Sarmiento y su origen africano­

Al ocuparte de su genealogía en ´Recuerdos de Provincia´, el prócer establece la existencia de antepasados árabes, lo cierto es que su origen verdadero estaría mucho más vinculado a los beréberes del norte del ´Continente Negro´a aquellos con quienes creyó relacionarse.

POR ALEJANDRA DIAZ BIALET  *­

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­En `Recuerdos de Provincia' (1850), Domingo Faustino Sarmiento parece ocuparse de su genealogía y, siguiendo una línea ascendente que parte de su madre, Paula Albarracín, se remontará hasta un jeque sarraceno, llamado Al Ben Razin, quien en el contexto de la ocupación musulmana de la Península Ibérica, fundó una familia y conquistó una ciudad a la que dio su nombre, siendo que Albarracin, tal su actual denominación en la provincia de Teruel (España), solo constituye una derivación de éste.­

No obstante que Sarmiento atribuyera su fisonomía "completamente árabe" al citado y lejano ancestro, lo cierto es que su verdadero origen se encontraría mucho más vinculado a los beréberes del Africa del Norte que a los árabes con quienes creyó relacionarse.­

Ocurre que, como bien señalara Bosch Vilá, catedrático de la Universidad de Granada, "La historia islámica de la península es, en una parte nada despreciable, una historia de los Beréberes y de su intervención en el continente europeo".­

Tropas compuestas por unos 12.000 beréberes y un escaso número de árabes ocuparon la Península Ibérica en el siglo VIII. Este pueblo beréber, había sido islamizado entre los años 640 y 705, poco antes de emprenderse la conquista de la Hispania.­

Por otra parte, el estudioso Atgier ha sostenido que lo beréberes procedían originariamente de Europa siendo posterior su establecimiento en el Africa septentrional. Mientras que Beltrán y Rozpide entendía que "eran blancos, y al mezclarse. resultó una población en la que había y aun predominaban los individuos de color moreno obscuro; a todos denominaron moros los romanos. Si entre griegos y romanos moro equivalía a `negro', en la lengua de beréberes negro se decía y se dice berik

En varios dialectos de esas gentes el masculino plural se forma con el prefijo `iberik', pues, significa `los negros'. En otros dialectos se prescinde del prefijo, y berik es lo mismo en plural. Sí en este vocablo suprimimos la terminación ik, que adjetiva, así como ico en ibérico, y se dobla la radical ber- lo que es bastante común en los idiomas del Norte de Africa- obtendremos la voz berber.­

Resulta, pues, que moro, ibero y beréber indican "un mismo pueblo primitivamente negro, que se ha ido modificando por mezcla con otros que sucesivamente fueron invadiendo el país".­

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"COMO UN ARABE"

A nada relacionado con esta impronta beréber se hará mención en Recuerdos de Provincia pero su autor, sí rememora, en cambio, que estando en Argel se sintió halagado al ser confundido como un árabe. ¿Resulta esto creíble? Habría que forzar mucho la imaginación para que así fuese. Dejando a salvo la suposición que con ello conseguía molestar a los españoles, bastaría conocer, en todo caso, en cuánto de la influencia "árabe" cifraba el sanjuanino el atraso de una España que en su perspectiva continuaba viviendo en plena Edad Media a pesar de hallarse ya a mediados del siglo XIX.­

"El español de hoy es el árabe de ayer, -escribe el Sarmiento de Viajes en Europa, Africa y América (1847), renegando de aquello con lo que se creía emparentado- frugal, desenvuelto, gracioso en la Andalucía, poeta y ocioso por todas partes; goza del sol, se emborracha poco, y pasa su tiempo en las esquinas, figones y plazas. Las mujeres llevan velo sobre la cara, la mantilla, como las mujeres árabes. Se sientan en el suelo en las iglesias, sobre un tapiz ó alfombra con las piernas cruzadas a la manera oriental. En todo el mundo cristiano lo hacen en sillas, en Roma incluso. Los hombres llevan la faja colorada de los moriscos; los andaluces la chamana, los valencianos la manta y las gabuchas; los picadores conservan los estribos; y el gobierno de los Capitanes generales, cadies absolutos de las provincias que se entrometen en hacer justicia a la manera de Aroun-al- Raschid. Rézanse tres oraciones al día, en contraposición a las tres plegarias enunciadas por el Muhezzin".­

