Algo hemos hecho mal los argentinos

Dicen que la medicina es demasiado importante para dejársela solo a los médicos. Lo mismo podemos decir de la economía. Mientras los médicos entierran sus errores en los cementerios, los arquitectos lo hacen tras las hiedras y los economistas con los créditos.

El hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Los argentinos tenemos el record de haber tropezado 17 veces con la misma piedra: el stand by del FMI. Lo que nos convierte en animales muy particulares.

¿Cuál es la oscura razón que nos empuja a tropezarnos una y otra vez? Un misterio, objeto de estudio, y debate, aunque debemos comprender que en este debate estamos todos comprendidos. Este fracaso va más allá de un partido o movimiento político. Al menos el que suscribe siente que todos fracasamos en esta instancia. Ya no solo es una cuestión de políticos, para mí es una cuestión de idiosincrasia. 

Vivimos por arriba de nuestras posibilidades. Por cada 100 pesos que obtenemos, gastamos 130 o más. Diecisiete veces se renegoció la deuda, y tres veces incumplimos nuestros compromisos (default). En estas circunstancias sería muy raro que nos vuelvan a prestar. Y sin embargo este stand by fue el más grande y el más rápido que salió en los últimos años de nuestra tortuosa relación en el FMI. ¿Por qué le dan más whisky a un reconocido alcohólico?

UN POLVORIN

No quieren que América latina se convierta en un polvorín y caiga en la esfera de poder de los chinos. Venezuela ya cayó, Brasil tiene un futuro incierto. Si el modelo de Macri falla, la región se verá convulsionada.

Estados Unidos tiene una marcada influencia sobre el FMI y el hecho que el presidente Trump conozca al presidente Macri no es un detalle menor.

Los limones y el acero argentino no han sufrido un golpe devastador gracias a la relación personal entre los dos presidentes.

Este préstamo salvó al país de caer en una hecatombe (¿70 % de pobreza?). Obvio que todo tendrá un costo. Y si no estamos dispuestos a pagar este costo, las cosas irán peor. Y eso es bueno que se entienda.

El presupuesto nacional preparado por distinguidos economistas anunciaba un futuro optimista (no compartido por todos). Solo se equivocaron en un 100%.

Tenemos el doble de inflación, la mitad del crecimiento, y están corriendo para cortar los gastos otro tanto por ciento. Es decir, como buenos argentinos hemos cometido una argentinada, aunque sean distinguidos economistas.

"Nos creemos ricos y gastamos como ricos, lo ajeno", decía Alberdi hace 150 años. No cambiaron las cosas.

EL MISMO ERROR

¿Por qué los argentinos caemos en los mismos errores? Esta es una perspectivas personal con ningún tecnicismo.

Puede todo el mundo no estar de acuerdo en lo que voy a decir, o piensen que hay más cosas por valorar, pero estos son algunos puntos que al menos a mí me sirven para hacer una composición de lugar:
Somos europeos bajados de los barcos y estamos dispuestos a volvernos en cualquier momento. Somos gallegos, tanos, vascos o gringos que "hicimos la América" y nunca quemamos las naves. Los Pilgrim Fathers en USA, no podían volver a Inglaterra, así que ese fue su nuevo país y allí se quedaron.
Acá muchos tienen el pasaporte europeo esperando rajarse. Eso no es bueno. Mientras no entendamos que este es el lugar definitivo, nunca buscaremos una solución definitiva a los problemas. Yo, ¡argentino! Ese es el problema.

Existe un círculo poco virtuoso. Sentimos que los gobiernos nos dan servicios pésimos, que administran mal los recursos, y que pagamos cada vez más impuestos. Cosa que nos habilita para no honrar nuestros impuestos, creando un país con una evasión muy alta. 

Hay un descreimiento generalizado en la clase política que vemos como artífice de la corrupción, y destrucción del país, mientras ellos guardan prerrogativas. Si no creemos en un poder ordenador, será difícil crecer.

