"El Gobierno tiene un problema de credibilidad"

El economista Juan Carlos de Pablo analiza la gestión Macri y los errores cometidos por el equipo económico. El erudito evalúa la administración Cambiemos a la luz de lo escrito en su último libro, "Política económica para decidir en tiempos difíciles". Primó una dinámica mecanicista. La tasa no alcanzaría para evitar una corrida cambiaria.

Siempre hay una buena excusa para conversar con el economista Juan Carlos De Pablo. La aparición de Política económica para decidir en tiempos difíciles, su último libro, es una de ellas. En un país que se encamina hacia elecciones presidenciales, azuzado por la alta inflación, una pertinaz recesión y el temor a que en cualquier momento se dispare una corrida cambiaria, sobran temas para analizar.

-Su anterior libro, antes de que asumiera Mauricio Macri, se tituló Esta vez, ¿será diferente? ¿Que balance hace tres años después?

-Lo había planteado con signo de interrogación. Pero por ahora no es diferente.

-En este proceso de toma de decisiones, que es el eje del libro, ¿cree que a la luz de los resultados económicos ha habido mala práxis?

-El enfoque que yo tengo para analizar una política económica es la de los procesos decisorios, de eso trata el libro. A mi me gusta decir que las cosas no ocurren, alguien las hace ocurrir. Los mercados no existen, yo conozco seres humanos que compran y venden. Si llego a Nigeria hoy, bajo y tengo que analizar la política económica hago una primera pregunta: ¿quién manda acá? Hay que identificar quién está a cargo, hacer el identikit. Por la razón que ignoro, el presidente de la Nación no quiere tener un ministro de Economía. Los argentinos vamos a los vaivenes. Hay ausencias que se explican por el vaiven. Después de Videla-Martínez de Hoz, Viola en su presidencia no quiso tener un ministro de Economía. Acá la cosa es diferente porque el último ministro de Economía en serio que tuvieron los Kirchner fue Lavagna, que se fue en 2005. Acá la razón de no tener un ministro de Economía es diferente y no sé cuál es. Pero sé cual es el resultado. Tuvimos seis ministros, dos coordinadores, un jefe de Gabinete y un presidente. Lo que uno encuentra es que hay distintos ministros a cargo de pedacitos. Y uno se pregunta quién une los pedazos: Mandrake.

-¿No lo identifica a Macri como el que manda?

-No tengo más remedio que identificarlo, pero ese es parte del problema. Porque poner en cabeza del presidente el mirar distintos aspectos de la política económica es una barbaridad. A mí me gusta mirar la foto donde está el presidente de la Nación reunido con 20 ministros. Hay que tener mucho huevo para levantar la mano y decir: che, esto no anda, eh.

-¿Qué tipo de relación, en lo operativo, imagina que existe entre los ministros del Gabinete y el presidente?

-La referencia que hago en el libro a distintos gabinetes tenía que ver con Horacio Jaunarena, que había sido ministro con tres presidentes. La relación ministro-presidente ha sido muy bien descripta en las memorias de Henry Kissinger. El dice que para cada ministro el presidente es simultáneamente el jefe, el amigo y el alumno. Las tres cosas. El ministro se debe al presidente porque es el que le dio el laburo y el que se lo puede sacar. Y, además, es tan dramática la situación compartida que se genera un vínculo de amistad. Pero junto con eso tiene que tener las agallas de decirle, presidente perdóneme pero de esto sé yo. Si llego con todas las restricciones, ¿cómo hago? En los gabinetes todos los ministros son los enemigos del ministro de Economía, no es nada personal. Porque todo el mundo se quiere inmortalizar por las razones que el ministro de Economía no se inmortaliza, que es el recorte. La pregunta es: ¿Y el presidente de la Nación? Normalmente está con los otros. Sólo cuando se asusta está con el ministro de Economía. Es muy importante el oficio junto a la técnica.

LOS ERRORES

-¿Pudo haber fallado el diagnóstico o la comunicación sobre la herencia encontrada?

