Otro choque de civilizaciones

La reina Ginga

Por José Eduardo Agualusa
Edhasa. 304 páginas

Escritor de gran proyección internacional en los últimos años, el angoleño José Eduardo Agualusa (1960) entrega en La reina Ginga su propia versión del "choque de civilizaciones", pero lo hace ambientándolo en el Africa del siglo XVII.

El narrador en primera persona es el sacerdote Francisco José de la Santa Cruz y lo que leemos son una suerte de memorias que ha compuesto en su edad provecta. Nacido en las posesiones portuguesas de Pernambuco, en 1620 arribó con 20 años al sudoeste de Africa como misionero pero su trato con Ginga, de la que llegará a ser su secretario, y la exuberancia y el misterio del continente negro habrán de cambiarle la vida.

Más que contar los hechos de esa reina legendaria que registra la historia del actual territorio angoleño ("Una mujer que nunca se doblegaba; que no tenía amo ni Dios"), el libro sigue al sacerdote en las etapas de su inevitable apostasía. Su fe se va diluyendo ante los embates de la sensualidad, la codicia y la violencia, y un entorno estancado en el animismo y el panteísmo. Acusado de "traidor, hereje y relapso", el sacerdote es presentado -con una pizca de anacronismo- como un prototipo del hombre moderno, un escéptico que termina leyendo a Montaigne y ya no cree en absolutos.

Al margen de lo inverosímil que suena por momentos la modernidad del narrador, la gran virtud del libro está en el estilo, maravillado e inaugural, que se ajusta a un tiempo de descubrimientos, aventuras y conquistas. Cada palabra ha sido elegida con sumo cuidado. Tampoco falta la ambición poética que exhiben párrafos como el siguiente: "Nos callamos los dos. El silencio parecía agregar todavía más noche a la materia esquiva con que se teje la noche". Realza el conjunto la excelente traducción de Claudia Solans.