El ideario sarmientino y la doctrina del radicalismo

El republicanismo democrático del sanjuanino, su defensa de las libertades y la generalización de la educación común, gratuita y laica, fueron la viga maestra de las presidencias radicales del siglo XX. Diego Barovero *

 

Diego Barovero *

Al cumplirse 130 años de la desaparición física -porque no ha muerto- de Domingo Faustino Sarmiento los argentinos y argentinas de todas las condiciones sociales cumplimos un deber de gratitud al recordar su titánica tarea, no exenta de discusión y polémica, de construir casi desde la nada un auténtico Estado de Derecho y un sistema educativo moderno e inclusivo, pilar fundamental para el fortalecimiento de la República y la democracia.
Sarmiento nació al pie de los inmensos Andes, en la ciudad de San Juan el 15 de febrero de 1811, hijo de Paula Albarracin y José Clementes Sarmiento y recibió desde su temprana niñez el fervor patriótico de la incipiente emancipación de las Provincias Unidas. No pudo completar formalmente sus estudios pese a su enorme afán por aprender (que pronto tendría por enseñar) y fue autodidacta bajo la tutela de tíos clérigos. Tempranamente inició su carrera de publicista y educador.
Las guerras civiles argentinas lo arrojaron a la acción, combatiendo siempre contra la ignorancia, la injusticia y la tiranía, lo que le valió persecución y destierro en Chile durante más de una década. Allí escribió su libro más difundido "Facundo", auténtico ensayo de ciencia política en forma de panfleto. Viajó luego por Europa, Africa y las Américas para conocer el estado de la educación de otros pueblos del planeta, volcando sus experiencias en dos libros: "Viajes" y "Educación Popular".
Integró como boletinero el Ejército Grande que lideró Urquiza y derrocó a Rosas.
Compartió ideas políticas con Mitre así como tareas de organización constitucional y de los gobiernos fundacionales; polemizó ardorosamente con Alberdi sobre la actualidad política de aquel momento y que plasmó en obras como "Argiropolis", "El Ejército Grande" y "Las ciento y una".

DE EE.UU. A LA ROSADA
Fue gobernador de su provincia natal en medio de grandes conflictos y debió alejarse encomendado por el presidente Mitre como embajador en Estados Unidos. Allí conoció y trabó amistad con Ticknor, Emerson y el matrimonio Mann.
Obtuvo el doctorado honoris causa en derecho por la Universidad de Michigan (acentuaba la "a" cuando lo refería: Michigán) y regresó al país electo presidente para el período 1868-74.
Condujo el país en años de guerra (puso fin a la Guerra del Paraguay sentenciando "la victoria no da derechos", para alejar a la Argentina de la voracidad territorial del Imperio brasilero), de pobreza y de privaciones, pero trabajó denodadamente por sus principios e ideales, propiciando la educación popular, la cultura, la modernización de nuestra economía y el desarrollo. Impulsó la inmigración y la colonización agrícola, el ferrocarril y el telégrafo, fundó las escuelas normales para formar maestras, fomentó la educación común y los institutos de formación militar profesional: el Colegio Militar y la Escuela Naval.

LA LUCHA POLITICA
Descendió de la presidencia con el respeto de sus conciudadanos, aún de sus adversarios que reconocían su honestidad y su auténtico amor a la Patria. Pero no se retiró de la lucha política porque quedaba aún mucho por hacerse.
Volvió a la escritura "Conflictos y Armonías de las Razas en América" y al periodismo con "El Censor", desde el cual atacó a las oligarquías y su relativismo moral y así como el espíritu antidemocrático de sus sucesores en la presidencia.
Pero su pasión por la educación siempre pudo más, y aceptó ser Director de Escuelas de la provincia de Buenos Aires y participó en el Congreso Pedagógico de 1882 y como Presidente del Consejo Nacional de Educación fue artífice de la Ley 1420 de enseñanza primaria universal, obligatoria, gratuita y laica, su gran legado: "Arriba la Constitución como tablero, y abajo la escuela para aprender a deletrearla", sintetizaba así el fundamento educativo para la democracia.
Porque estaba convencido proféticamente que la educación constituye el mayor multiplicador económico y social para hacer realidad el bienestar general. Falleció en Asunción del Paraguay el 11 de septiembre de 1888.

IMPRONTA SARMIENTINA EN LA UCR
La UCR tiene desde sus orígenes una fuerte impronta sarmientina. El ilustre sanjuanino fue precursor de ideas políticas, económicas y sociales que están en en ADN del radicalismo.
En la protohistoria del radicalismo, aún antes que existiera la Unión Cívica, sus padres fundadores estuvieron claramente identificados sobre todo con el último Sarmiento, el vehemente orador que denunció en pleno Senado (aunque no era senador y ya había renunciado como ministro del Interior de Avellaneda) la existencia de la Liga de Gobernadores que suplantaba el sufragio popular, en magistral catilinaria en que dijo "traer los puños llenos de verdades".
El Sarmiento que fundó el diario "El Censor" para lanzar su anatema contra "El Régimen" (aunque esta palabra recién la usaría Yrigoyen) de los presidentes Roca y Juárez Celman ("el marido de la hermana de su mujer") y el festival de corruptelas con tufillo a nepotismo: "Paz y Administración...Remington y Ataliva" (Roca, hermano del presidente).
Cerca de este cuyano alborotador se foguearon políticamente (e integraron la Logia Masónica que él dirigía) nada menos que Aristóbulo Del Valle (casi su heredero político), Leandro Alem y el mismo Hipólito Yrigoyen, a quien en 1872 designó comisario en Balvanera y en 1881 como Director de Escuelas le otorgó las cátedras de historia, filosofía e instrucción cívica en la Escuela Normal de Señoritas Nº 1.
El ideario sarmientino de republicanismo democrático, defensa de las libertades civiles y políticas, generalización de la educación común, gratuita y laica, fomento del ferrocarril y las comunicaciones como motor del desarrollo y progreso social fueron la viga maestra de la doctrina radical y la programática de las presidencias radicales del siglo XX.
De no haber fallecido dos años antes, tal vez se hubiera visto a don Domingo tocado de boina blanca y empuñando un fusil en el Parque de Artillería luchando junto a los cívicos en defensa del sufragio libre del soberano a cuya educación había consagrado su causa.
"El Loco" para algunos, "Genio" para otros, "El cerebro más poderoso" según Carlos Pellegrini; "El profeta de la pampa", según Ricardo Rojas; su figura es recordada como la del "Maestro universal de la educación popular", genio y figura de una Argentina que todavía debe cumplir su sueño.


* Presidente del Instituto Nacional Yrigoyeneano.