Adiós Dr. House: la salud del siglo XXI y la inteligencia artificial

No todo tiempo pasado fue mejor y la frase es especialmente verdadera cuando nos referimos a cuestiones de salud. La historia de la medicina es una secuencia interminable de barbaridades fundamentalistas, iluminadas por algunas chispas de ingenio. Si usted se enfermaba hace quinientos años, el tratamiento sugerido variaba de acuerdo al lugar del mundo donde viviera y las creencias imperantes. Si estaba en Europa, probablemente le darían a entender que Dios lo había castigado por sus pecados y debía peregrinar en busca del favor de los santos, el perdón por sus faltas y si hacía falta, hasta tragarse una reliquia.

En algunos casos le dirían que estaba endemoniado y deberían sacrificar a una criatura bajo ciertos ritos, para expulsar al maligno.

En Medio Oriente los médicos, siguiendo doctrinas clásicas, le hablarían del balance de los cuatro humores y que para su enmienda debería llevar una dieta estricta e ingerir ciertas pociones.

En la India, la medicina Ayurvédica le hablaría del equilibrio de los tres elementos del cuerpo (las dosha) y le recomendaría un tratamiento con hierbas (algunas con principios psicoactivos, como los cannabinoides y el opio) masajes, meditación y posturas de yoga.

Los médicos chinos buscarían el equilibrio de su flujo vital mediante la acupuntura y algunos remedios provenientes de animales como víboras, palomas, etc.

Cada parte del mundo trataría la enfermedad en forma diferente de acuerdo a sus tradiciones y distintas concepciones del cuerpo humano que derivan en rituales, conjuros y hechizos.

Lo curioso es que muchas de estas medicinas funcionaban bastante bien. Unas porque accidentalmente habían descubierto algún principio activo que era efectivo en ciertas afecciones (la digitalina para la insuficiencia cardíaca, los opioides para el dolor, los cannabinoides para las convulsiones, etc.). En segundo lugar, podemos atribuir el éxito de estos tratamientos a afecciones auto limitadas que el propio cuerpo cura. Y por último porque casi un 30% de las consultas se deben a afecciones psicosomáticas que el médico, chamán o curandero puede manejar con algunos principios de psicología empírica o curarse mediante el mismo poder que emana de su posición en la sociedad. De todas maneras, la tercera parte de los niños morían antes de llegar a la adolescencia y hasta hace relativamente poco tiempo, la expectativa de vida apenas superaba los cuarenta años.

POSIBILIDADES UNIVERSALES

Hoy, si bien existen variaciones locales, las posibilidades terapéuticas son universales. Los hospitales tienen estructuras semejantes en todo el mundo, cuentan con aparatología parecida, siguen protocolos idénticos, además de utilizar fármacos producidos por empresas multinacionales que las fabrican en condiciones reguladas por estándares mundiales.

Los médicos de distintas partes del mundo tienen currículums educativos semejantes y manejan algoritmos diagnósticos iguales, porque comparten los mismos criterios sobre la conformación del cuerpo, las noxas que lo afectan y los principios terapéuticos.

La medicina fue la primera gran rama de la ciencia en globalizarse. Hace quinientos años cada cultura tenía su propia visión del universo. Hoy, ningún profesional que se precie puede negar la existencia de células, bacterias, virus y tumores. Obviamente existen diferencias de criterio pero, en el fondo, son los criterios de construcción de algoritmos, diagnósticos y terapéuticos que están en continuo perfeccionamiento (el camino de la toma de decisiones).

Si un paciente tiene X sintomatología, se pide Y, Z, W. Si el estudio está mal, debe hacer A, B o C. Y así sucesivamente hasta que se cure o no...

Las afecciones más comunes tienen protocolos más conocidos por los médicos y por lo tanto reciben respuestas inmediatas, pero existen situaciones más complejas, con tantas variables como manejar por Buenos Aires. Usted confía en la toma de decisiones que hace Waze para evitar los embotellamientos. Waze no es otra cosa que un algoritmo con mejor información que la que usted dispone cuando conduce su auto. La medicina ha cambiado, de un acercamiento doctrinario, pasamos a la demostración basada en la evidencia. Ya no importa tanto la opinión de una autoridad en un tema sino la demostración que tal o cual terapéutica o método de diagnóstico es más o menos efectivo según un análisis estadístico y la valoración costo-beneficio de dicho procedimiento.

La Inteligencia artificial que nos dice dónde conducir nuestro vehículo y nos ofrece distintas opciones de libros, hoteles y viajes ha llegado a la medicina. No necesitamos a un Dr. House escupiendo diagnósticos diferenciales, que llevarían a pedir estudios a fin de descartar instancias de esta lista. Eso lo hará una computadora con algoritmos diagnósticos y terapéuticos.

La consulta médica del siglo XXI está cambiando. Gran parte del trabajo consistirá en someter a los pacientes a interrogatorios muy precisos y exámenes para medir parámetros vitales y alteraciones funcionales. Las conclusiones de dichos algoritmos serán consideradas por el médico, que después discutirá con usted las posibilidades terapéuticas sugeridas por otro algoritmo. En el camino a casa, cuando conduzca con un coche que sigue los consejos de Waze, escuchando Spotify, pensará sobre las palabras de su médico y dirá "Gracias a Dios, que todo esto fue tomado a tiempo".

Y está bien que así lo piense, porque quizás Dios es el nombre de un programa de algoritmos, sin principio ni final.