-Entre otras cosas. Pero si los problemas de este gobierno fueran sólo de comunicación yo no estaría tan preocupado. No son sólo de comunicación. No tengo ningún problema con que se arranque una política económica con hipótesis irrealistas, por ejemplo que van a llover las inversiones, influyamos sobre las expectativas inflacionarias a través del esquema de metas de inflación... La pregunta es con qué velocidad se corrige. La idea de que van a llover las inversiones es esta: estoy afuera y el próximo gobierno va a ser tan maravilloso que yo me voy a adelantar y voy a comprar barato. Cuando la maravilla sea conocida todo se va a revaluar y yo ya estoy adentro. Con lo cual, la lluvia de inversiones en la cabeza era una cosa previa a las medidas. No ocurrió. Ahora, si tres años después seguís colgado porque la señora Lagarde te felicita, el rey de España te felicita, sos parte del problema. Hay que entender que esas felicitaciones son un hablar por no callar. Hubo hipótesis irrealistas, por razones de estilo no quisieron hablar de la herencia y tres años después, ya pasó. Eso se lo dejo a los historiadores. Cuando uno tiene una responsabilidad ejecutiva, todo es de acá para adelante. 

-Entonces, ¿no hay margen para hacer correcciones antes de las elecciones?

-Volvamos al tema del miedo. Una vez, en la UCA, Roberto Lavagna le dijo a los alumnos que el pánico disciplina. Lo que no se pudo hacer en 2001, se hizo en 2002 multiplicado por cinco. Si uno está sentado acá, tranquilo, parece que no hay margen para nada, hasta que se arma. Ahora, armarse no quiere decir que en un bar un tipo está preocupado. Armarse quiere decir suficiente shock interno como para que digan: voy a hacer algo porque sino vuelo por el aire. Es Alfonsín a comienzos del "85, cambiando a Grinspun por Sourrouille.

-Usted destaca que en su trabajo como economista trata con personas que tienen problemsa concretos y habla de la "humanización". ¿Es trasladable esta idea a un programa de gobierno? ¿A Cambiemos se le fue la mano con la planilla Excel?

-La personalización es la clave. Yo llego a esto en función de la experiencia. Hay que hacerse una composición de lugar. Ejemplo: el ministro baja las contribuciones patronales para 47 actividades. La idea es que entonces el empleo mejora. La primera reacción es que un empleador que hasta hace una semana pagaba 280 de aportes ahora paga 260. En este contexto se pregunta porqué va a tomar otra persona. Hay que plantear esto en términos de percepciones y decisiones. Y esto lo digo para el Gobierno o cualquier líder sindical o empresario. A cualquiera que hace una propuesta de política económica suelo decirle: mirate en el espejo y repetila. Si vos no te la creés, ¿por qué te van a creer los demás? En cuanto a las planillas Excel, el análisis económico luego de la Segunda Guerra Mundial se americanizó. ¿Cuál es la ventaja? Bajó el componente doctrinario. ¿Cuál es la contra? Es mecanicista. Ellos son mecanicistas porque les funciona. Yo les he dicho a los muchachos del Banco Central que en la Argentina "metas de inflación" es una estupidez conceptual y encima los números son ridículos. El argumento era que en Nueva Zelanda funcionaba. Allí funciona y nadie sabe porqué. Funciona todo. Es el trasplante mecanicista.

-Afirma Usted que un Gobierno puede tener políticas económicas diversas, lo que no puede tener son esas políticas todas al mismo tiempo. ¿Ocurrió en esta gestión?

-La incongruencia no funciona. Un ejemplo es la política fiscal y la monetaria en este Gobierno. El otro día fui a un programa de televisión y hablaban de la encuesta del REM, a la que no le doy ninguna trascendencia. Según esto, la tasa iba a ser del 68% y la inflación 35%. ¿Alguien puede creer que con esos valores no va a pasar nada? 

CONTROL DE PRECIOS

-El gobierno trabaja en la idea de implementar algún tipo de control de precios. En su libro destaca que para montar este esquema hace falta mucha información. ¿Es factible implementarlo rápidamente?

-A mí me gusta decir que lo que hasta hace una semana era una bobada, hoy no puede ser una genialidad. Sigue siendo una bobada. El control de precios, me explicaron en la facultad, tiene más de 40 siglos. Hay control de precios en el Código de Hammurabi. Lo cual sugiere que hay inflación desde hace rato. Es una pavada. Lo de la información alude al hecho de que en un esquema de política económica hay que preguntarse cuán intensivo en información es lo que uno quiere hacer. Si se quiere liberar los alquileres, es muy fácil. Artículo 1: libérense los alquileres. Ya está. Ahora si se empieza con que cuidado porque están los jubilados, los rubios, los de acá, los de allá, entonces entramos en 32 categorías. En la Argentina hay 32 categorías para cualquier cosa. ¿De dónde salieron los elementos diferenciales? La respuesta es que salió de estar más cerca del poder. Cuando en 1973 Gelbard estableció el control de precios, el uso más racional del tiempo del número uno de una empresa era hacer cola para hablar con el secretario de Comercio para que le autorizaran la modificación de precios.

