Chivito uruguayo con gusto arrabalero

Conquistando tanto el paladar argentino como el de los turistas que llegan del país vecino, El Bar de Carmen, ubicado en el antiguo Mercado de San Telmo, ofrece como especialidad este icónico plato charrúa. Se trata de un manjar que nació hace 75 años en Punta del Este como una pequeña mentira blanca.

Al ritmo del candombe en un barrio con pulso arrabalero, se halla un manjar para los amantes del buen comer: el chivito uruguayo. Lomito a la plancha con jamón, queso mozzarella, panceta, cebolla caramelizada, morrón, huevo frito, lechuga, tomate y papas fritas son los ingredientes del sándwich que ofrece El Bar de Carmen, dentro del antiguo Mercado de San Telmo.
Se trata de un plato -especialidad de la casa- que seduce a los propios uruguayos que almuerzan en este local, que además ofrece lo mejor de la auténtica cocina porteña.
`El Bar de Carmen' constituye la propuesta gastronómica más antigua del Mercado de San Telmo, siendo el primero de todos los puestos que lo conforman actualmente y que lo han transformado en un nuevo polo gourmet.
Carmen Millanao es la propietaria de este bar hace 5 años y junto a su yerno, el uruguayo Andrés Presutti, elaboran comida criolla con el sabor único de lo casero. Sus especialidades: chivito uruguayo, bife al ajillo y pastas caseras. "Una vez vino un uruguayo a comer el chivito a nuestro bar. Nunca lo había probado porque era humilde y en Uruguay este plato, que se sirve abundante, es súper caro. Cuando lo probó se puso a llorar en la barra. Decía que estaba increíble y le trajo recuerdos de su historia", cuenta Andrés.
Las pizarras del pequeño local también invitan: entraña al horno con verduras salteadas, bondiola a la mostaza, milanesa con cheddar y panceta, pollo a la crema con puerro y verdeo, entre otros. Los domingos siempre hay un plato especial. 
Ubicado en el local 57, en Bolívar 954, entre Estados Unidos y Carlos Calvo, cuenta con 13 banquetas fijas para comer sentado bajo sus marquesinas de estilo fileteado, en un entorno único de más de 120 años, declarado Monumento Histórico Nacional.

EL ORIGEN
Antonio Carbonaro, dueño del desaparecido bar El Mejillón de Punta del Este, fue el creador de este famoso sándwich, que nació un día de 1944 como una mentirita blanca a una turista argentina.
"Fue una noche complicada. Habíamos sufrido un apagón y cayó una clienta, argentina, que pidió carne de chivito, porque antes de llegar a Punta del Este había pasado por Córdoba, donde la había probado y le había gustado mucho. Como no teníamos le preparamos un pan tostado con manteca, le agregamos una feta de jamón y un churrasquito de lomo, jugoso. La mujer quedó fascinada. No íbamos a dejar que se vaya del restaurante sin ser atendida. Por suerte, salimos del apuro y, sin querer, inventamos el chivito", contó Antonio, quien murió en 2003, al diario local El Correo.
Por lo que el ``chivito'', que se sirve acompañado de papas fritas o ensalada rusa, no tiene carne de chivo sino lomito de vaca. Una pequeña mentira que se transformó en un ícono de la gastronomía uruguaya.
Este plato es tan sólo una de las infinitas opciones de almuerzo que ofrece este polo gastronómico cosmopolita que concentra todos los horizontes de la cocina internacional bajo una espléndida cúpula. De lunes a viernes de 12 a 15 hay menús en promoción entre $150 y $200.

EL MERCADO
El Mercado de San Telmo fue inaugurado en 1897 con el objetivo de abastecer de los víveres necesarios a la nueva ola de inmigrantes que llegaba a la ciudad desde el Viejo Continente. 
El edificio conserva su estructura interna original, formada por vigas, arcos y columnas de metal con techos de chapa y vidrio. En el centro se alza una gran cúpula. El proyecto es de Juan Antonio Buschiazzo (1845-1917). En el año 2000, fue declarado Monumento Histórico Nacional.
A minutos del Obelisco, de fachada típicamente italiana e interiores amplios, es un lugar donde pasado y presente se unen para ofrecer una experiencia única, combinando las antigüedades, artesanías, discos o juguetes viejos, los restaurantes, panaderías, carnicería, pescadería, verdulería y las miles de curiosidades que los visitantes podrán encontrar bajo su espléndido techo. Este ensamble de propuestas disímiles es el gran atractivo del paseo.