Los últimos textos de Ricardo Piglia

Los casos del comisario Croce

Por Ricardo Piglia
Anagrama. 185 páginas.


Ni los impedimentos físicos ni finalmente la muerte obraron como barrera para que Ricardo Piglia hiciera lo que más le gustaba en la vida: escribir y publicar libros. Aún con todas las limitaciones que la enfermedad degenerativa le impuso a su cuerpo, hasta paralizarlo, el autor reunió y editó sus textos policiales favoritos, que tienen como protagonista exclusivo a la figura del comisario Croce.

No debe pensar el lector que Los casos del comisario Croce comprende la publicación de cuentos inéditos, las últimas perlas de un escritor prolífico. Por el contrario, tres de estas historias fueron incluidas en el volumen Antología Personal -en el capítulo Los casos de Croce- que Fondo de Cultura Económica publicó en 2014.

No se trata pues de manuscritos hallados post morten en algún cajón olvidado de la casa de Ricardo Piglia. El autor llevó adelante, en cambio, un arduo trabajo de selección y edición en sus últimos meses de vida, ya inmovilizado, para lo cual utilizó el programa Tobii, "un hardware que permite escribir con la mirada", como él mismo lo confiesa en la contratapa.

Profesional, detallista, casi obsesivo en la corrección, al autor le preocupa que el uso de esta tecnología termine por afectar su estilo literario. Nada de eso sucede. Allí está el comisario Croce, tan lúcido y perspicaz como siempre, haciendo gala del mismo talento deductivo que lo llevó a la fama en la novela Blanco nocturno.

Piglia, que pasó los primeros años de su vida en Burzaco, Mar del Plata y La Plata, pero que luego se dejó atrapar por ese imán irresistible que es Buenos Aires, recrea las aventuras de un policía de pueblo. Un tipo que sabe leer las huellas que deja el crimen en el campo, en las calles de tierra o la orilla de la laguna. Del diálogo casual infiere datos, de la observación extrae conclusiones clave.
Tal vez estemos ante las últimas expresiones literarias de una pluma que ya no volverá a escribir.

Aunque siempre queda latente la ilusión de que en algún rincón inexplorado aguarden dormidos los párrafos de un relato que aún no ha visto la luz. Todo es posible en el insondable mundo de la literatura.