Testimonios de una epopeya

A propósito de "Naufragios y comentarios", de Alvar Nuñez Cabeza de Vaca. Se presentó en Madrid la reedición en un solo volumen de dos de las grandes crónicas sobre la conquista española de América en el siglo XVI. Es la historia de una gesta que se extendió de la Florida al Río de la Plata.

POR FERNANDO PAJARES

La extraordinaria epopeya en tierras americanas de un conquistador español en pleno Siglo de Oro vuelve con la edición de Alvar Núñez Cabeza de Vaca. Naufragios y Comentarios. (Relación de su aventura por la Florida y el Río de la Plata), que fue presentado semanas atrás en la Casa América de Madrid.

Se trata de un volumen que lleva el sello de la Biblioteca Castro y cuya edición firma el profesor Juan Gil, de la Real Academia Española, americanista y catedrático de Filología Latina de la Universidad de Sevilla.

De las fechas precisas de la vida y la muerte de Alvar Núñez Cabeza de Vaca se sabe poco. Debió de nacer en Jerez entre los años 1481 y 1488 y probablemente murió en 1559, año en que su esposa, María Marmolejo, se declaró viuda.

Este libro, recién salido de imprenta, consiste en dos grandes crónicas del XVI. La primera, los Naufragios, cuenta la asombrosa -y fracasada- expedición de Cabeza de Vaca entre la Florida (hoy sur de Estados Unidos) y Tenochtitlán (entonces capital del imperio mexica).

La segunda, los Comentarios, narra la odisea del jerezano hasta llegar a la Asunción del Paraguay para hacerse con la gobernación del Río de la Plata.

Huérfano temprano, el joven Alvar Núñez se había enrolado para luchar en Africa y después en las campañas italianas. De vuelta a España y como tantos otros hidalgos sin posibilidades, huyó de la pobreza lanzándose a probar fortuna en las Indias.

Aunque fue Juan Ponce de León quien descubrió en 1513 aquella tierra que llamó Florida, le tocó a Pánfilo Narváez intentar su colonización a partir de 1528. Con él viajó el tesorero y alguacil Alvar Núñez Cabeza de Vaca.

CAMINATA EPICA

La expedición de Narváez cayó prisionera a manos de los indios. Sólo escaparon del cautiverio cuatro hombres, entre ellos, el joven Alvar. Cuatro hombres que, como relata el profesor Gil en su extensa introducción al libro, emprendieron "una caminata épica de casi nueve años (¡!), para recorrer desde la isla de Mal Hado (Galveston Texas) a la Nueva Galicia (Nueva España)".
La nota que presenta la obra explica "las costumbres de los indios, el babel de lenguas"; cómo los españoles andaban desnudos sin pudor alguno y cómo, "a la manera de las serpientes" mudaban "los cueros dos veces al año".

Alvar Núñez protegió a los indios hasta que se cruzó con el capitán Diego de Alcaraz, un esclavista que aprisionaba a los nativos y que dejó a nuestro hombre -reza la nota mencionada- "en una extraña posición, donde ya no es reconocido como español ni por los indios ni por sus propios compatriotas".

SELVA VIRGEN

El conquistador volvió en 1537 a España para partir de nuevo, en 1541, hacia el Río de la Plata con la intención de poblar una tierra que se había resistido a sus predecesores.

El escribano de sus Comentarios, Pero Hernández, narra que, tras llegar a Brasil, los expedicionarios "se abren paso por la selva virgen a golpe de machete, construyen puentes y transportan canoas por tierra para sortear las imponentes cataratas del Iguazú". Son los primeros españoles en ver, sus ojos llenos de asombro, una de las siete maravillas naturales del mundo.

La nota que insta a leer tan épicas aventuras concluye: "El destino se le torció a Cabeza de Vaca cuando los habitantes de la Asunción, acostumbrados al amancebamiento con las nativas y a hacer su santa voluntad sin norma alguna, se vieron obligados por el gobernador a acatar medidas proteccionistas para con los indígenas, amén de otros roces para meter en cintura a los colonos, que terminaron por desembocar en una sublevación abierta".

Así, los adormilados españoles despertaron de la siesta levantiscos y encarcelaron al pobre gobernador.

Tras un año entre rejas, Alvar regresó a Cádiz en 1545, donde, para más complicaciones, el Consejo de Indias volvió a encarcelarlo.

Aunque no pasó largo tiempo en la cárcel, recuperar su libertad no compensó ni su fatiga ni su pobreza.

A Alvar Núñez Cabeza de Vaca se le puede aplicar la expresión con la que el gran escritor mexicano Octavio Paz describió a Hernán Cortes: "Fue un hombre extraordinario. Un héroe en el antiguo sentido de la palabra. No es fácil amarlo pero es imposible no admirarlo". (c) EFE