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ZAMBO O MULATO­

En "Recuerdos...", Sarmiento cuenta que una tía suya, "casi mendiga", ofendida al no ser saludada en su paso por las calles y atribuyendo esta omisión a su pobre condición, alegaba que seguramente el sujeto en cuestión tendría entre sus ancestros algún zambo o mulato. Esto además de otros prejuicios de su pariente respecto a los "hijos de Mahoma", lleva a su sobrino a concluir que poca gracia le hubiera hecho el enterarse de esta procedencia arábiga que él creía haber descubierto en su familia.­

Del mismo modo que no es fácil darle credibilidad al sentimiento de satisfacción que este origen produjera en el espíritu sarmientino, sí en cambio, es factible ver un reproche en la alusión a los prejuicios de su tía Albarracín. Por el contrario y aunque sin lograr dejar de lado sus teorías racistas, Sarmiento, deja constancia de su admiración al mulato, al punto de acusar de injusto el término mismo que así lo designa: "El mulato se levanta en el Brasil amenazando vengar bien pronto las injurias hechas a su tostada madre. Raza útil que conserva la sangre ardiente del Africano, templada para bullir bajo los rayos verticales del sol; al mismo tiempo que la organización de su cráneo lo liga a la familia europea. Dumas, Heredia, Petión, Barcalá, aquellos hombres notable brillan por las artes, la música, la poesía y las ciencias médicas" (Viajes en Europa, Africa y América". 1847)

"Mulato trae su origen de mula -exclamaba indignado Sarmiento en un artículo publicado por julio de 1842 en El Mercurio- mezcla de dos razas distintas que producen entre el caballo y el burro la mula, y entre el hombre blanco y la mujer negra el mulato. Ya verán nuestros mulatos todo el honor que les han hecho los caballeros que inventaron la palabra".­

Se ha sostenido que su "defensa" del mulato lo fue solo en tanto y en cuanto este se hallaría en lo que para Sarmiento era un "virtuoso" proceso de blanqueamiento y por otro que se sentía identificado con ese progreso -en clave republicana- experimentado por alguien, que viniendo de un hogar con escasos recursos económicos, cómo a él mismo le sucediera, había podido superarse por sus propios méritos. Puede ser acaso, por qué no, que como en un espejo, hallara en el mulato inconfundibles semejanzas. Al menos así sería caricaturizado entre 1870 y 1882, y ya no podría ignorarlo.­

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CARICATURA EN `EL MOSQUITO'­

El Mosquito, un popular periódico satírico, no vacilaba en representarlo acentuando sus rasgos más típicos y enfocándose en la prominencia de su labio inferior así como en otros aspectos fisonómicos suyos. Son imágenes que de modo elocuente lo muestran como un "mulato" para no hablar de la que aparece como un mono al lado de su admirado Darwin, en un alarde xenófogo que nada tenía que envidiarle a muchas expresiones del propio Sarmiento.­

Sarmiento, polémico, renegado, contradictorio, el que -al decir de Alberdi- "detesta la sangre cuando no es el quien la derrama", "aborrece los golpes de estado cuando no los da el mismo", y hasta proclama "No se matan las ideas" solo "cuando son las suyas pero es un troppman para las ideas de los otros...". Es ese mismo Sarmiento desencantado ante los resultados que arrojara la política inmigratoria que tanto hubo de alentar junto a otros de su generación, quien en una suerte de reconocimiento implícito de este fracaso, parece dar marcha atrás e indagando en nuestra identidad, se formula la pregunta acerca de si somos mixtos, y son tristemente todavía muchos los que actualizando su propia práctica renegatoria parecen responderle con un "nadie quiere saberlo"

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* Abogada, ensayista e integrante del equipo de investigación del Instituto Nacional de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas.­

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