Una pintura de la indiferencia

Prohibido morir aquí
Por Elizabeth Taylor
La Bestia Equilátera. 256 páginas

Elizabeth Taylor (1912-1975) es considerada una de las escritoras inglesas más injustamente olvidadas. Eclipsada en su día por su homónima actriz estadounidense, es hoy reconocida como una de las grandes novelistas del siglo XX y desde hace unos años es objeto de un redescubrimiento en su país que se extiende ahora al mundo hispano gracias a La Bestia Equilátera. Entre la docena de novelas que escribió destaca Prohibido morir aquí, publicada en 1971, una exquisita novela que lleva con delicadeza a descubrir el angustioso desamparo de la vejez.

Con levedad, siguiendo las alternativas de la vida cotidiana, Taylor va exponiendo en forma progresiva las pequeñas tribulaciones de esa edad en que las horas y los días pasan lentos, sin nadie con quien compartir, en una soledad inconcebible en medio de la populosa ciudad. Una aridez sobre la cual se recorta algún destello de ternura como esas flores que se abren paso entre la roca.

La protagonista es Laura Palfrey, una anciana que se muda al hotel Claremont, en Londres. Allí viven, junto a los turistas, cuatro huéspedes permanentes: tres viudas y un anciano. La rutina del lugar marca sus días, con las comidas, el café y los programas de televisión donde se cruzan todos.

El hotel es visto por ellos como el último reducto de libertad antes de la secuencia tan temida de invalidez, geriátrico y hospital.

Parte del encanto de la novela radica en la vívida coreografía del hotel que presenta Taylor, con los celos, habladurías y el culto a las apariencias del puñado de personajes que entran en escena y que resultan muy verosímiles. El señor Osmond, que escribe cartas a los periódicos; la extravagante señora Burton, que no para de beber whisky; la siempre despectiva señora Arbuthnot, y la servicial señora Post.

Laura alterna unos pocos diálogos con ellos con salidas a hacer compras y a caminar sin rumbo para acortar la tarde. Una autonomía que no mengua su vacío. A veces, en sus caminatas se detiene a ver pequeñas escenas domésticas a través de ventanas iluminadas.

Nadie se acerca a visitarla. Tiene una hija, gritona y dominante, que vive en Escocia y no se lleva bien con ella, y un nieto remilgado y displicente. Guardar las apariencias frente a ese desapego le significa un esfuerzo delante de los demás.

El encuentro en la calle con un joven llamado Ludo cambiará las cosas. También para el muchacho, un aspirante a escritor sumido en la pobreza, que con su compañía mitiga su propia soledad y los devaneos que le provoca una joven insolente y apática.

La novela es un retrato del desamor y de la indiferencia, aunque contado de un modo tan sutil y ligero que no se puede abandonar. A la veracidad contribuye un detallismo casi impresionista. En cierto momento, por ejemplo, la protagonista mira hacia la calle y observa a una mujer que pasa llevando un ramo de margaritas que parecen "cubiertas de rocío". Ese trazo tenue, que registra la tensión en la voz o gestos elocuentes, va de la mano con agudas observaciones.

Prohibido morir aquí, que fue candidata al Booker Prize y adaptada al cine, es una novela que ante todo mueve a la compasión. Pero también se alza como un duro cuestionamiento al estilo de vida moderno que no ha perdido vigencia con los años.

 

La historia transcurre en Londres en las décadas posteriores a la guerra.