SUPLEMENTO ANIVERSARIO. EL ENCANTO DE LA CLASE MEDIA

Con aroma a elite

A diferencia del polo y el golf, en el tenis uno ve un esfuerzo físico mayor. Ve transpiración, ve caídas, patinadas y potencia. Tal vez, en el análisis superficial, sea ello lo que hace que sea un deporte más popular que los primeros dos. El pueblo lo siente más cercano.

En el polo y el golf, sólo por volver a nombrar otros deportes de elite, la cercanía que la gente siente con los jugadores prácticamente no existe. Parecen personas salidas de otra realidad (social y económica) y aunque en el tenis muchas veces los atletas vengan de cunas de oro o de una familia bien acomodada, el mencionado esfuerzo los hace más humanos, más terrenales, los bajan del pedestal y la gente puede idealizarlos, admirarlos, tomarlos como ejemplos y tenerlos como ídolos.
Sin embargo, ese tal vez sea el análisis profundo de por qué el tenis creció a tal punto que la gente lo toma como un deporte de clase media cuando realmente no lo es, al menos en la práctica profesional. Sólo con talento no alcanza.

La verdadera razón de que el tenis se haya hecho un hueco en la clase media y tenga millones de fans en el país tiene que ver con lo que significa ser argentino, a la hora de los deportes. El argentino es exitista y ama la gloria, tal vez, más que ninguna otra nacionalidad. Necesita agarrarse del lema "somos los mejores" para sentir un deporte de verdad, sentirlo propio, necesita jactarse de un gran talento para poder saborear verdaderamente un deporte. Es por ello, que la mayoría de los deportes olímpicos no tienen la difusión necesaria. Se necesita un Ginóbili en el básquet, un Maradona o Messi en el fútbol, un Fangio en el automovilismo y un Monzón en el boxeo.

En el tenis también la razón de haberse metido en el corazón de la gente, y más precisamente de la clase media, tiene nombre y apellido: Guillermo Vilas. El marplatense, a sus 30 años, tuvo el mejor desempeño de su carrera en 1977 (ganó 16 títulos) y su final en el Gran Slam de los Estados Unidos será recordada como la que marcó el hito de quebrar esa barrera que separaba un deporte del que prácticamente todo el mundo conocía las reglas, de uno en el que la gente fuera a los clubes a jugar y ser el nuevo Willy.

El 11 de septiembre de aquel año, Vilas jugó ante Jimmy Connors, local y número uno del mundo. Sin embargo, a pesar de perder el primer set, Vilas se repuso y lo venció 2-6, 6-3, 7-6 y 6-0. de Maradona. Y pese a que en el tenis nunca nadie más alcanzó la importancia de Vilas, Sabatini mantuvo la llama encendida con una carrera impecable y, tras unos años de ?vacas flacas? apareció la Legión, comandada por Nalbandian, Coria, Gaudio, Cañas y Calleri, entre otros, para hacer soñar a una nación y mantener el interés por el tenis.

De más está aclarar que Juan Martín del Potro es el último en tomar la posta y encargarse de ser el ídolo de todos, a pesar de sus muchos detractores, y ser el ejemplo que ponen los clubes.

El tenis, tanto a nivel nacional como internacional, está lleno de historias de vida de personas que sólo con talento llegaron a lo más alto. Eso que no pasa en el polo y, hoy en día, muy poco en el golf. Esa chance de ser ese uno en un millón al que puede pasarle y conseguir su sueño, es lo que hace que el tenis esté vivo en la clase media y haya perdido el rótulo de elite. En las canchas se alienta con canciones de cancha, hay bombos y la gente se enoja si pierden los argentinos. Esos son más que motivos suficientes para obviar lo costoso que es practicarlo y mucho más jugarlo a un nivel semiprofesional. No será el fútbol, pero el tenis es popular y eso no se discute.

Para crecer hace falta esfuerzo... y un buen sponsor

Siempre te dicen que con esfuerzo es suficiente. A veces, son más razonables los docentes, y te aclaran que se necesita talento y que con ello no hay nadie ni nada que te pueda detener en tu camino al éxito. Bueno, todo ello es mentira. Al menos en el mundo del tenis si uno tiene como objetivo ser profesional y vivir de ello.

El tenis podrá haberse convertido en un deporte popular, que entró en millones de corazones de la clase media, pero a la hora de jugarlo cambia. No si uno piensa practicarlo con amigos o su pareja. Las clases no son las más baratas del mundo y las raquetas cuestan más que una pelota o unos botines. ¿Pero qué es barato hoy en día en el país?

Sin embargo, cuando piensa en macro, todo cambia. El chico que tiene condiciones empieza a jugar circuitos regionales, pasa a nivel nacional y sueña con los futures, los torneos previos a los challenger y dos fases antes del circuito ATP, la Primera División del tenis.

Los Future son el primer gran objetivo de un jugador joven en crecimiento. Pero para ello se necesita mucha plata de logística, equipamiento y hasta de un cuerpo técnico para que el cuerpo no pague las consecuencias de una sobre exigencia. Sin embargo, aunque uno consiga hacerse con todo eso a puro esfuerzo o, simplemente, porque viene de una familia con un buen pasar, no se puede vivir de esos torneos.

Ahí es donde aparecen los sponsors, que son más que necesarios para dar el salto a challenger. Los viáticos ahora son muchos más grandes, porque uno no gira sólo alrededor del continente sino de todo el mundo. Y por más jugosas que parezcan los premios de cada ronda de esta clase de competición, igual de grande son los gastos que uno necesita para solventar una gira. Ni hablar si los resultados no acompañan. Recordemos que los torneos lo ganan uno solo y juegan decenas de jugadores.

No se trata de justificar, pero la gran cantidad de casos de arreglos en el tenis que se vienen viendo en los últimos años, entre jugadores que están en el ranking mundial, pero no logran mantenerse entre los primeros 150, se debe a esto. Los sponsors cambian o desaparecen, la plata no es suficiente y se ven contra la espada y la pared para hacer de un capital suficiente para seguir en competencia. ¿Es desleal? Sí, por supuesto. Nadie piensa justificarlos. Pero es una consecuencia de un sistema que está mal distribuido.

Esa es la pequeña brecha que sigue manteniendo el tenis respecto de otros deportes como el fútbol o el básquet. Si tenés talento y te ven, te van llevando y podés llegar. No significa que sea fácil, pero en los primeros años no hay miles de dólares de gasto para tratar de despegar. Es más esfuerzo, condiciones y un poco de suerte, como todo en la vida. En el tenis, en cambio, el capital juega casi el mismo rol que la suerte y ahí es donde aún se pueden oler sus aires de elite.