La contundencia de una historia

Dirigido por Diego Ramos, conmueve el musical "Tommy", sobre un niño sojuzgado

"Tommy". Libro: Pete Townshend, Des Mcanuff. Música y letras: P. Townshend. Adaptación: Marcelo Kotliar. Dirección: Diego Ramos. Dir. musical: Santiago Rosso. Dir. vocal: Matías Ibarra. Coreografía: Vanesa García Millán. Diseño de vestuario: Javier Ponzio. Producción artística: Estanislao Otero Valdez, Tamara Bur. Producción general: Ximena Biosca, D. Ramos. Actores: Ezequiel Rojo, Mariano Zito, Micaela Racana, Walter Canella, Francisco Eizaguirre, Patrissia Lorca, Clara Lanzani, Arturo Sporleder, Martina Iglesias, Nicolás Sousa, banda en vivo y elenco. En el teatro Maipo. Ultimas funciones: 10 y 17 de noviembre.


La primera puesta argentina de "Tommy" tiene dos momentos bien marcados, que coinciden con sus dos actos. El primero, de acelere total, donde se cuenta el grueso de la historia y el nudo del conflicto a un ritmo asfixiante. El segundo, en el que se resuelve todo.
El primero es voraz, absoluto y fulminante, mientras que el segundo es el rebaje. El primero es imprescindible; el segundo sirve para aquietar las aguas y no salir del Maipo con una ansiedad atroz.

Esta ópera rock está basada en el álbum "Tommy", de la mítica banda The Who, y en la posterior puesta teatral que deslumbró a Broadway en 1969. En ella se cuenta la historia de un niño que a sus cuatro años es testigo de un asesinato en el seno familiar. Aturdido por el impacto emocional, deja de hablar y escuchar, y tras estériles esfuerzos médicos encuentra su refugio en un pinball. Sufre años de hostigamiento y abusos, y él sólo parece revivir por su destreza lúdica.

Esta versión dirigida por Diego Ramos construye su espectacularidad basándose en el inmenso talento de Ezequiel Rojo (Tommy) a lo largo del segundo acto, y de Patrissia Lorca (Acid Queen), a quien solo una escena le alcanza para cautivar a la platea. El momento en que, como flor nocturna, pretende devolverle la normalidad a Tommy con sus oscuros secretos es sublime. No alcanza todo el espacio de la sala para contener semejante registro vocal. En ese momento el teatro explota.

ESOS ROSTROS
"Tommy" es una obra dura, difícil de digerir porque se trata de un chico que sufre. Y en el desenfreno del primer acto es la figura de Nicolás Sousa (el niño que encarna a Tommy a los diez años) la que sorprende con un despliegue interpretativo impensado para un chico que está haciendo sus primeras armas en el musical. El rol de Tommy a los cuatro años lo encarna Martina Iglesias. También de gran desempeño, lookeada como un nene, asume el temor en otro acertado juego de gestos.

Ramos pone el énfasis de la puesta en lo intenso y angustiante de la historia, y en un elenco heterogéneo. Arrollador y soberbio se revela Ezequiel Rojo como el Tommy de la juventud, secundado por Mariano Zito, como su padre, y Micaela Racana, quien con una voz encantadora le aporta hondura a su madre. Otro acierto son las participaciones, muchas por suerte, de Francisco Eizaguirre como Kevin, el primo del protagonista.

Vale la pena ver esta puesta. Por su efervescencia, por el rock en vivo de una banda contundente conducida por Santiago Rosso. Porque el futuro está en esos niños y, más acá, en Ezequiel Rojo. Y porque quien se considere amante de los musicales no puede perderse a Patrissia Lorca en su versión de una sensual y oscura gitana.

Calificación: Muy buena