Crisis del dólar: el gobierno empieza a ver la otra orilla

Siete días de política. El desarme de Lebacs, la caída del riesgo país y el OK del FMI para que el BCRA intervenga en caso de corrida cambiaria le dieron un respiro. También hubo acuerdo con el PJ "racional"

Hace 48 horas Mauricio Macri reconoció a una radio de San Juan que la inflación "nos pegó", pero que "va a bajar lentamente". Las encuestas dicen que la credibilidad de sus predicciones es, para decirlo suavemente, modesta, pero hacia el fin de semana algunos hechos comenzaban a cuadrar con sus palabras.

El primero fue la estabilidad del dólar. Comenzó a bajar igual que el riesgo país, pero lo fundamental no es cuánto lo hizo, sino por qué.

El fenómeno tiene dos causas centrales. La primera es la señal de que el FMI está dispuesto a asistir al país, lo que descartaría un nuevo "default". La segunda, que el peronismo de los gobernadores, también llamado "racional", contribuirá a la aprobación del presupuesto 2019.

No es que la ley de presupuesto sea importante en términos económicos, pero políticamente representa una señal. Hay voluntad de equilibrar las cuentas públicas que son el origen de todo el desastre. En resumen, se trata de señales, pero en el sentido de evitar un colapso como el de 2002. Las expectativas mejoran cuando empieza a avizorarse la otra orilla. Eso es lo que parece estar ocurriendo y representa una verdadera novedad para los últimos cinco meses.

Para alcanzar la orilla cada uno de los actores deberá cumplir su papel. El Fondo facilitar los dólares para evitar la cesación de pagos. También, como ya parece haber aceptado, permitir que parte de esos recursos se utilicen para evitar los saltos bruscos de cotización. Eso ayudaría a calmar los precios y las expectativas inflacionarias.

El gobierno, por su parte, empezó a ceder en dos frentes. Aceptó ante el FMI hacer una devaluación brutal con el costo político que conlleva. Al mismo tiempo y de cara a los gobernadores peronistas aceptó que la Nación lleve el mayor peso en el recorte del gasto.
En rigor el presupuesto 2019 es más una reforma tributaria que un corte de gastos por varias razones. La primera es que Macri está en minoría en el Congreso. No hay manera de bajar el gasto político, sólo se puede aumentar la presión fiscal (esa que él mismo había recortado).

La segunda es que la inflación va funcionar como guadaña en el principal gasto: el de las jubilaciones, salarios de empleados públicos y "planes". En este plano cabe recordar la experiencia de 2001/2002. Fernando de la Rúa recortó jubilaciones y sueldos en un 13% y el peronismo le saltó a la yugular. Eduardo Duhalde devaluó más brutalmente que ahora Macri y rebajó "de facto" jubilaciones y sueldos más del 40%. Nadie abrió la boca, peronista o no. Como Macri no es peronista se espera que la conflictividad aumente.

El peronismo, por su parte, está asumiendo dos conductas, una la de los "racionales" (gobernadores), la otra, la de los kirchneristas. Con responsabilidad de administrar sus propios distritos, los primeros buscaron un acuerdo. Lograron, por ejemplo, que Macri retrocediera parcialmente en la eliminación del fondo sojero que distribuye entre las provincias el 30% de lo recaudado por retenciones. Macri se comprometió a restituirles unos 4.100 millones de pesos. Los gobernadores perdieron una suma equivalente o mayor, pero rescataron mucho.

El kirchnerismo, con su jefa amenazada por la cárcel, atacó en dos frentes. En uno quiso voltear el DNU con que Macri había eliminado el fondo sojero. El peronismo unido tenía los votos para lograrlo, pero los "racionales" arreglaron. La otra ofensiva fue para impedir el préstamo del FMI.

En el Senado los "k" impulsaron un proyecto de Adolfo Rodríguez Saá que ata la posibilidad de endeudamiento a un porcentaje del PBI. La idea era la misma que la de la carta del inefable Guillermo Moreno a Christine Lagarde pidiéndole que no le preste a la Argentina los dólares que necesita para salir de la crisis.

De haber obtenido dictamen favorable, el proyecto hubiese sido un golpe a las negociaciones. Cambiemos y el peronismo "racional" consiguieron frenarlo.

Hay un tercer frente del peronismo combativo. El del paro de Hugo Moyano y la CGT. Moyano está como CFK amenazado por la cárcel. La CGT quiere posicionarse electoralmente para el año próximo. Pero el paro (como los piquetes) tiene consecuencias efímeras. Pocas horas después las cuadrillas de limpieza borran todas sus huellas. Es simple "show off". La pelea de fondo es, en cambio, por conseguir los dólares que pongan fin al desbarajuste de los últimos meses. Eso le permitiría al gobierno llegar a la otra orilla.