El adiós al decano de los médicos legistas

Osvaldo Raffo dedicó su vida a colaborar en la resolución de los casos policiales más resonantes de los últimos 40 años. Un repaso por la trayectoria de este maestro de varias generaciones de peritos forenses, que quedó inmortalizado en el libro "Héroes argentinos. Doce médicos que hicieron historia".

Osvaldo Raffo se convirtió hace años en una figura pública, reconocido tanto por sus colegas y alumnos como por la mayoría de los argentinos que lo vieron participar en los casos policiales más resonantes de los últimos 40 años. Por eso la noticia de su presunto suicidio, cuando fue hallado el lunes último sin vida en la bañera de su casa y con un disparo en la cabeza, causó conmoción.

Su círculo más cercano contó que desde la muerte de su esposa y, a raíz de una enfermedad que lo aquejaba, se había confinado al ostracismo en su casa de San Andrés, en el partido de San Martín. El último gran caso en el que participó, como perito de parte, fue el del fiscal Alberto Nisman.
Considerado por muchos como el médico forense más importante en la historia argentina, la labor y trayectoria de Raffo fue compilada por el médico cardiólogo Jorge Tartaglione en su último libro "Héroes argentinos. Doce médicos que hicieron historia" (Planeta, 2018).

Allí, Tartaglione rinde homenaje a este hombre que durante su carrera participó en más de 20.000 autopsias y realizó peritajes en los casos policiales más resonantes, como el asesinato de María Soledad Morales, el homicidio de Alicia Muñiz, el suicidio del médico René Favaloro, el crimen del soldado Omar Carrasco, de Nora Dalmasso y María Marta García Belsunce, del fotógrafo José Luis Cabezas, de Candela Rodríguez y Angeles Rawson, por nombrar sólo algunos.

"Osvaldo Hugo Raffo ejemplificó la vida del médico forense: es el decano de los criminólogos. Sus observaciones casi siempre cambiaron el curso de la investigación. Acumuló más de 50 años de experiencia como médico legista, investigó los crímenes más conocidos de la Argentina", remarca Tartaglione en "Héroes argentinos".

El cardiólogo relata que los cuerpos hablan y que Raffo aprendió a escucharlos. Serruchó cráneos, pesó cerebros, revolvió vísceras, observó lesiones de torturados, niños muertos con cientos de cicatrices.

"Una profesión durísima para cualquiera", reflexiona. Lo vio todo, pero en su cabeza lo atormentaban las imágenes de los niños asesinados. Porque los niños eran un tema especial en su vida. Sufrió cada vez que le tocó disecar a uno.

SU ORIGEN

Raffo nació en Parque Patricios en 1930, el mismo año en que se produjo el primer golpe militar en la Argentina que terminó con la segunda presidencia de Hipólito Yrigoyen. De origen humilde, los abuelos habían llegado desde Génova. En ese entonces, en el barrio había mataderos y el padre era matarife. En varias entrevistas dijo que cree que se inclinó por la especialidad de tanatólogo, "por ver tantas vacas muertas" cuando era chico. Como era petiso y delgadito, se volcó a las artes marciales, al judo, y tuvo como maestro a Mat Subara: "Yo siempre digo que mi padre me dio la vida y mi maestro Subara me hizo hombre. En el fondo creo que ser forense y judoca es lo mismo: hay que tener honor, ser un bambú, no enfrentar al viento, sino dejarte mecer. Si encarás al enemigo vas a perder, pero si te mecés, va a llegar el momento justo para vértelas con el contrincante: eso se llama técnica de anticipación".

Cuenta el libro "Héroes argentinos" que Raffo fue en su juventud campeón de judo -era cinturón negro y recibió una medalla de manos del presidente Juan Domingo Perón- y comenzó la práctica de karate y kendo, deporte que continuó hasta los 75 años. Es el arte marcial de los samuráis japoneses, una especie de esgrima con sables. Numerosas notas en diarios dieron cuenta de que la casa de Raffo en San Martin estaba repleta de espadas y elementos de la cultura japonesa y samurái.

Se recibió de médico en la Universidad de Buenos Aires en 1957. Ingresó a trabajar en la policía de la provincia de Buenos Aires y en 1967 obtuvo la especialidad de médico legista. El libro "La muerte violenta", que editó en 1987, es un manual de cabecera para los criminólogos. "El kendo fue su cable a tierra y le permitió controlar el estrés lógico de una profesión muy exigente, complicada", sostiene Tartaglione.

