La renovación está en marcha

La Selección cerró su primera gira a las órdenes de Lionel Scaloni. Es prematuro hacer un juicio demasiado riguroso sobre una etapa que recién comenzó y que incluso puede conducir a la nada si quien vaya a ser el DT definitivo no continúa el proceso del técnico interino. Lo cierto es que este ciclo brinda la oportunidad de construir futuro librándose de los fantasmas del pasado.

La renovación está en marcha. Acelerada por la frustrante participación del Seleccionado argentino en el Mundial y condicionada por la incapacidad de la AFA para encontrar un técnico que pueda tomar las riendas con las que casi se ahorcó Jorge Sampaoli, pero en marcha. Hoy el equipo albiceleste está en manos de Lionel Scaloni y, de a poco, comienzan a aparecer señales que invitan a pensar en un futuro mejor. O incluso que hay futuro después del fiasco de Rusia 2018.

Por supuesto sería desproporcionado cubrir de elogios a la Selección por apenas dos presentaciones a las órdenes del DT interino. Más aún si se tiene en cuenta que uno de esos partidos fue contra un rival de dudable jerarquía como Guatemala. En cambio, resultaría mucho más sensato valorar algunas cuestiones que surgen como posibles puntos de partida para afianzar un proyecto que debe desembocar en la reconstrucción de un conjunto nacional que se hizo trizas hace algunos meses.

La primera mirada confirma que el mundo no se terminaba en la camada de jugadores que fue parte del elenco estable en los últimos 10-12 años casi sin permitir el ingreso de otros futbolistas. También que ese grupo cerrado y su presión sobre entrenadores más dóciles de lo recomendable impidió que, por ejemplo, en la Copa del Mundo estuviera Germán Pezzella, un defensor de clase internacional que estaba en condiciones de brindar muchas más certezas que la insólita presencia de Marcos Rojo -prácticamente sin actividad oficial en toda la temporada previa al Mundial- con Ramiro Funes Mori -en idéntica situación- como alternativa finalmente desestimada.

También se observó una velocidad supersónica en comparación con la lentitud exasperante y la previsibilidad que mostró la Selección en Rusia. Sampaoli había postulado que quería un equipo con posesión y presión constante, con cambios de ritmo y variantes en ataque. Nada de eso se vio en el pasado reciente. Scaloni, un técnico con una filosofía bastante similar a la del casildense, consiguió en apenas dos cotejos y sólo con un par de entrenamientos que la Argentina no aburriera con pases intrascendentes y que el asfixiante agobio sobre el rival para quitarle la pelota sea posible, incluso sin la conservadora receta del doble volante de marca y hasta lo hizo con mediocampistas que por condiciones naturales no están dotados para la recuperación. Entonces, el problema estaba en los intérpretes. Con otros nombres, apareció la combinación de precisión y rapidez que hace rato no se percibía.

Contra Colombia, a Rodrigo Battaglia se le encomendó la misión de conseguir el balón en el medio y lo logró. No es un 5 del estilo Javier Mascherano o Lucas Biglia. En realidad, ni siquiera es 5, pues generalmente actúa en posiciones más adelantadas, pero se las arregló para cumplir su tarea. Frente a Guatemala tampoco hubo hombres de características defensivas en esa zona, pero la pobreza de ese elenco hacía prever que a la Argentina no le iba a costar demasiado hacerse de la pelota. Así y todo, cuando entró Santiago Ascacibar resultó evidente que Sampaoli tenía una opción muy válida que jamás tuvo en cuenta para evitar viajar a Rusia con Biglia en flojo nivel y en plena lucha contra una lesión y con un Mascherano al que por momentos se lo pensaba como zaguero y en otros como volante.

Sí estuvo en el plantel de 23 mundialistas Giovani Lo Celso. Sampa amagó con hacerlo titular en las semanas previas al debut contra Islandia, pero de buenas a primeras desapareció de toda combinación posible. Si había un jugador capacitado para otorgarle variantes creativas al equipo en la mitad de la cancha, ése era este rosarino que acaba de dejar el Paris Saint Germain para mudarse al Betis español. En los dos partidos bajo el mandato de Scaloni dejó en claro que tiene calidad e inteligencia para erigirse en el conductor.

Otro que fue desestimado por el anterior DT fue Leandro Paredes, pese a que en algún momento del ciclo había sido tenido en cuenta. El mediocampista del Zenit ruso contribuye al circuito creativo con más aciertos que errores y eso no empezó a suceder ahora, sino que antes, cuando el Zurdo de Casilda lo hizo a un lado, también pasaba.

Es posible que el afán del entrenador interino por diferenciarse de una etapa de la que era parte -recordemos que integraba el cuerpo técnico de Sampaoli- lo haya llevado a citar jugadores en los que nadie habría reparado. Pero en medio de esa andanada de debuts, irrumpió Exequiel Palacios. El pibe de River aprobó con notas altas sus primeros exámenes vestidos de celeste y blanco y presentó credenciales para ser tenido en cuenta por quien vaya a ser el técnico definitivo de la Selección.

