Se sospechó desde un principio­

La llave de octavos de final entre Racing y River comenzó tan cerrada como se especulaba­. En Avellaneda, no se sacaron ventajas en el primer chico por la Copa Libertadores. La Academia estuvo algo más cerca, pero no supo aprovechar la expulsión de Leonardo Ponzio que obligó al Millo a jugar todo el complemento con diez.­

De antemano se sabía que era una llave pareja. Y los primeros 90 minutos ratificaron esa sospecha. Racing anduvo más cerca, pero sufrió sus propias lagunas y River fue víctima de la limitación que planta quedarse con uno menos durante todo el complemento por la expulsión de Ponzio. 

Dos equipos que piensan parecido, aunque difieren en parte a la hora de la instrumentación, pueden generar un bostezo 4D o un frenético partido. En Avellaneda se vio lo segundo, por suerte para las 50 mil almas que poblaron el Cilindro y pr el bien del fútbol. Las presiones de que se tratase de octavos de final de la Copa Libertadores no impidió que Racing y River fueran a buscarse, casi sin previo estudio. Desde el arranque mismo tomaron por la ruta de la agresión bien entendida, esa que tiene que ver con ofender al otro en su área. Un par de pelotas llegaron peligrosas al arco del debutante Gabriel Arias, quien resolvió con solvencia. Es que River en ese arranque era mejor con el Pity como abanderado y con Scocco y Pratto presionando a la zaga local.

Y del lado de Racing, Centurión fue calentando motores para empezar a tirar una diablura tras otra que dejó en ridículo en más de una ocasión a los defensores de River. Por ello, el equipo de Coudet le empezó a ver la cara más seguido a Armani, que también se encargó de solucionar más de un problema. En uno de ellos, Centurión comandó una contra, jugó para Bou que se abrió por la derecha y sacó un remate potente, desde dentro del área, que Armani mandó al córner. Pero ese frenético andar se cerró con una roja que le cambiaba el partido a Gallardo. A Ponzio se le fue la pierna contra Saravia y a River se le generó un problemón.

Gallardo decidió jugar a otra cosa. Apeló a la inteligencia, que marcaba a esa altura no regalarse. Por eso decidió sacrificar a Scocco para mandar a Zuculini para cubrir el hueco que dejó Ponzio. Por eso, Pratto quedó en soledad y el arco de Arias quedó muy lejos para River.

A todo esto, Racing se encontró con un problema al que no le encontró solución. Se encontró con la ventaja numérica, pero no supo qué hacer con eso en la mano. No logró desbordar nunca a su rival, le faltó frescura y cayó en el repetitivo pelotazo y centro al área, que jamás logró sorprender, pese a que en el final Armani le sacó un cabezazo a Cristaldo.

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