Estalinismo sin Stalin

Mirador político- El grupo Carta Abierta salió a defender el régimen represivo de Nicolás Maduro mientras su referente político, Cristina Kirchner, guardaba silencio sobre la tragedia venezolana

Los líderes políticos suelen disponer de intelectuales a sueldo o de fundaciones destinadas a generar programas de acción futura. A estas últimas se las llama comúnmente "think tanks". Se trata de grupos o personalidades cuya tarea es producir ideas de índole general, principios orientadores no siempre presentes en la agenda de los políticos, absorbidos por la gestión cotidiana y la lucha por el poder.

Lo característico del proceso electoral en curso es que ninguno de los candidatos con chances de llegar este año a la Casa Rosada cuenta con un recurso medianamente útil de este tipo. Mauricio Macri se debate en el día a día en una lucha hasta ahora infructuosa con la realidad que no responde a sus deseos; un combate desigual con variables macroeconómicas desquiciadas. Por su parte, Cristina Kirchner es el símbolo perfecto del retorno al pasado en el que ese desquicio fue incubado.

Sin nueva ideas el debate público se vuelve kafkiano; se discute lo mismo desde hace 75 años tanto en economía como en política: estatismo o libre mercado, democracia liberal o autoritarismo. En especial la última versión del peronismo, la kirchnerista, resultó propicia para ese viaje por el túnel del tiempo en el que ofician de guías los miembros Carta Abierta, un "colectivo" formado en su mayoría de docentes universitarios y veteranos militantes de la izquierda nativa.

Su último aporte fue un comunicado en el que expresaron su apoyo a la dictadura venezolana. Ni la sangrienta represión de opositores, ni la tragedia humanitaria los llevó a replantearse su posición frente a Nicolás Maduro, una marioneta de un régimen militar sospechado de narcotráfico.

Actuaron de manera refleja, no analizaron la circunstancias particulares del gobierno venezolano, porque la realidad no es un obstáculo para repetir diagnósticos penosamente anacrónicos: el responsable de lo que sucede allí es el "gran Satán" norteamericano que obligó a millones de personas a abandonar sus hogares y huir del paraíso socialista del siglo XXI. Repiten clisés y los aplican de manera intempestiva y retrógrada. En lugar de una ostensible autocracia ven una ambición imperialista para apoderarse de recursos naturales. La izquierda reaccionara insiste con el mismo diagnóstico desde hace un siglo, niega la historia y en lugar de análisis practica un ritual vacío: se reune para redactar y firmar declaraciones reincidentes.

El grupo Carta Abierta, liderado por el ex director de la Biblioteca Nacional, Horacio González, se creó para respaldar a Cristina Kirchner, pero llamativamente su inspiradora guardó el silencio más hermético sobre Maduro, de donde terminó dejándolos en una posición absurda: ofician de stalinistas, pero sin Stalin, gratuitamente. También es posible que la ex presidenta tenga otra opinión o no se atreva a avalar en público el fracaso chavista. Es probable también que no quiera aparecer como sus presuntos mentores intelectuales viendo el futuro por el espejo retrovisor. Cualquier suposición es válida mientras no se pronuncie de manera explícita. Lo que no lo parece tanto es que por omisión se haga cargo de la pobreza de ideas de un grupo de burócratas avejentados y con los ojos en la nuca.