Incluso a pesar de sus intermitencias, Gonzalo Martínez también se convirtió en un jugador a tener en cuenta. En un lugar de la cancha con pocos puntos de contacto con el que ocupa en River, el Pity por momentos encontró espacios para hacer pesar su desequilibrio en el mano a mano.

La cinta de capitán en el brazo izquierdo de Nicolás Tagliafico puede antojarse como una rareza, pero también puede tomarse como un premio para uno de los futbolistas más regulares del conjunto nacional en la Copa del Mundo. Tiene personalidad, hace bien lo suyo y cuenta con una proyección importante para imaginárselo como dueño del brazalete por bastante tiempo.

Mauro Icardi perdió en la pulseada previa a Rusia 2018 con Sergio Agüero y Gonzalo Higuaín y reapareció en este nuevo ciclo. El goleador del Inter sólo jugó contra Colombia y no cumplió una actuación convincente. Tal vez necesite un mayor abastecimiento porque es un 9 que rinde mejor cuando tiene atacantes por los costados como Cristian Pavón -con quien no compartió apenas 15 minutos en la gira-, pero es una apuesta al futuro y no se lo puede descartar tan rápidamente, en especial si se considera que sus antecesores en el puesto gozaron de mil y una oportunidades.

También espera su oportunidad Lautaro Martínez. Un problema físico lo dejó al margen de este par de partidos, pero el delantero del Inter es la viva representación de los tiempos que están por venir en la Selección. Del mismo modo, se espera mucho de Paulo Dybala, quien no pudo encajar en la etapa anterior. El cordobés estuvo un rato contra los colombianos, luego de que se amagara con una estéril polémica en torno a su figura. Tiene que empezar a aprovechar las chances que le aparezcan para comenzar a ver en él a otra de las piezas clave para el futuro.

Lamentablemente la incertidumbre que domina las horas de la Selección obliga a que no sea posible enamorarse demasiado de estos jugadores o de estos progresos iniciales. Quizás el DT que vaya a hacerse cargo, decida tirar a la basura todas las pruebas de Scaloni y empezar de cero o abrazarse otra vez a las recetas del pasado.

 

FANTASMAS DEL PASADO

 Entre los convocados para esta gira por suelo estadounidense estaba Sergio Romero, el arquero que a último momento se perdió el Mundial. No jugó porque tuvieron su oportunidad Gerónimo Rulli y Franco Armani, pero Chiquito emitió un mensaje que deja en evidencia que en el Seleccionado quedó instalado un virus difícil de combatir.

"A mis amigos no los veo afuera. Se tomarán un descanso, tiempo para recargar energía, y van a volver a vestir la camiseta de la Selección", aseguró. Incluso fue más allá y dijo que "estamos en una etapa de renovación. Espero que estos chicos dejen todo adentro de la cancha para que a alguno de la vieja guardia le vuelva la energía, porque podrán potenciarlos mucho".

No comprende Romero que el paso del tiempo y actuaciones que provocaron más desencanto que aprobación -más allá de los resultados- comenzaron a cerrarle las puertas a esa camada de futbolistas que durante más de una década integró el elenco nacional. En algún momento hay que barajar y dar de nuevo. Y ese momento es ahora, especialmente como consecuencia de la triste actuación albiceleste en Rusia, donde quedó en evidencia que ya no había marcha atrás para muchos de esos jugadores.

Scaloni -o tal vez haya sido el presidente la AFA, Claudio Chiqui Tapia- decidió que no se utilizara en la gira la camiseta número 10. Fue una suerte de reconocimiento a Lionel Messi, un mimo para que se sienta contenido y sepa que puede regresar cuando lo desee. El problema es que nadie está al tanto de qué quiere hacer o de qué siente el ex capitán, quien todavía no emitió palabra alguna respecto de lo que pasó en el Mundial.

Con Messi siempre se toma el rumbo equivocado. Hasta ahora se lo dispensó un trato preferencial -lo haya pedido o no- y no sirvió para nada. La Pulga estuvo siempre rodeada por sus laderos, pero ese grupo de jugadores jamás dio la cara por él. Los dirigentes se la pasaron palmeándole la espalda innecesariamente, los técnicos jamás lograron hacerlo rendir ni formar un equipo para que él rindiera.

La respuesta puede no ser armar una selección a pedir de Messi, sino que Messi se acople a un equipo que no dependa de él y que el rosarino sólo deba aportar la cuota de distinción. Claro, también será necesario que de una vez por todas Lionel se libre de la apatía y el abatimiento con el que más de una vez se ha arrastrado por la cancha con la camiseta celeste y blanca cubriéndole el pecho y que se sienta libre para parecerse al Messi del Barcelona. También es cierto que por edad quizás nos llegue a Qatar 2022…

Por eso hoy es tiempo de construir el futuro y dejar atrás los fantasmas del pasado. Es tiempo de renovar.