EL POBRECITO

La teoría del pobrecito, como decía García Hamilton en su magnífico libro, "Por qué no crecen las naciones". "¡Pobre! ¿Cómo no le vas a dar esto o aquello?". El problema es que es en la concepción del pobrecito entraron muchos que no lo son. Tenemos demasiados pobrecitos. La guerrilla empieza en la Argentina cuando era un país con 5% de pobres. ¿Y qué argumentaban? Luchar por los pobres. 

Nunca llegamos a lo más profundo del pozo. Siempre zafamos de lo peor. La pelota da en el fleje, pega en el poste. La guerra civil de los "70 no llegó a un nivel de destrucción masiva, la hiperinflación duró pocos meses y al año estaban todos viajando a Miami. Acá no hubo guerra devastadora ni una bomba atómica. Con el kirchnerismo hubiésemos terminado como Venezuela. Y zafamos. y cuando volvimos a caer, vino el Fondo y nos salvó. Entonces la gente no se cree lo de la situación dramática, o no quiere verla.

Tenemos un amplísimo espectro político que está escondido en estructuras partidarias mentirosas. El peronismo albergó figuras de ultraizquierda a ultraderecha, bajo un mismo eslogan. No tenemos bien claras nuestras concepciones, somos una mezcla de matices. ¡No tenemos un lenguaje en común!

Cuando debemos discutir un tema no tenemos en claro si el interlocutor está de acuerdo en conceptos básicos, como la propiedad privada. Así resulta muy difícil discutir porque ni siquiera coincidimos en el sentido de las palabras. Y este problema semántico es una herencia de la inteligencia de izquierda que distorsiona el sentido de las palabras, como decía Orwell. Los argentinos no hablamos un idioma en común y ni siquiera partimos de premisas comunes para discutir amablemente.

MESIANICOS

Somos mesiánicos, creemos que un hombre, un semidios, un caudillo vendrá a salvarnos. Nos cuesta creer que los hombres providenciales no existen, solo el trabajo y la inteligencia.

El realismo mágico es parte de la idiosincrasia nacional. Un día un yuyo o una piedra o un líquido negro, nos garantizará continuar con la actividad preferida de los argentinos, que es rascarse el ombligo y seguir tirando manteca al techo.

Nos gusta las emociones violentas, el vértigo de sube y baja. Hasta que los movimientos guerrilleros buscaban la adrenalina en un país que tenía 5% de pobres. (Perdón por la repetición, pero es increíble como en pocos años pasamos de 5 al 35%)

Estamos cansados de Stop and Go, de sube y baja. Los que trabajamos y pagamos impuestos no queremos hacer más sacrificios para que la plata sea malgastada. La lista de disparates administrativos y burocráticos no se acaba nunca.

Nos creemos ricos porque vivimos en un país rico, pero en realidad somos pobres (y poco inteligentes) que despilfarramos lo poco que tenemos. No pagamos las cosas por su valor y por lo tanto, no valoramos el esfuerzo: exigimos gas gratis, electricidad gratis y salud gratis, y al final nada es gratis, todo nos sale carísimo. No entendemos que la plata que no salga ahora de nuestro bolsillo, en algún momento se pagará.

No sabemos trabajar en equipo porque siempre creemos que nos van a ganar de mano y terminarán llevándose el mérito del esfuerzo colectivo y la orquesta de solistas no funciona.
Somos corporativistas, nos interesa solo nuestro ombligo y nada más. Cada grupo pelea por su fracción de la torta y después de ellos. el diluvio.

Nos falta grandeza. Somos egoístas, vanidosos, ignorantes y vagos, pero nos creemos los mejores y miramos a los demás por arriba del hombro. ¿Y a quién le ganamos? Estamos chapoteando en el mismo barro desde hace 70 años.

Este nuevo fracaso va más allá de los errores en la conducción y la comunicación. Algo debemos estar haciendo mal para este nuevo fracaso.