DURA PROFESION

"La medicina legal es muy interesante estudiarla pero para algunos médicos -me incluyo- es muy duro su ejercicio. Hay que tener un temple especial. Y vaya si Raffo lo tuvo. Se convive con la maldad, la violencia, la oscuridad de alma, la crudeza del crimen? pero también con la investigación. Porque es necesario decirlo: sin el análisis de los cadáveres hubiera sido imposible que la medicina se desarrollara, avanzara y evolucionara de la manera en que lo hizo", expresa el autor de "Héroes argentinos".

Raffo escribió en "La muerte violenta" que "no se puede improvisar, prejuzgar ni adivinar. Hay que diagnosticar adaptando los razonamientos a los hechos. Cada caso ha de considerarse sui generis, porque el homicidio no se repite jamás en idéntica forma. Es necesario vivenciar el escenario criminal para obtener resultados fructíferos en la interpretación de los datos de la autopsia", cuenta el cardiólogo en su libro.

Fue médico de la Policía Bonaerense durante 25 años y llegó a ser el director de Medicina Legal en La Plata. Se retiró con el cargo de comisario inspector profesional. En 1986 se presentó a concurso para ingresar en el Cuerpo Médico Forense de la Corte Suprema de Justicia: "Cuando uno se recibe, se casa con la medicina, pero la medicina legal es la amante, la que nos somete y nos humilla", decía Raffo.

Trabajó en la morgue judicial desde 1983 hasta el 2003. Entrevistó a miles de asesinos porque en los primeros tiempos el forense se ocupaba de todo: del perfil psicológico, del pasado criminal, de la vida de la persona antes de ser cadáver o antes de caer preso. Su atracción por la muerte surgió en 1965 cuando su maestro, el doctor Pablo Federico Bonnet, lo invitó a incorporarse a la carrera de medicina legal: "Cuando empecé a hacer la carrera de medicina encontré a mi amante. Ella nos maneja a nosotros como si fuera una mujer coqueta y hermosa y nos lleva adonde quiere. Y a mí me llevó a la morgue, a las comisarías y a los manicomios".

LA MENTE DEL FORENSE

Según describe Tartaglione, Raffo aseguraba que el médico forense tiene que pensar como un criminal porque el cadáver habla. "Son verdaderos investigadores de homicidios que se entreveran con el crimen y, por supuesto, también con los criminales", enfatiza.

Raffo se pasó la vida abriendo cuerpos para buscar la respuesta a por qué y cómo el hombre mata. "Soy tanatólogo. Estudiamos el cadáver desde el punto de vista del derecho y las ciencias legales. Yo creo en Dios, porque he abierto tantos cadáveres. Una cosa tan perfecta como el cuerpo humano, un ADN, un cerebro, no se pudo haberse hecho solo. Tiene que haber habido un ser superior, pudo ser Dios o como vos quieras llamarlo, pero Dios existe", sostenía Raffo.

Luego de esta extensa carrera, con más de 80 años de edad, parecía que Raffo ya estaba retirado. Pero la misteriosa muerte del fiscal federal Alberto Nisman provocó su regreso a las morgues. 

Fue convocado por la ex esposa del funcionario, la jueza federal Sandra Arroyo Salgado. Integró el equipo que realizó el informe de la autopsia de parte de la querella. La hipótesis previa era que Nisman se suicidó. Eso era antes de la llegada de Raffo. Su presencia dio un vuelco a la causa: para el experimentado legista, al fiscal lo mataron a sangre fría.

Tartaglione recuerda que Raffo, en su libro "La Muerte Violenta", escribió: "Hay en la levée du corps (tareas del levantamiento del cadáver) una trilogía inseparable: examinar el lugar, autopsiar el cuerpo y regresar al lugar. Sólo así podrá responderse al cuestionario clásico: ¿qué pasó? ¿quién lo hizo? ¿cómo? ¿cuándo? ¿por qué?"

"Para muchos, el trabajo del forense es una tarea escalofriante, para otros, apasionante. Raffo ejemplifica en su máxima expresión la vida del médico forense. Profesión que ejerció a tiempo completo y total dedicación. Hasta se animó a mostrarla en los medios de comunicación, cuando participó del programa de televisión Forenses", apunta el autor de "Héroes argentinos". 

"Con más luces que sombras transitó una etapa compleja de la vida de los argentinos. La violencia en nuestra sociedad se ha acrecentado. Esto lleva a que los colegas de Raffo tengan mucho trabajo. Estudió con pasión cada caso que le tocó y su presencia fue vital para esclarecerlos", concluye Tartaglione.