La ubicuidad de Borges

Ahora, los europeos, rabiosamente, lo creen suyo. Si él está en la Argentina, es por que se les ha ido de entre las manos, y a distancia lo ven como ese entrañablemente amado fantasma europeo que anda suelto por Buenos Aires.

Por Germán Arciniegas *

Se ha celebrado en París una gran fiesta en ocasión del número de los cuadernos de L"Herne que acaba de publicarse en homenaje a Jorge Luis Borges. Posiblemente es la primera vez que algo semejante se hace en torno a un escritor de nuestra América. Los cuadernos de L"Herne aparecen dos veces al año. Son grandes volúmenes, de cerca de cuatrocientas páginas, dedicados a un solo autor. Al reseñar la fiesta anotaba "Le Figaro": "Jorge Luis Borges es considerado por los especialistas como uno de los diez grandes escritores vivos que hay en el mundo. Los invitados, un tanto desconcertados por la ausencia del autor, tomaron champaña delante de su retrato y de sus obras, que estaban expuestas en la vitrina".

Una vez Borges escribió una nota con este título: "Borges y yo". La nota debió escribirla en castellano, pero sólo la he conocido en francés. En ella, Borges dice: "Es el otro, al otro Borges, a quien le pasan cosas. Yo me muevo por Buenos Aires, me detengo, ya quizás con un cierto automatismo, para mirar las fachadas de una casa, la portada, el hierro forjado de la reja. El correo me trae noticias de Borges; me entero de que se ha propuesto su nombre para una cátedra, o de que está en el who"s who. Yo me entusiasmo por las arenas, las cartas geográficas, la tipografía del siglo XVIII, la etimología, el sabor del café y la prosa de Stevenson; el otro comparte conmigo estas preferencias, pero catalogándolas como las cualidades de un comediante. Sería excesivo decir que nuestras relaciones son hostiles; yo vivo, me dejo vivir, para que Borges pueda tejer su literatura, y esa literatura me justifica...".

Borges ha vivido siempre, y cuando menos, en estos dos planos. Ahora, los europeos, rabiosamente, lo creen suyo. Si Borges está en la Argentina, es por que se les ha ido de entre las manos, y a distancia lo ven como ese entrañablemente amado fantasma europeo que anda suelto por las calles de Buenos Aires. Sólo nosotros sabemos que Borges es sencillamente argentino. Que como todos los argentinos viene de muchas partes, y puede mirar hacia el norte, el occidente, el oriente y el sur como a los cuatro costados de su propio ambiente. "Hispano-anglo-portugués de origen, nadie es más argentino que Borges...". El padre de Borges era hijo de argentina y de inglés. El padre decía: "Todo el mundo habla de los ingleses, pero en el fondo, ¿qué son los ingleses?. Campesinos alemanes, y nada más...".

El caso de los dos Borges es tan antiguo como la existencia misa de Jorge Luis. Cuenta la madre que el día en que se le ofreció a Jorge Luis un banquete en Buenos Aires, como desagravio por haberlo depuesto Perón del cargo que ocupaba en una biblioteca municipal, escribió un discurso de agradecimiento...que debió leerle Pedro Henríquez Ureña...La miopía de Borges le ha servido para acentuar ese hecho de que él puede ser él y su eco. Lo mismo recuerda también su madre cuando tuvo que hacer un texto para ser leído por la radio para las celebraciones centenarias de Buenos Aires: "Una vez más recurrió a Pedro Henríquez Ureña, y muchas personas encontraron que tenía un acento muy extraño Borges cuando hablaba por la radio...".

Pero naturalmente, donde ya no los dos sino los varios Borges se multiplicaron -creced y multiplicaos-, es en sus libros llenos de fantasmas y realidades, de acertijos y poesía, de magia y erudición, que le permiten moverse en Buenos Aires y mirarnos detrás de sus gruesos lentes de miope desde las vitrinas de París.

* Germán Arciniegas (1900-1999) fue un ensayista e historiador colombiano que también se dedicó la periodismo. En mayo de 1964, La Prensa adquirió en exclusiva para la Argentina los derechos para publicar esta nota.