Caída en un abismo que no tiene fin

Como en la noche

Por Edgardo Castro
Planeta. 138 páginas

Provocador, repetitivo, audaz, monotemático, transgresor, aburrido. Todo eso junto y algo más exhibe la pluma de Edgardo Castro en su último libro, Como en la noche. Una sucesión de historias que se caen del margen hacia un abismo existencial que parece no tener punto final. Una cinta de moebius eternizada en el exceso.

Luego de la exitosa presentación de su película La noche en la 18» edición del Bafici, donde cosechó el Gran Premio del jurado, el autor decidió editar buena parte del material sobrante. Retazos del film que, bajo el formato literario, echan luz sobre la Buenos Aires subterránea y sórdida que la mayoría no ve ni conoce.

Las salidas con amigos o simples conocidos, sus relaciones sexuales sin freno en el mundo gay, la adicción a la cocaína y otras drogas, la vida desbocada en una primera persona con perfil autodestructivo. Todo eso se encuentra en las páginas de Como..., que no es un libro de cuentos, sino una sucesión de historias de patas cortas, que se replican a sí mismas hasta el hartazgo.

El riesgo de que la crítica se torne mojigata se evapora pronto, aún antes de leer los primeros relatos. El escritor Pablo Ramos, en el prólogo, confiesa que en las páginas iniciales lo invadió "una cierta incomodidad moral", que él logró sacudirse de encima avanzando en la espesura del texto. No le ocurrirá lo mismo a otros lectores, vale advertirlo.

Si Castro ha buscado escandalizar con su obra o, como artista, intenta exponer un mundo oculto a simple vista, sólo él lo sabe. Imposible desentrañar sus propósitos. La noche porteña se refugia en los pliegues de la metrópoli cuando las primeras luces del día la ciegan, resiste, pero finalmente se desvanece, maltrecha como sus habitantes.