y su actuación como canciller alemán en el orden internacional hizo de Von Bismarck una de las figuras más influyentes y admiradas tanto por sus pares extranjeros como por los propios alemanes.

"Fue un estadista de los más grandes que haya conocido la historia. Tuvo la satisfacción, sin que la misma se le haya desbordado, de asumir el hecho de que se transformó en vida en héroe nacional", enfatizó el periodista a la audiencia para explicar un poco más de la trascendencia del celebre canciller.

De su extensa investigación para escribir sobre Von Bismarck, Massot enfatizó que "tuvo, a mi juicio, dos o tres ideas claras practicas que en definitiva explican el éxito en términos de lo que fue el equilibrio europeo en los últimos 50 años del siglo 19. Por de pronto la convicción que valía más para las grandes potencias el desenvolvimiento que hiciesen en el gran tablero de ajedrez internacional que la forma constitutiva de su política interna. Es decir, una gran potencia tiene, ese es el precio de la grandeza, una gran responsabilidad. Y esta, sobre todo en un mundo de esta naturaleza con cinco grandes potencias que interactuaban en un equilibrio inestable pero que duro lo que vivió Bismarck, era fundamental lo que hiciese en el plano internacional".

Según el politólogo algo común en todo realismo, fundamental nuclear en la política bismarckiana, es el hecho de como "el instrumento que utiliza para analizar y para asentar el equilibrio de poder son las alianzas. Vivió tejiendo alianzas".

"Para Bismarck la alianza nunca es un compromiso o instrumento para hacer la guerra. Y nada lo explica mejor que la alianza dual que él firma con Austria-Hungría. El manejo que hace nunca es la extensión de un cheque en blanco a la Monarquía Hasburgo para hacer en los Balcanes lo que le viniénse en ganas. Porque sabía que eso llevaba indefectiblemente a colisionar con el imperio zarista", resaltó el autor. 

Luego agregó que "siempre le aclaró a su par austríaco que iba en última instancia a respaldarlo en la medida que no fuese un agresor y lo mismo le dijo a Rusia. Así, mantuvo esa alianza dificilísima en vida y después de su muerte se cumplió lo que alguna vez escribió en sus memorias: Eran dos perros rabiosos y yo trate de domesticarlos sin éxito. De esa misma alianza dual, Guillermo II y su canciller hacen un instrumento de esto".

Finalmente, Massot concluyó explicando que "Bismarck pensaba esto porque era conciente de que la fuerza verdadera no sufre mella si no se la ejerce a descargo. A mí me parece que estas ideas que son un resumen compendio del realismo político, del cual Bismarck es un arquetipo en la historia de los hombres, es lo que permite decir que el Canciller de Hierro es nuestro contemporáneo".