-Pero a través de la política monetaria restrictiva no hay resultados. Los precios siguen una inercia y se plantea un escenario en el cual urge hacer algo.

-La mala lectura de esto es que muestra que se puede seguir emitiendo. La buena lectura es que con eso no llegan ni a la esquina. Hay un problema de credibilidad. Cuando un gobierno como éste, luego de tres años, dice en un país con la sensibilidad de éste, no voy a emitir más, la respuesta es: quiero verlo. La credibilidad no se inventa. Si esta política económica fuera creíble, la gente estaría tomando otras decisiones. La pregunta es porqué el tipo que tiene más guita no hace más cosas. La respuesta es una mezcla de cosas. Oportunidades de negocios no hay muchas; a prueba de los riesgos de Argentina, muchos menos. Estoy convencido que cuando la gente liga la falta de inversiones con el escenario electoral, está exagerando. Que un tipo me diga que tiene una brillante oportunidad de negocios pero no pone el dinero por las dudas que gane Cristina, yo le digo: Usted me está macaneando.

-Teniendo en cuenta los instrumenos con que cuenta el Banco Central, ¿tiene margen para pelear una corrida cuando se incremente la volatilidad?

-A comienzos de 1989 las encuestas decían que ganaba Menem. Machinea evaluó que iban a perder y que en algún momento iba a tener que bajar la cortina de la venta de dólares. ¿La bajo ahora o la bajo después? La bajo ahora, dijo y lo hizo en febrero del "89. Había un conjunto de sabihondos que sugería seguir en pesos hasta abril en base a la tasa de interés, te vas a llenar de guita, y luego vendés y comprás dólares y te vas a tomar un whisky y a decir: qué país de mierda. Ese es el negocio que estropeó Machinea. No me parece que sea el escenario parecido. Hoy la importancia de las elecciones es más un tema periodístico que de la gente, porque la gente tiene muchas preocupaciones del día a día. Segundo, más que mirar las encuestas, la impresión que tengo es que Cristina no tiene chances de ser la próxima presidenta. A mí me da lo mismo que gane cualquier otro.

-Define en el libro diversos escenarios. A uno de ellos lo llama Diluvio Universal, es decir que se toman decisiones pensando en que habrá una situación de crisis, aunque pasajera. ¿Operarán así los mercados este año?

-Sí. Cuando el dólar y la tasa suben juntos, a los ojos de mi tía nos estamos acercando al diluvio. Cuando bajan, sale el sol. Vamos, venimos, vamos, venimos. La historia y el sentido común dicen que si la única cosa que vas a hacer para que yo no vaya al dólar es subir la tasa, termina mal. Llegará un momento en el cual no habrá tasa que me impida ir al dólar. Con lo cual tasa-dólar hay que verlo junto al resto de la política económica. La credibilidad es lo que genera todos los números.

-¿Qué opinión tiene de la política cambiaria y el esquema de bandas de flotación?

-Si yo entiendo bien, el Fondo no quería poner ninguna banda. Pero como parte de la negociación puso una. Es como si yo digo que me van a poner restricciones para tomar whisky, que va entre un sorbito y 5 litros por día. Ahora, si con lo único que van a defender el dólar es con las reservas del Banco Central, los riesgos de que se los lleven puestos son grandes.

-Muchos economistas destacan que, más allá de quien gane las elecciones, habrá que mantener la disciplina fiscal y monetaria.

-Sí, pero el problema es que si te quedás en eso estás sonado. Los argentinos están esperando que la reactivación venga del Estado. Y les dicen, el Estado es grandísimo y está quebrado, así que la reactivación tiene que venir de vos. Bueno, pero hay que dar incentivos para hacer algo. El próximo gobierno, sea el presidente que sea, tiene que hacer una invitación a que otra vez la actividad tenga sentido, que el esfuerzo tenga sentido, con lo que hay. No hay que ir a imaginar cosas, hay que ir a lo probado y robusto.