La lección de vida de un prócer

Santiago de Liniers...
Por Juan Bautista Fos Medina
Bella Vista Ediciones. 72 páginas

El héroe de la Reconquista de Buenos Aires, Santiago de Liniers y Bremond (1753-1810), siempre se mostró orgulloso de ser un caballero de la Orden de San Juan de Jerusalén, Rodas y Malta. De eso dejó abundantes pruebas. No solo firmaba así todos sus escritos. También creía que esa era la única cruz que valía la pena llevar en su uniforme. En este breve ensayo escrito por el doctor Juan Bautista Fos Medina se avanza sobre esa idea para postular que con su vida y su muerte el noble militar de origen francés, que fue un católico ferviente, encarnó el ideal y los principios del caballero cristiano, que reflejaban el pensamiento del Antiguo Régimen.

Fos Medina (San Isidro, 1969) es abogado, profesor de Historia del Derecho en la UCA y académico de número del Instituto Histórico Santiago de Liniers. En Santiago de Liniers - Un caballero cristiano da cuenta de esa profunda devoción del militar poitevino a través de los grandes hechos que lo tuvieron como protagonista y también de su epistolario.

Bajo este prisma, que permite interpretar en sentido pleno el "drama de una vida", repasa fugazmente su nobleza de cuna y "de conquista", su formación militar y cristiana y su fulgurante carrera de armas.

El héroe de la epopeya de 1806 y 1807, que cambió la caballería francesa por la marina española, ya que en ese momento las Casas Reales de Francia y España estaban unidas por los llamados Pactos de Familia celebrados entre los borbones, es pintado aquí como un hombre de honor, un hombre impulsado por un espíritu sobrenatural a defender la fidelidad a Dios, al Rey y a la Patria.

El autor revisa las cartas escritas por Liniers -al ministro de Marina y también a sus familiares- para adentrarse en el alma del personaje. Y lo que surge es su hondo espíritu cristiano, su conmovedor abandono a la Divina Providencia en momentos de dicha y de tristeza. Algo que queda en evidencia por el modo en que afronta la pérdida de su segunda esposa, con ocho hijos a su cargo, y que vuelve a manifestarse cuando le llega "su hora".

Siguiendo el romancero heroico atribuido a Pantaleón Rivarola, Fos Medina destaca, por ejemplo, cómo el entonces capitán de navío, con un rango muy subalterno, se sintió impulsado a recuperar la ciudad invadida por los ingleses antes que nada por un motivo de fe. Fue al ver, conmovido, cómo un sacerdote debía sacar de la Catedral el Santo Viático destinado a un enfermo, de un modo oculto, para que no fuera objeto de irreverencias por parte del enemigo.

Es el mismo fervor el que lo lleva a proclamar su voto solemne de reconquistar la ciudad en el convento de Santo Domingo, frente a la imagen de Nuestra Señora del Rosario.
Liniers, testigo y protagonista de una época convulsa, tanto en Europa como en el Río de la Plata, fue víctima de ese clima tumultuoso. Desplazado como virrey, observará la caída de la Junta de Sevilla y la incipiente insurrección local y se entregará al intento de sofocarla, por lo cual será detenido y finalmente fusilado.

Fos Medina se demora en el detalle de esos dramáticos instantes finales, y en el examen de una carta que es casi su testamento, para mostrar hasta qué punto estuvo el prócer movido por la fe, "en defensa del Trono y del Altar, como fue el lema también de los vandeanos".

Liniers, hombre virtuoso y de oración, que oró con los brazos en cruz tras su victoria y pidió un Rosario para rezarlo antes de ser fusilado, el hombre que fue magnánimo con el enemigo ya vencido, es presentado aquí como una lección cristiana de vida.

Esta semblanza, que incluye un original parangón con la vida de Franois Charette, el Generalísimo del Ejército Católico de la Vendée, es el texto del discurso que pronunció el autor en el homenaje a Santiago de Liniers en el Centro Cultural Guadalupano el 23 de noviembre de 2017. Su corta extensión no mengua su valor.

Fos Medina se lanza a recuperar la memoria de Liniers convencido de que una ideología de procedencia foránea pretende romper la cadena de nuestra continuidad histórica. El pueblo que pierde su historia, pierde su identidad y pierde su alma, nos advierte. Su esfuerzo con este libro se proyecta hacia esos vastos y preciados horizontes.