Mario Montoto, presidente de la Cámara de Comercio Argentino Israelí, traza un balance del año

"La relación hoy entre la Argentina e Israel es de absoluta confianza"

A pesar de la crisis, sigue habiendo interés de empresas del Estado Hebreo de alta tecnologías para invertir en nuestro país, explica Montoto. Las enseñanzas de Shimon Peres.

El jueves pasado en un hotel del barrio de Montserrat, la Cámara de Comercio Argentino Israelí celebró dos cosas: sus setenta años de vida y los setenta años de la existencia del Estado de Israel. Hubo entrega de galardones y placas de reconocimiento en un clima de satisfacción porque, a pesar de las turbulencias de nuestra economía (comparables al temporal de ese mismo día), la relación entre dos democracias cabales se está ampliando, tanto en lo comercial como en el plano de la cultura que es tanto o más importante que lo político.

Un rato antes del business cocktail, el empresario Mario Montoto conversó con La Prensa. El presidente de la Cámara destacó el cambio sustancial que se ha producido desde 2015.

-¿Qué fue lo mejor de 2018 para la Cámara?
-Este fue un año sumamente productivo. Promovemos, como usted sabe, no sólo la relación comercial, sino también la integración cultural y la transferencia tecnológica entre los dos países. Hemos celebrado con provincias -como la de Entre Ríos- encuentros muy importantes, trajimos desde Israel expertos en el tema agua y agricultura que disertaron ante entidades intermedias.

También celebramos la cuarta edición del Israel Innovation Awards 2018,. ¿En qué consiste esto? Permítame ponerlo en contexto: nuestra cámara, la embajada de Israel, el Ministerio de Educación, Ciencia y Técnica y algunas áreas del Ministerio de la Producción realizamos un concurso anual enfocado a pymes y jóvenes emprendedores en base a un tema específico, este año fue Salud y Tecnología. El jurado elige la que su juicio es la innovación más relevante.
Estamos contentos porque este año hemos tenido una calidad y cantidad de proyectos excepcionales. El ganador fue el proyecto Inclode, un dispositivo para el cierre de heridas quirúrgicas, desarrollado por el Dr. Diego Fridman, los co-creadores del dispositivo Luciano Poggi y Pablo Luchetti, y equipo.

-¿En lo personal, de qué se felicita por lo hecho este año?
-En Israel, cuando uno va, es como si recargara energías. No sólo Jerusalén, el país entero tiene una fuerza espiritual que es increíble. Me enorgullezco en lo personal en que este año hemos concretado proyectos importantes con empresas israelíes a las que estoy vinculado, pero no quisiera explayarme mucho porque son cuestiones personales, que no tienen nada que ver con los intereses de los otros socios de la cámara que represento. 
Insisto, en que 2018 ha sido un año muy fructífero, como lo viene siendo desde que hace tres años cambió la relación entre Israel y la Argentina.

-Tres años, dice usted. ¿Significa que con la llegada de Mauricio Macri a la presidencia se produjo un cambio importante?
-En la relación Argentina-Israel hemos evolucionado de una relación de muchas discusiones y desconfianzas a otra de absoluta confianza. El cambio de gobierno, indudablemente, influyó.

-¿En qué terrenos se notó el cambio?
-Nadie ignora que con el gobierno anterior las relaciones con Israel no eran las mejores. Este gobierno ha tenido, en general, una visión muy distinta en relación al vínculo de la Argentina con el mundo y nosotros lo notamos. Cambiamos sustancialmente. Pasamos de una agenda problemática y de desacuerdos a otra sumamente positiva, uno de cuyos ejes es la integración tecnológica. En definitiva, somos economías absolutamente complementarias, lo que hace que para las actividades de nuestros socios se abra un amplio abanico de posibilidades. No me corresponde a mí opinar sobre temas politícos, pero puede decir alguna palabra sobre la integración política. Hemos tenido en este tiempo el honor de la visita del primer ministro Netanyahu. Esto fue un hito para la relación entre dos naciones, que si están a distancias importantes en cuanto a kilómetros, se encuentran muy cerca en cuanto al afecto y al interés mutuo. Lo complementario se ve no sólo en lo económico.

-¿En qué otro plano sería?
-También en lo cultural. Hay muchos argentinos e hijos de argentinos en Israel. A mí me gusta decir que cuando se escucha hablar en español en Israel, en realidad se oye hablar en argentino. El respeto y afecto hacia la Argentina se percibe allá.

PASO A PASO

-¿El tratado de libre comercio entre Israel y el Mercosur en vigor tuvo alguna importancia para incrementar los negocios?
-A mí me entender, esta subutilizado. Falta ajustar detalles, entre la Cancillería y la Secretaría de Comercio. Y en el conocimiento de las empresas, sobre todos en los temas arancelarios. Pero es un tratado extraordinario que, como todas las cosas, se van dando paso a paso.

