Duro tránsito a la vida adulta

María Zef

Por Paola Drigo
Periférica. 231 páginas

María Zef es una novela estremecedora, publicada en 1936 pero traducida ahora por primera vez al castellano, cuyo retrato del mundo rural de principios del siglo pasado cautiva por su fuerza descriptiva. Un mundo rudo, primitivo, acechado por el hambre y la fiereza destructiva de la naturaleza y de las pasiones.

Con sensibilidad, Paola Drigo (1876-1938) extrae de entre las privaciones de esa vida dura y sacrificada escenas de una conmovedora belleza y felicidad. Sobre todo por la simpleza de esas personas curtidas, que viven sin rencor sus destinos de pobreza y que comparten lo poco que tienen, pero también por el tan majestuoso como inhóspito entorno natural de las altas montañas de Carnia, en el Friuli, nordeste de Italia.

Una de esas personas encantadoras es la protagonista, Mariutine, una joven alegre y amorosa, de 14 años, que camina con su madre y su hermana de 6, empujando un carro de madera con el que venden productos por la comarca, antes de que la nieve lo impida. Sin padre desde hace años, la súbita muerte de la madre deja a las dos niñas al cuidado de un tío, un carbonero huraño que ya vivía con las tres mujeres en una casa mínima en la cima de la montaña.

Para demostrar que no son una carga, para no ser abandonadas al desamparo más completo, Mariutine se esfuerza por limpiar la casa, administrar las provisiones, preparar la comida, zurcir la ropa, atender las ovejas, palear el estiércol. Tareas rústicas, inhumanas para su edad, que realiza con diligencia.

La historia gana en intensidad con los preparativos para un invierno que se avecina con toda su crudeza. Una época en que la región se vacía de trabajadores y los Zef quedan aislados por la nieve, obligados a permanecer todo el día dentro de la cabaña mísera para escapar de las dentelladas del frío y del hambre, en un ambiente promiscuo y con un tío bebedor y violento. El invierno implacable es una metáfora del drama que soportará la protagonista, que a partir de entonces se irá marchitando hasta convertirse en una joven taciturna y apagada.

Narrada en tercera persona, salpicada de palabras en dialecto del lugar, con pocos personajes pero con ricas pinceladas costumbristas, María Zef es una novela cruda y desesperada, de narración contenida, no discursiva, con destellos de poesía, que fue llevada dos veces al cine. Más que contarlo, Drigo muestra el drama que se va desplegando con paciencia, con un estilo realista que era propio de la época.

Es cierto que la novela expone el sometimiento de las mujeres en un mundo dominado por los hombres. Pero no es menos cierto que el feminismo declarado de Paola Drigo carece del reduccionismo ideológico de hoy en día y se aproxima a un más sano humanismo. Porque su mirada sobre los hombres es compasiva y aun capaz de misericordia con los culpables, tan sometidos como las mujeres al embrutecimiento de un trabajo extenuante, sin acceso a la educación de ningún tipo, menos aún religiosa, entre la soledad y la angustia del silencio.