La librería que atravesó la historia del país

Desde 1785 en la esquina de Bolívar y Alsina la hoy llamada Librería de Avila fue centro de encuentro de próceres y grandes escritores. Por allí pasaron personalidades como Manuel Belgrano, Mariano Moreno, Sarmiento, José Hernández, Borges, Victoria Ocampo y Mujica Láinez.

El escritorio de Miguel Avila está atiborrado de papeles. A un costado aparece una pila de libros atada con hilo. Mas atrás sobre el piso se ven otros paquetes con distintos ejemplares. "Defecto de librero", dice con una sonrisa Miguel, quien desde los 13 años comenzó con este oficio cuando, recuerda, la avenida Corrientes no dormía y las librerías tampoco.

"Vi librerías abiertas a las 4, 5 de la mañana un día de semana y con gente revisando las mesas, algo único en el mundo", cuenta quien hoy está a cargo de continuar con la tradición de mantener abierta la librería más antigua de la Ciudad de Buenos Aires, y según destaca su propietario, actualmente del mundo.

Es que la esquina que hoy alberga a la librería de Avila, en la esquina de Bolívar y Alsina, fue desde los tiempos de la Colonia el lugar reservado para los primeros libros.

"Historiadores como Levene, Buonocore, Arrieta hablan de que allá por 1785 había un bolichito, que era La Botica, que vendía hierbas medicinales, charques, ginebra y donde empezaron a aparecer los primeros libros que llegaron a la Gran Aldea, que seguramente serían libros religiosos ya que estaba aquí nomás la Iglesia de San Ignacio", cuenta Avila a La Prensa.

"Pero como pasa siempre con los libros -continúa- son un agente invasor. Crece una pila y otra, arriba, abajo. Entonces sucedió lo mismo con la Botica, absorvió todo y cuando termina el siglo XVIII pasa a ser exclusivamente librería".

Hacia 1830 el local pasó a llamarse la Librería del Colegio, ya que se encuentra en diagonal al Nacional Buenos Aires. En ese edificio fue donde también se fundó la Editorial Sudamericana.

EL RESCATE

Convertida luego en una cooperativa la esquina siempre siguió funcionando como librería hasta que la debacle de 1989 obligó al cierre. Así, permaneció cerrada por algunos años hasta que la rescató Avila.

"Yo venía a buscar a mi hija que estudiaba en el Nacional Buenos Aires y la esperaba en la esquina. Y hablando con uno de los papás que nos juntábamos ahí todas las tardes, me cuenta que donde estaba la librería iban a poner un negocio de hamburguesas de una cadena norteamericana".

"A mi me agarró un ataque de nacionalismo -agrega-, no podía ser que tiraran este lugar. Es que se podría decir que esta esquina fue el cimiente de la patria. Venían acá los jóvenes iracundos, rebeldes, con ideas nuevas, que buscaban libros que llegaban de contrabando de Europa, con el pensamiento de la Revolución Francesa, y se armaban bataholas de discusiones aquí en la librería o si no enfrente, en un barcito que se llamaba El Nuevo Cabildo. Esos jóvenes eran nada más ni nada menos que Manuel Belgrano, Mariano Moreno, Castelli, Paso"

- Los hacedores de la Revolución

- Claro, por eso digo que la librería tiene que ver con una identidad muy fuerte al crecimiento de la Patria, y que terminara en una casa de hamburguesas no lo podía ver.

- ¿Usted ya tenía librería?

- Si, tenía una cerca, en la esquina de Piedras e Hipólito Yrigoyen. En ese lugar venía todas las mañanas un cura de la Iglesia San Juan Bautista, que está en la esquina de Alsina y Piedras. Una iglesia hecha por los Jesuitas. A él le conté lo de la librería y vinimos a verla. Estaba toda destruida. El padre me dice "vamos al kiosco de enfrente a preguntar si sabe quien es el dueño". Y el padre le pregunta, y el kiosquero le contesta: - me está cargando, si es de ustedes. Entonces el padre me hace el contacto con Cayetano Licciardo, quien administraba los bienes del Arzobispado. Y llegué a un arreglo

- Y así el sueño comenzó a convertirse en realidad

- Claro, no fue fácil. Pero tengo que destacar que tuve mucho apoyo por parte del Arzobispado. Por suerte se pudo recuperar un lugar emblemático, enclavado en el corazón de la Manzana de las Luces. Aquí se movía todo el pensamiento del siglo XIX, casi todo el del XX. Por este lugar transitaron grandes personalidades de nuestra historia, funcionarios, presidentes que fueron grandes lectores. Ni hablar de escritores que pasaron por acá

- ¿A quienes me puede nombrar?

- José Hernández, Jorge Luis Borges, Victoria Ocampo, Eduardo Mallea, Manuel Mujica Lainez, Adolfo Bioy Casares.

- ¿Y presidentes?