-¿Qué traba hoy la inversión israelí en la Argentina?
-En materia de seguridad, la Argentina e Israel han realizado importantes acuerdos Estado a Estado. Esto es inversión y desarrollo. Las empresas privadas terminan sumándose a emprendimientos como éste. Y los israelíes se asocian con un socio local. Siempre.
Israel también tiene mucho que aportar a la Argentina en materia de manejo de agua. Algunos socios de la cámara, incluso, ya son líderes en la provisión de los sistemas de riego. Otras se han especializado en la desalinización del agua de mar. Están a la vanguardia mundial por las propias necesidades del Estado de Israel.
No quisiera olvidarme que este año otro hito muy importante fue la participación de nuestra cámara en la Feria del Agro en Israel, una de las más importantes del mundo. Fueron muchos empresarios argentinos, funcionarios y especialistas. Quiero decir, hay una vinculación creciente entre las dos economías.

-¿Qué le puede vender Argentina a Israel?
-Ahora les vendemos carne... recientemente. Aunque parezca mentira también exportamos licencias de software. Usted sabe que la materia gris del argentino es muy reconocida en el mundo entero. Le cuento una curiosidad: cuando uno recorre Israel siempre se encuentra con un argentino en un puesto de relevancia, ya sea en materia de investigación biogenética o en el hospital más importante del país. 
En definitivamente, la Argentina tiene muchas cosas que ofrecerle al consumidor del mundo, incluso con mucho valor agregado. Fíjese, por otro lado, que al tener una comunidad judía como la nuestra producimos muchos alimentos kosher muy reconocidos, incluso en Nueva York e Israel.

-¿Cuántas empresas israelíes hay trabajando en la Argentina?
-Lo que puedo decir con certeza es el número de afiliados a la Cámara: más de sesenta.

INTERES HAY

-¿Usted percibe que hay interés en la comunidad de negocios de Israel de venir a invertir acá o se ha frenado todo por la debacle monetaria de este año, la recesión subsecuente y los peligros de las próximas elecciones?
-No, no, interés existe. En materia de tecnología le puedo asegurar que hay compañías que están pensando en desembarcar en la Argentina en 2019, incluso para desarrollar productos, servicios y soluciones aquí en nuestro país. Son consecuencias de los acuerdos Estado-Estado en materia de seguridad que se firmaron en estos últimos tiempos. Se dispararon nuevas posibilidades. Por ejemplo, en el terreno de la medicina.
También, me gustaría destacar, hay empresas argentinas que tienen una relevante participación en el mercado de Israel, como los dueños de casa, el grupo Elzstain. Lo importante es que son caminos de ida y vuelta. En todas las disciplinas, déjeme decirle, hay un antes y un después tras ir a visitar a Israel.

-¿A qué se refiere?
-Nadie deja de preguntarse cómo un país tan pequeño, con tan pocos recursos, consiguió tantos resultados. Cómo han invertido tanto en los seres humanos, que en definitiva es el secreto de su éxito. El amigo más joven que yo tenía en Israel, Shimon Peres, decía: "Hay que pensar siempre en el futuro. Hace 70 años no teníamos petróleo, agua, oro ni agricultura, ni siquiera teníamos amigos, pero teníamos la determinación de invertir en el ser humano porque el ser humano tiene la capacidad de generar riqueza"...

-¿Cuándo le piden en Israel explíqueme la Argentina en dos o tres frases; cómo puede ser que un país con tantos recursos no pueda superar la pobreza y la frustración, usted qué les responde?
-Voy a hablar a título personal. Mire, nosotros somos un país con capacidades individuales que generan asombro y hasta envidia. Tenemos individualidades genialidades que se destacan en todo el mundo, incluso Israel. Pero al mismo tiempo no terminamos de encontrarle la vuelta al desarrollo de un proyecto colectivo. ¡Ni siquiera tenemos un proyecto común! Esto es importante para entender la economía.

-¿Cómo se supera?
-Yo creo que tenemos que aprender de países como Israel y apostar a una revolución del conocimiento. Dejar de depender de una cosecha y ser creativos en la forma de vender a la Argentina. Pensaba los otros días después del excelente espectáculo en el Teatro Colón. Me hacía la siguiente reflexión: Cuando se mostraban todas las imágenes y sonidos de la Argentina uno mismo se sentía conmovido, impactado, emocionado, pero qué pensarán los presidentes del G20 haciéndose la misma pregunta que usted me formuló: cómo es posible que le vaya tan mal a la Argentina con semejante diversidad de recursos humanos y naturales... Lo que no podemos hacer más es mentir, la mentira en el siglo XXI tiene patas muy cortas. Cada uno debe ser parte de la transformación, salir de ese esquema mental de "cuanto peor mejor", y pasar al esquema "cuanto mejor mejor". Esto no es política, rige para todos los ámbitos de la realidad. Voy a leerle algo más de Shimon Peres...

-¿De su libro La honda de David?
-No, lo dijo durante su visita a Buenos Aires, lo estuve buscando para citarlo en el acto de hoy: "Argentina es un país en transición, las generaciones jóvenes miran al futuro en busca de ciencia y conocimiento... los argentinos vivían en base a la tierra, pero la tierra ha perdido importancia... no es suficiente tener tierras porque no es algo creativo..."
Ese es el espíritu correcto que yo he aprendido del último estadista del siglo XX, una premisa para corregir la decadencia.