El círculo virtuoso de la salud­ empieza con el ejercicio físico­

Un nuevo estudio comprobó que ciertos hábitos saludables son capaces de motivar otros hábitos saludables. Un camino que conviene empezar a transitar cuanto antes y que permite gozar de un mayor bienestar en la vejez.­

"Cuidar más la salud" es una de las metas que con frecuencia muchos se proponen cuando empieza un nuevo año. Lo difícil es saber por dónde empezar. ¿Voy al médico y me hago un chequeo completo?, ¿Empiezo una dieta para bajar los kilos de más?, ¿Me anoto en el gimnasio?... y así, en ese mar de interrogantes, algunos abandonan incluso antes de empezar.­

Pero ahora un reciente estudio publicado en el `International Journal of Obesity' aporta datos sobre las pautas que permiten entrar en ese círculo virtuoso de hábitos saludables que impulsan más hábitos saludables.­

El trabajo realizado por investigadores de la Universidad de Texas en Austin, Estados Unidos, reveló que ejercitarse físicamente de manera regular está asociado con mejores hábitos de alimentación.­

Los autores del estudio observaron a casi 2.700 adultos jóvenes que no hacían habitualmente actividad física ni dieta. Luego de hacer ejercicio físico durante varias semanas, estos participantes que antes tenían hábitos sedentarios, fueron más propensos a elegir alimentos tales como carnes magras, frutas y verduras, mientras que la preferencia por alimentos fritos, gaseosas y otras opciones poco saludables decreció.­

Si bien se les indicó a los participantes que no debían cambiar su alimentación de forma significativa, esto ocurrió de todos modos.­

A pesar de que este estudio no evaluó los mecanismos que operaron detrás de estos cambios, investigaciones anteriores han encontrado que el ejercicio moderado puede reducir la preferencia por alimentos ricos en grasas en animales a través de cambios en los niveles de dopamina. Además, diversos estudios han mostrado una relación entre la intensidad del ejercicio y la cantidad de hormonas reguladoras del apetito en el cuerpo.­

"El proceso de convertirse en físicamente activo puede influenciar la conducta alimentaria", afirmó Molly Bray, autora del estudio y miembro del departamento de Ciencias Nutricionales de la Universidad de Texas en Austin.­

"Una de las razones por las que debemos promover el ejercicio físico es por los hábitos saludables que puede crear en otras áreas. Esa combinación es muy poderosa", remarcó.­

La investigadora sostuvo que lo que conduce a cambios en las preferencias al comer cuando las personas se ejercitan probablemente sea similar a lo largo de un amplio abanico de edades.­

El estudio analizó a personas de entre 18 y 35 años, un periodo de la adultez temprana que es crítico para la formación de hábitos saludables. De hecho, estudios anteriores hallaron que durante los años universitarios suele producirse un aumento considerable de peso y que tener un sobrepeso leve o moderado entre los 20 y 22 años aumenta el riesgo de obesidad a mayor edad.­

Los sujetos incluidos en el estudio eran estudiantes universitarios. Aquellos que dijeron que se ejercitaban menos de 30 minutos por semana al comienzo del estudio comenzaron con una rutina aeróbica de 30 minutos, tres veces por semana, durante 15 semanas, con la instrucción de no alterar su alimentación. Usaron un monitor del ritmo cardíaco y podían elegir entre diversos tipos de ejercicios, tales como bicicleta fija, cinta o máquinas elípticas.­

"Muchos de los participantes del estudio no sabían que tenían esta persona activa y saludable dentro de ellos. Algunos pensaban que su tamaño era inevitable. Y muchos de estos jóvenes estaban por primera vez en la vida eligiendo qué comer y cuándo ejercitarse", enfatizó la investigadora.­

SEGURO PARA LA VEJEZ­

En tanto, un estudio previo realizado por científicos de la Universidad de Southampton, en Reino Unido, comprobó que las personas que durante la adultez llevan una alimentación saludable, son más proclives a tener mayor fuerza y un peso adecuado durante la vejez que aquellos que no lo hacen.­

