DE QUÉ SE HABLA HOY

La democracia está matando a la democracia

Como el cazador que cae en su propia trampa, el sistema democrático se está autodestruyendo de manera acelerada en todo el mundo. Hoy, el enemigo de los sistemas democráticos no son los golpes de estado, ni las dictaduras que toman el poder por la fuerza, ni siquiera las revoluciones, es el mismo sistema que lleva al poder a personajes que están dispuestos a violarlo con absoluta impunidad.

Nicolás Maduro en Venezuela, Daniel Ortega en Nicaragua, Viktor Orbán en Hungría, Jair Bolsonaro en Brasil ya son ejemplos concretos de lo dicho. En Alemania Angela Merkel está por ceder el poder para dejarlo en manos de los partidos de derecha que presionan su gobierno desde el Parlamento; Vladimir Putin está financiando las acciones de Anne Marie Le Pen en Francia para que su partido de ultraderecha consiga derrotar al alicaído Emmanuel Macron y estimulando las acciones violentas de los llamados "chalecos amarillos".

En Italia uno de sus presidentes, Matteo Salvini, ultraderechista fanático quiere las fronteras cerradas y ni un solo inmigrante más en su país. En España nació con fuerza y un apoyo poco esperado, el partido ultraderechista Vox, más a la derecha del Partido Popular, cuya plataforma se basa en el nacionalismo, la antiinmigración, los valores monárquicos y el catolicismo romano; además defienden a ultranza la eliminación del derecho al aborto.

Fascismos de izquierda y de derecha se apoderan del gobierno de innumerables Estados destruyendo la esencia del sistema democrático. Y movimientos con ideologías alarmantes cobran fuerzas en cada acto electoral. Lo alarmante es que en muchos casos, estos líderes siniestros llegan al poder a través de un acto democrático como son las elecciones, en muchos casos adulteradas, pero con suficiente carga como para justificar su llegada al poder.

En eso se basa su defensa ante las críticas de un mundo que advierte del peligro de sus gestiones y nada puede hacer, salvo tomar medidas circunstanciales de castigos económicos.
El sistema parece no tener defensas que funcionen realmente contra esta realidad. Los Parlamentos son cerrados, sus líderes opositores detenidos, torturados o asesinados, grupos armados generan el miedo en la población para evitar que se manifieste en las calles.

Con la historia en la mano, algunos demócratas recuerdan que Adolfo Hitler fue elegido por la mayoría de los alemanes incluida la clase media judía. Otro tanto ocurrió con Benito Mussolini en Italia, al que en un comienzo los italianos veneraban. No aprendemos de aquellas lecciones pero tampoco buscamos alternativas para estos casos que vivimos hoy. Debemos estar alertas para no repetir y no dejar que nuestro país transite este camino que lo llevará decididamente a su destrucción.

Tal vez sean las Naciones Unidas las que puedan reforzar el sistema democrático y republicano dándole mayor fuerza representativa a los parlamentos u obligando a sus miembros que los presidentes no puedan repetirse en el cargo. Puede sonar a disparate pero el ataque es muy fuerte y está siendo demoledor. El caso de Venezuela es tal vez el más típico pero no el más grave. Maduro acaba de asumir otro mandato hasta 2025 ganando en unas elecciones fraudulentas y con el Parlamente que le impedía asumir.

El dictador cerró el Congreso y ahora amenaza a sus miembros opositores. La democracia se suicida y parece querer advertirnos que lo hace como para que reaccionemos, pero no lo hacemos, miramos desde lejos los desastres ajenos sin darnos cuenta que en caso corremos el mismo riesgo.
Populismo de izquierda o de derecha, son igualmente nefastos y solo consiguen que bajo el disfraz insolente de la "lucha por el pueblo" sea precisamente este el que sufra los delirios de líderes psicóticos que buscan eternizarse en el poder o alcanzar una gloria que da igual si está o no manchada con las sangre de sus compatriotas.

V. CORDERO