Vísperas caribeñas

Claves de América latina

La visita del presidente brasileño Jair Bolsonaro a los Estados Unidos no sólo marca un hito en las relaciones bilaterales entre ambos países sino que, muy probablemente, tendrá un impacto estratégico en la reconfiguración del orden hemisférico.

Normalmente este género de encuentros en la cumbre solo se producen una vez que los equipos técnico-políticos de los líderes han llegado ya a un nivel sensible de coincidencias en un conjunto de temas tales que justifiquen la escenificación de tal acuerdo. En este caso las coincidencias se han referido a varios tópicos de naturaleza comercial, ciertamente, pero también a un significativo plexo de definiciones estratégicas.

No es aventurado asegurar, en este último sentido, que el mayor impacto geopolítico de este nuevo entendimiento de Washington tendrá su epicentro en el Caribe: Venezuela y, transitivamente, Cuba.
Es cierto que la aproximación entre Estados Unidos y Brasil en torno a un juicio común sobre el futuro del socialismo del siglo XXI en Caracas comenzó antes de la traslación del poder presidencial en Planalto. En meses anteriores a la misma se produjeron contactos tan reservados como críticos entre los más altos niveles militares brasileños y algunos interlocutores castrenses en Venezuela, obviamente con conocimiento de la Casa Blanca. 

SE AGOTO EL PLAZO

El lapso de espera requerido por tales interlocutores para garantizar una salida incruenta al equipo de Maduro parece haberse agotado sin resultados concretos. Sin ignorar los matices diferenciales -quizás tensiones- existentes entre el equipo político-ideológico de Bolsonaro y la institución militar que engendró su proyecto, el panorama caribeño aparenta actualmente dejar poco margen para las opciones. Hoy Estados Unidos y Brasil, con el apoyo indiscutible de Colombia, saben que la situación se precipita.

Ocurre que en cuestión de semanas la situación alimentaria y sanitaria de Venezuela tocará fondo. A partir de ese momento la probabilidad de un putsch interno crecerá dramáticamente.
Naturalmente, el mismo nacería de figuras que precedentemente se han identificado con el chavismo, pero buscaría una negociación con Estados Unidos y Brasil para salvarse a sí mismos, al precio de reducir o expulsar a los cubanos y realizar alguna apertura suficientemente convincente hacia la oposición. Ante esta eventualidad, algunos observadores entienden que ni los rusos ni los chinos esperan otra cosa que mantener los contratos preexistentes y cobrar sus deudas. 

Si, en cambio, las Fuerzas Armadas Bolivarianas se dividiesen en magnitudes sensiblemente similares y los cubanos -amenazados por una nueva orfandad como la que siguió a la caída de la URSS- intentasen resistir, las perspectivas serían francamente alarmantes no solo para Venezuela sino para la región.