CFK: una fórmula con testaferro para sumar voto independiente

Siete días de política. De manera sorpresiva Cristina Fernández anunció que competirá como candidata a vicepresidente de Alberto Fernández. La jugada instala la incertidumbre sobre quién ejercerá el poder real.

La incógnita sobre la posible candidatura de Cristina Kirchner se despejó ayer súbitamente. Será candidata, pero a vicepresidente, jugada que nadie vio venir y para la que tampoco nadie tuvo en lo inmediato una explicación satisfactoria. 

El secretismo con el que suele tomar sus decisiones políticas (nunca consulta) acentuó el desconcierto previsible. Sin estar en el exilio o proscripto es el primer candidato a presidente que según la totalidad de las encuestas gana en primera y segunda vuelta, pero que  renuncia voluntariamente al poder que tenía al alcance de la mano. O que decide poner a un testaferro en el cargo más importante del Estado para manejar hipotéticamente el poder desde atrás, con la campanilla del Senado por única herramienta institucional.

Esa última no es, por supuesto, la única hipótesis que se barajó cuando comenzó a bajar el nivel de estupor, especialmente, entre dirigentes y periodistas K.

Se explicó a los indefensos lectores, oyentes y televidentes, a esos mismos que antes se había acribillado con encuestas que daban ganando a CFK por 10 puntos, que con esa decisión la ex presidenta intentaba “ampliar su base electoral”.

El propio ungido, Alberto Fernández, contó que CFK le había hecho el ofrecimiento el miércoles pasado alegando: “El país no necesita a alguien como yo que divido sino a alguien como vos que suma". No hay cuantificación de lo que podría sumar Fernández, pero muy pocos están convencidos de que sería la llave de un aluvión en las urnas. 

Hasta aquí el argumento de la candidatura del ungido Férnández para sumar votos. Dos cosas quedan sin explicar: cuántos votos sumaría un candidato vicario y para qué quiere más votos la ex presidenta si las encuestas la dan como ampliamente ganadora hasta el punto de haber sembrado el pánico en los mercados.

Otros argumentos, apuntaron a la posibilidad de que con Alberto Fernández de mascarón de proa será más sencillo unir al peronismo, supuesto que no se verificó en la práctica porque dirigentes de Alternativa Federal como Miguel Pichetto vieron una buena oportunidad para ese sector hoy tambaleante en el paso atrás de la señora. Lavagna, idem. Massa, que hace rato coquetea con los K, fue previsiblemente adicto al nuevo protagonista. Dos factores impulsan a Massa a pactar con CFK. Uno, ella domina la provincia de Buenos Aires y enfrentarla equivale a una derrota segura para cualquier peronista. Dos, debilitar al peronismo “racional” ayuda a CFK y al gobierno de Macri.

Surge en este punto una pregunta adicional: ¿para qué podría querer una candidata triunfadora diluir su poder en un frente ampliado?

Los kirchneristas más desencantados elaboraron una tercera hipótesis: se trata de una maniobra para generar el famoso “operativo clamor”. La señora sería llevada en andas mediáticas y Alberto Fernández se bajaría. Nadie puede explicar sin embargo por qué tendría necesidad de esa jugada. Suena más lógico razonar que no se quiere hacer cargo del ajuste poselectoral y espera delegarle tan riesgosa tarea a quien puede sustituir cuando se debilite.  Que planea usar al ungido de fusible en una situación similar a la de 2003, cuando su extinto marido fue beneficiario de la inmolación de Duhalde.

Queda por último una cuestión tan importante como la electoral: la desconfianza que generará en el “establishment” económico el modelo de doble comando que les ofrece el kirchnerismo. La pregunta es en qué medida quedará afectado el poder  presidencial y por lo tanto la gobernabilidad. Si a las graves dificultades de la economía se añade la imprevisibilidad política, la crisis será más difícil de remontar.

En síntesis, todo indica que la jugada de Cristina Kirchner agrega incertidumbre al horizonte económico. Hoy los mercados analizarán el cuadro de situación y mañana darán su veredicto. Ese será el inicio efectivo de la campaña.