- Carlos Pellegrini, Juárez Celman, Sarmiento, Justo. Hay testimonios de que eran clientes de la librería. Esta era la librería patricia, emblemática de la ciudad de Buenos Aires. Nosotros tuvimos el mérito de no permitir que se muriera la librería, sino que se mantuviese desde 1785 a la fecha

- ¿Y además de conocer esta increíble historia que va a encontrar la gente en la librería de Avila que no encuentra en otro lado?

- El objetivo nuestro es que más allá de tener las últimas novedades y best-sellers, nuestro placer está en tener los libros agotados, curiosos y raros de autores buenos, que no se encuentran porque no se han reeditado. No solo autores argentinos sino también de referentes de la escritura inglesa, norteamericana, española, francesa, alemana y latinoamericana

UN BUEN LIBRERO

- Para usted que se ha dedicado durante tantos años a este trabajo ¿qué debe tener un buen librero?

- Para mí la función del librero, que es con la gente que yo me crié, es ser formadores de lectores. Los grandes libreros que conocí eran grandes lectores, intelectuales. Ellos buscaban canalizar su forma de vida a través de una librería, para ellos era un sueño dorado. En eso estaba don Marcos Sigman, Kohen, grandes libreros, uno entraba a su librería y siempre estaba llena de gente que charlaba, discutía sobre temas. Recuerdo a Macho Tapa, un librero emblemático que estaba en la calle Corrientes al 1600. El solo vendía literatura. Era un gran lector. Yo veía este diálogo. Entraba una señorita y decía "necesito hacer un regalo". Y Macho empezaba: ¿hombre o mujer? ¿edad? Si era lector ¿Qué cosas le gusta? ¿Qué película vió? Pensaba, iba a una estantería y le decía:- "regálele este". Y tenía tan buen ojo que siempre le gustaba el regalo, y entonces la persona agasajada terminaba siendo cliente del librero. Yo me crié con esos libreros. Hoy la computadora ha reemplazado mucho el trabajo del librero. Cuando yo era joven había que rendir un examen de conocimiento para entrar a una librería. Había otra formación

- Bueno, pero el análisis de la persona, los gustos, no lo reemplaza ninguna máquina

- Sí, siguen estando estos libreros. Eran libreros que se hacían a pulmón. En mi caso personal yo he tenido clientes con los que he tenido relación durante años. Yo ya les preparaba el material bibliográfico para cuando iban a venir, sabía sus inquietudes, gustos

- ¿Y que libros le recomendaría para alguien que quiera incursionar en la buena literatura?

- Bueno, testearía sus gustos. Si es alguien que le gusta el campo, la naturaleza, le recomendaría Don Segundo Sombra o Martín Fierro. Después yo soy muy fanático de Gabriel García Márquez. Para mi "Cien Años de Soledad" es la gran novela de América Latina. Es muy difícil poder decir tal o tal libro. Se dice que el libro más importante escrito en lengua española sea tal vez Don Quijote de la Mancha, pero hay que tener un cierto entrenamiento en la lectura. No es un libro fácil, igual que La Divina Comedia. Tenemos muy buenos autores aquí en Argentina. Yo soy muy partidario para la gente que empieza a leer que comience por los cuentos breves. Las antologías de los cuentos breves, que tienen una gran ventaja. Si uno no le gusta pasa al otro cuento rápido, y va recorriendo autores, estilos y formas. Por ejemplo la antología de la literatura fantástica de Borges, Bioy Casares y Ocampo que es estupenda. Han recopilado una cantidad grande de autores que son muy lindos para introducir a la gente en la lectura. Hay que recomendar cosas ágiles y rápidas, no se le puede dar un libro de 1200 páginas para empezar. La lectura hay que entrenarla. Es como el oído musical, si yo a alguien que no escuchó música le pongo de entrada Wagner va a ser complicado.

- Lo importante sería no perderse esta cosa mágica que es la oportunidad de leer

- Exactamente, por eso yo sigo creyendo de que va a perdurar. El libro de papel está sanito, vivito y coleando. El elemento produce una relación con el lector, que es única e irremplazable. Poder hojearlo, sentir su olor. Es como la relación con el cine. Una cosa es ver una película en casa, pero pasa el perro, el gato, los chicos. Y otra cosa es cuando uno ya desde la mañana decide ir al cine, se toma un tiempo, busca la película, en que cine, a que hora, la mente empieza a prepararse para esa ceremonia. Y es una ceremonia porque uno llega a la boletería, saca la entrada, está en el hall del cine, habla normalmente o toma un café. Pero cuando uno llega al ingreso a la sala, le cortan el ticket y pasa, si va con alguien automáticamente baja el tono de voz. Uno entra y empieza el murmullo, se habla en voz baja y cuando se apagan las luces se produce el silencio y no vuela ni una mosca. Cualquier ruidito molesta. Y se produce entonces esta relación mágica de la pantalla con uno. Esto es impagable, terminó, se encienden las luces y de golpe uno vuelve a la realidad

- ¿Leer un libro es también una ceremonia?

- Claro. Por eso creo que por suerte para los libreros y la gente el libro es algo eterno.