Claves del mundo

Cumbre del Consenso, ¿hacia un orden tripolar?

 

Alejandro Laurnagaray de Urquiza * 


 Podríamos afirmar sin dudas que esta fue una "Cumbre del Consenso", parcial claro. Pero no es poco. Que las potencias globales se hayan puesto de acuerdo en temas diversos, y además aceptado y plasmado diferencias en el documento final -aunque nada sea vinculante-, representa un logro, más aún en un mundo donde las tensiones políticas, una guerra comercial y conflictos militares que involucran a viejos contendientes están hoy en el pináculo. En este período anárquico, el Sistema internacional da hoy otro paso hacia el Multipolarismo, y más cerca a un orden tripolar (USA-China-Rusia). Esa es la foto de este G20.

 Ningún mandatario trató de incomodar a otro. Ni a M. Bin Salman por el asesinato de Khashoggi o la guerra en Yemen, ni a Putin por el último incidente militar con Ucrania, ni a Trump con su aislacionismo ni su posición sobre el cambio climático, ni a Xi Jinping (salvo alguna movida mediática de Washington), y así fue en general entre todos los que participaron de la Cumbre.
 Lo más importante de este G20, sin embargo, se produjo una vez finalizado: el encuentro bilateral entre Donald Trump y Xi Jinping: en torno a ellos giran los dos principales conflictos a nivel global -la guerra comercial, y sumando a Rusia, la nueva guerra fría que hoy se está llevando a cabo-. Como resultado: tregua temporal. Luego de la reunión, el presidente norteamericano habló de ambos temas en términos favorables, tanto de arreglos con China como de la necesidad de frenar la carrera armamentista. En un momento de anarquía como el actual, el G20 tiene gran importancia, así como todo foro o encuentro que pueda realizarse.

 En este sentido, ¿vamos camino hacia un orden tripolar? Es posible, pero no seguro, y claro que la India y la UE -si no se sigue debilitando- reclamarán su espacio. Por lo pronto China, según se pudo observar desde adentro, fue el país que más activamente aprovechó esta cumbre. Siguió rompiendo barreras culturales, profundizando acercamientos diplomáticos y sumando acuerdos comerciales y de inversión. Xi Jinping tuvo esta reunión como su eje principal, pero el G20 fue parte de una gira de notable significado geopolítico: empezó por España, luego Argentina, después se dirigió a Panamá, para culminar en Portugal el 5 de diciembre. Objetivo: consolidarse aún más en el mundo hispano. En Madrid ya tiene puertos y el tren de la seda, la ruta férrea más larga del planeta. Aunque Sánchez haya dicho ""no gracias"", ya están dentro de la nueva Franja y Ruta. Buenos Aires fue el epicentro, donde profundizó la relación con el gobierno argentino y con otros países.

 A pesar de la presión y de los mensajes difundidos por Washington sobre las "relaciones por corrupción" o la última sobre la "actitud depredadora", Beijing logró dar un paso más en nuestro país firmando convenios y recibiendo un trato preferencial por parte de Macri, rompiendo el cerco trumpista. Y en Portugal, China tiene fuertes intereses energéticos y es el segundo mayor usuario del Canal de Panamá, país que ya rompió relaciones con Taiwán.

 Por otro lado, el logro parcial de Trump, no menor, además de la firma del nuevo USMCA (United States-México-Canadá Agreement) con mayores beneficios para su país y un freno a China, es haber quitado del documento final la lucha contra el proteccionismo e incluir la aclaración de EE.UU. sobre su salida del Acuerdo de París, aceptada por todos, y mostró así una actitud más negociadora, la cual era su intención.

 Rusia no se quedó atrás, aunque también tuvo un logro parcial, lo que es más que suficiente observando el panorama global. Si bien Trump suspendió la reunión bilateral, supuestamente por el incidente entre Moscú y Kiev en el mar de Azov -se especuló también que fue a raíz de presiones de política interna de EEUU-, el G20 le cerró las puertas a los reclamos de Ucrania que buscaba escrachar a Vladimir Putin con enormes carteles y presencia dentro del predio de Costa Salguero. La empresa argentina que se había asociado con una ucraniana para realizar el despliegue, canceló el contrato y todo quedó reducido a una conferencia de prensa de una funcionaria en el hotel donde se hospedada.

 Teniendo en cuenta la anarquía y tensiones actuales, la calma y cierto consenso puede definirse como un logro para los miembros e invitados. Un objetivo claro era evitar mayor escalada en los conflictos, y se consiguió. Los puntos clave de los documentos finales rara vez se han transformado en hechos, el tema es ver quien coloca o quita párrafos en relación con sus intereses, no mucho más. Dos ejemplos claros: desde hace una década se promete combatir los paraísos fiscales y establecer mayor regulación a las finanzas, así como también la lucha contra el cambio climático. En cuanto a lo primero, nada se ha hecho, y con respecto a lo segundo, bueno, mientras se pondera el Acuerdo de París, las potencias ya actúan geopolíticamente en el Artico, asumiendo que en 20 años no quedará allí ni un cubo de hielo.
 Para Argentina también fue útil: el G20 le brindó una bocanada de oxígeno al gobierno de Macri, con la economía en recesión y una crisis de deuda creciente. Pero ojo, de aquí en más, como a lo largo de su historia, nuestro país corre el riesgo de -con el traspaso del centro del poder de Occidente a Asia- pasar de una relación de dependencia de USA a una similar con China, sin poder superar las limitaciones al desarrollo ni lograr ser -a la vista de nuestras capacidades naturales, científicas y humanas-, la potencia regional que deberíamos ser. Hace falta una estrategia integral de política exterior, con visión geopolítica realista, asumiendo el alto valor estratégico que tiene la Argentina, y no tomar como nuestras las opiniones negativas que muchas veces del exterior nos buscan ser impuestas.

* Consultor y analista Internacional