El Grupo de los 20 desde dentro

Por Alejandro Laurnagaray de Urquiza * 

Varias sensaciones quedan luego de participar de un evento de la magnitud de la Cumbre que se desarrolló en Buenos Aires. Después de la Asamblea anual de las Naciones Unidas de fines de septiembre de cada año, el G20 representa el hecho de mayor importancia para quienes elegimos esta maravillosa profesión de las Relaciones Internacionales.

Confieso que, después de lo sucedido con el Boca-River, tenía serias dudas de la capacidad del gobierno de lograr transitar los tres días sin problemas. Afortunadamente nada grave sucedió. Sea cual sea la Administración de turno, un acontecimiento como este tiene enorme relevancia, sobre todo en el mediano y largo plazo. Las tensiones globales también se ponen sobre la mesa en este encuentro, y siempre hay que participar y buscar sacar lo mejor de cada reunión grupal y bilateral. El debate interno, es puertas adentro.

Dentro de los predios de Parque Norte y Costa Salguero, se pudieron romper las barreras aislacionistas y proteccionistas. Mexicanos con norteamericanos, británicos con franceses y coreanos. Españoles, chinos, japoneses, colombianos, rusos, argentinos por doquier colaborando con distintos medios extranjeros. Quien suscribe, participó como analista internacional -aún restan tareas-, para este histórico diario y para algunas cadenas y medios foráneos.

Debatir con un portugués, una china y un español sobre Bolsonaro, entendiéndonos en una fusión idiomática, fue alguno de los momentos interesantes. Cada uno con su visión, comprendiéndonos y dialogando.

Creo que los miles de participantes han salido enriquecidos cultural e intelectualmente de esta Cumbre. Se han generado relaciones, contactos y se profundizó el multiculturalismo. Por ejemplo, tanto a través de la cadena global Russia Today en español, o la china CCTVy Radio Internacional China -entre ambas con llegada a cientos de millones de televidentes- quien suscribe pudo transmitir una visión, un análisis, desde la Argentina hacia el exterior, a toda la comunidad china, con traducción al mandarín. Ello acerca, colabora para un mayor entendimiento, a una mayor integración.

SIN COLADOS

Afortunadamente, salvo detalles, la organización funcionó bien, y la seguridad también. El día previo a la llegada de los mandatarios fue más laxa, pero ya el 30 y el 1 la Gendarmería subía a los buses de traslado para solicitar credenciales y evitar cualquier infiltración o colados, y se notaba mayor presencia policial en el lugar. Cientos de periodistas de distintos países trabajaban al mismo tiempo en salones inmensos. La puesta en Parque Norte y Costa Salguero estuvo bien lograda, y el trato, la atención y el servicio a los periodistas, analistas, camarógrafos y asistentes fue realmente completo. Ello me generó una doble sensación, entre sentirme halagado y bien atendido -como todos- y algo culpable, o molesto quizá, claro, por lo que sucedía y sucede fuera de la burbuja de los tres días del all inclusive, tanto en la Ciudad como en cada rincón del país. De todos modos, todos los asistentes se fueron sin dudas con una sensación muy positiva.

Sí es cierto también que hubo escasa información dentro del Centro de Medios, y lo que más se destacó fue el servicio de catering y las imágenes protocolares transmitidas en pantalla gigante, como la gala del Colón o el encuentro de primeras damas. Creo que, sin dudas, una decisión de los integrantes del G20 fue ser bien cuidadosos con la información a filtrar o transmitir. Objetivo: no incomodar a nadie en un momento de enormes tensiones entre algunos de los participantes.

Me llamó la atención, aunque ya no debería, ver plasmada allí mismo en el Centro de Medios, en acción, el debate sobre el futuro del trabajo. He visto casi la mitad de camarógrafos que solía ver antes en otros eventos de gran magnitud. Muchos periodistas filmaban con sus teléfonos o cámaras portátiles en modo selfie y con trípodes manipulados por ellos mismos. El trabajo de camarógrafo, y claro, de fotógrafo también, es parte de esta discusión sobre los trabajos del futuro y merece un serio abordaje.

Como analista internacional, sí me dio cierta pena que no se aprovechara desde grandes medios tradicionales de Tv nacionales, el momento de gran atención de la población y el mundo, para abundar más en información analítica, política, económica, geopolítica, histórica, que los argentinos necesitan hoy más que nunca. Con buena información el rating siempre acompaña, y lo he experimentado yo mismo -realicé por dos años un programa de análisis internacional- el rating funciona y la gente se interesó cada vez más en los asuntos claves del exterior, más allá de catástrofes o atentados.

Si no, los argentinos terminan cayendo en el error de creer que todo lo bueno y malo que nos pasa es sólo por nosotros, y no se logra entender como nos afecta cada movimiento estructural del mundo, lo que es determinante.

Ahora sí, después de la canilla libre de vino de alta calidad, de la comida gourmet y de los helados de sabores membrillo-quartirolo y torrontés, es momento de volver a una realidad que es por cierto difícil para la gran mayoría de los ciudadanos, sin dejar de destacar, por supuesto, que fue una Cumbre necesaria, positiva, que sirvió a todas las delegaciones, para calmar las aguas de este mundo turbulento, y que como nación, debemos saber aprovechar las Relaciones Internacionales para buscar el mejor camino para nuestro futuro. Eso sí, en primer lugar, el debate interno hay que darlo todos los días, cada dos años para el Congreso y cada cuatro, eligiendo Presidente, para decidir desde adentro, de que manera nos vamos a relacionar con el afuera.

* Consultor. Analista Internacional.