El equipo de investigadores analizó los patrones de alimentación de un grupo de 969 varones y mujeres británicos, cuyos hábitos de vida se monitorearon desde que nacieron, en marzo de 1946.­

Mediante el uso de información que se recolectó en cuatro puntos de su vida adulta (entre los 36 y los 60 a 64 años), examinaron la alimentación a diferentes edades en relación con tres medidas estándar de función física a la edad de 60 a 64 años (levantarse de una silla, prueba cronometrada de levantarse y caminar, y equilibrio estando de pie).­

El estudio, publicado en "The Journals of Gerontology: Series A", es uno de los primeros en analizar los beneficios a largo plazo de una alimentación más saludable durante la adultez para la función física en la vejez.­

Los resultados mostraron que aquellos que comieron más frutas, verduras y cereales integrales, y menos alimentos altamente procesados en la adultez tuvieron un mejor desempeño en las tres pruebas de función física después de los 60 años.­

Asimismo, el estudio encontró evidencia de un mejor desempeño en dos de las pruebas (Velocidad para ponerse de pie y el tiempo de equilibrio estando de pie) entre los parcipantes cuya calidad de la dieta mejoró durante la adultez.­

"Mejorar la calidad de la dieta puede tener un efecto benéfico para la salud a cualquier edad. Sin embargo, este estudio sugiere que hacer buenas elecciones alimentarias durante la adultez -disminuyendo el consumo de alimentos procesados e incorporando más frutas, verduras y granos integrales- puede tener un efecto beneficioso significativo en términos de desempeño físico y de fuerza más adelante, lo cual ayuda a garantizar una vejez mucho más saludable", enfatizó el autor principal del trabajo Sian Robinso, profesor de Epidemiología Nutricional en la Universidad de Southampton.­

"El vínculo entre los patrones de alimentación y la fragilidad en personas mayores abrirá la puerta a intervenciones efectivas contra el deterioro de la función músculoesqueletica ligado a la edad, que en la actualidad es una gran causa de discapacidad en las poblaciones que envejecen a nivel mundial", opinó por su parte el profesor Cyrus Cooper, de la misma universidad.­

La función física de los participantes se evaluó a los 60-64 años con tres pruebas estándar: el tiempo que lleva levantarse diez veces de una silla y volver a sentarse; el tiempo que lleva levantarse de una silla, caminar tres metros, dar la vuelta, volver a la silla y sentarse; y una prueba de equilibrio estando de pie (el tiempo que el participante puede quedarse parado sobre una sola pierna, con sus ojos cerrados, hasta un máximo de 30 segundos).­

EL ROL DE OTROS­

Otro interesante hallazgo vinculado con los factores que influyen sobre los hábitos saludables es el de un estudio llevado adelante por investigadores de la Universidad de Waterloo, en Canadá, que publicó la revista `Body Image'. Según esta investigación, pasar tiempo con personas que no están preocupadas por sus cuerpos puede mejorar los hábitos de alimentación y la imagen corporal propia.­

Los investigadores analizaron cómo influyen las interacciones sociales sobre la imagen corporal y -en la misma línea que hallazgos previos- vieron que rodearse de personas que están preocupadas por su imagen corporal es perjudicial mientras que estar con personas que no están enfocadas en su cuerpo tiene un impacto positivo.­

"Nuestro estudio sugiere que el contexto social tiene un impacto significativo sobre cómo nos sentimos con nuestro cuerpo en general y en un día en particular", detalló la doctora Kathryn Miller, especialista en psicología clínica de la Universidad de Waterloo.­

"En concreto, cuando las personas que nos rodean no están centradas en su cuerpo, puede ser de ayuda para nuestra propia imagen corporal", agregó.­

"La insatisfacción corporal es ubicua y puede jugar un rol fundamental en nuestro humor, autoestima, relaciones personales e incluso en las actividades que realizamos", enfatizó la investigadora para luego añadir: "Es importante advertir que las personas con las que pasamos tiempo realmente ejercen una influencia sobre nuestra imagen corporal".­

Los investigadores hallaron que pasar más tiempo con personas que no están enfocadas en sus cuerpos puede ayudar a protegernos contra una alimentación desordenada y promover una alimentación más intuitiva.­