Espiral descendente

Mirador político- Mientras la dirigencia política tenga como prioridad reproducir las condiciones de su propia existencia no será posible salir de la espiral descendente. Ese debería ser el primer punto de la agenda en la campaña.

      

En materia económica y social el país viaja por una espiral descendente desde hace décadas. En años electorales la causa principal de tan lamentable fenómeno queda más a la vista que nunca: el sistema político se reproduce a sí mismo en lugar de revertir la tendencia. Para comprobar este hecho basta echar una mirada a los candidatos hasta ahora disponibles.

El que aparece con más chance, Mauricio Macri, va por la reelección después de que las promesas refundacionales con que ganó en 2015 quedaran para otro mandato. Sus posibilidades de éxito dependen de que le crean que va a hacer los cambios que no hizo.

En los últimos tres años hubo sin duda un fuerte giro en la moral administrativa, se puso fin al robo descarado y en banda del régimen anterior, se activó la obra pública y se combatió el narcotráfico, este último el aspecto más oscuro del poder político instalado en los grandes centros urbanos: el peronista en el Gran Buenos Aires y el socialista en Rosario. Pero faltó transformación. No se liberaron las fuerzas productivas, siguieron el corporativismo, el estatismo y el fiscalismo retrógrados, por lo que una vez más un leve cambio de viento externo derrumbó el castillo de naipes de la economía, obligando al Gobierno a hacer sin anestesia lo que se había negado a hacer cuando tenía el crédito político intacto. La gran duda consiste, entonces, en si Macri cambiará a partir de 2019 haciendo cirugía mayor. Pero para eso necesita controlar los otros dos poderes del Estado, algo fuera de su alcance. Con el Congreso, la Corte, el sindicalismo y la calle en manos del peronismo todo hace prever que se repetirá el frustrante escenario de los últimos tres años.

LA ALTERNATIVA
La alternativa al macrismo con mayor chance es la de Cristina Kirchner. Su vuelta sería en versión recargada. Circuló una declaración atribuida a Diana Conti en favor de una reforma para que a la Justicia la manipulen a discreción los políticos. Constituiría el perfeccionamiento del sistema de impunidad cuyos defectos de diseño mandaron a un centenar de kirchneristas a la cárcel. Ese es el único "cambio" posible con los "K".

Para completar el cuadro el peronismo alumbró otros seis candidatos: Urtubey, Massa, Pichetto, Solá, Guillermo Moreno y Agustín Rossi. La sola enumeración demuestra que aquí la posibilidad de un cambio también es cero. Más aún, si se deja de lado los antecedentes de los seis y se presta atención exclusivamente a lo que dicen, los motivos de esperanza no abundan.

Los más articulados llegan hasta el diagnóstico, pero no aportan ninguna posible solución. No dicen cómo eliminarán el impagable gasto público y la paralizante legislación laboral, cómo pagarán la deuda, cómo reducirán el déficit y la asfixiante presión impositiva y cómo pondrán fin al parasitismo social.

Conclusión: mientras la dirigencia política tenga como prioridad reproducir las condiciones de su propia existencia no será posible salir de la espiral descendente. Ese debería ser el primer punto de la agenda en la campaña. Toca al periodismo y a la opinión pública exigir a los candidatos que expliquen cómo van a hacer lo que prometen.