Vengarse de los muertos es una compensación psicológica de cobardes

Es una profanación la decisión del gobierno español de exhumar los restos de Franco del Valle de los Caídos. En Portugal, el odio ideológico aún no llegó a ese punto con la austera tumba de Oliveira Salazar.

Por Marcos Pinho de Escobar *

Especial para La Prensa


En el pequeño cementerio de Vimieiro, pueblo del centro de Portugal, una sencilla lapida de piedra, con una cruz encima y "AOS 1970" grabado en un costado, marca la última morada del hombre providencial que gobernó el país entre 1932 y 1968: Antonio de Oliveira Salazar. A pocos metros de allí se encuentra la pequeña iglesia de su bautismo y, más arriba, la modesta casa que lo vio nacer.

Lo despojado de la sepultura, la sencillez del villorrio, la humildad del hogar natal, contrastan con la dimensión extraordinaria alcanzada por el hombre y por la obra de restauración nacional que llevó a cabo en su Patria.

Tres atributos son -o deberían ser- fundamentales en un gobernante: la inteligencia, la integridad y la dedicación. Si no es tarea sencilla identificar una de esas cualidades en un hombre público, mucho más difícil es encontrar dos, y demasiado improbable encontrar las tres en simultáneo. Pues para el bien de Portugal y de los portugueses, a Salazar fue concedida -y ampliamente- la gracia de poseer esa tríada de oro del verdadero conductor de la Polis. No sólo inteligencia, mas una inteligencia superior; no sólo integridad, mas una integridad -pese la redundancia- absoluta; no simplemente dedicación, mas una dedicación total de su persona a Portugal.

Y en él, esas tres características esenciales no estaban "sueltas" a flotar en el espacio, sino sólidamente ancladas en un profundo amor a Dios y a la Patria. Sólo así se puede entender el núcleo de su pensamiento político, en el cual la Nación es el valor supremo en el orden temporal y el Estado "el ministro de Dios para el bien común", conceptos naturalmente incomprensibles para la mentalidad materialista, hedonista y mundialista de nuestros días.

Con esa inteligencia superior, esa integridad absoluta y esa dedicación total, Salazar fue el arquitecto de una gran obra de restauración moral y material; en este orden y no en otro, pues entendía que los valores del espíritu poseen una indiscutible primacía sobre la materia. En otras palabras, estaba convencido que el hombre debe primero procurar ser mejor para poder estar mejor.
El día en que falleció fue encontrado entre sus papeles un sobre con doscientos cincuenta Escudos, unos 74 Euros actuales, destinados a cubrir los gastos de su funeral. !Hasta el momento de volver al polvo, el respeto escrupuloso de la frontera entre lo público y lo privado!.

Está enterrado donde siempre quiso estar, en el cementerio de su pueblo natal, bajo una lápida sencilla, al lado de sus padres y hermanas. Su sepultura está siempre adornada con flores frescas; sin embargo, algunos admiradores han desvirtuado el entorno austero deseado por Salazar mediante la colocación de ornamentos como placas de mármol con inscripciones, imágenes en porcelana, etc., los cuales ya fueron objeto de vandalismo con pintadas y martillazos.

EL SUEÑO DE LOS MUERTOS
Perturbar el sueño de los muertos no es fenómeno nuevo y a lo largo de la historia abundan los ejemplos. Sin embargo, tal acto siempre ha sido -y sigue siendo- considerado por la generalidad de los pueblos y culturas como un odioso sacrilegio.
Como es sabido, el gobierno español está decidido a "exhumar" los restos del Generalísimo Franco del Valle de los Caídos.

Se trata de una profanación, ya que a los frentepopulistas del siglo XXI no les importa que la sepultura se encuentre en una Basílica Pontificia, suelo sagrado y por tanto inviolable; que los familiares del Caudillo no autoricen el procedimiento; que su proyecto sea un catálogo de ilegalidades.

En el conflicto fratricida de 1936-1939, sus abuelos ya se entretenían en profanar sepulturas por doquier, destrozándolas, burlándose de los restos de sacerdotes y monjas en juegos macabros, "fusilando" cadáveres semi descompuestos por diversión. Sus choznos ideológicos en la Francia revolucionaria, con el objetivo de "castigar" los reyes y borrarlos de la memoria popular, profanaron y destruyeron la vieja necrópolis real de la Basílica de Saint Denis, cerca de París, en la cual reposaban todas las dinastías, de los monarcas francos del siglo VI hasta los Borbones del siglo XVIII.

VENGANZA Y COBARDIA
En Portugal, el odio ideológico y el atrevimiento revolucionario todavía no llegaron al punto de profanar sepulturas. Se cambian los nombres de las calles, se decapitan con valentía estatuas antes de derrumbarlas, se apropian de obras públicas, se falsifica la historia y se borra la existencia misma de seres humanos -según la buena manera stalinista-, pero aún no se animaron a meterse con las cenizas de los muertos. Por ahora...
Perturbar el descanso de los muertos, sea quien fuere, constituye una villanía propia de seres abyectos. Vengarse de los muertos es la compensación psicológica de los cobardes.

* Doctor en Ciencias Políticas por la UCA.