Rodolfo Ranni, entre ollas y telones

Estrenó en teatro, junto a Graciela Pal, una versión de la obra que marcó el debut cinematográfico de Mirtha Legrand. La televisión ha perdido la mística, lamenta, y admite que trabajó mucho para convertirse en un todoterreno.

Actor versátil si los hay, Rodolfo Ranni brilló siempre. Ya sea como un implacable policía en el cine de la década del "70, o como un mujeriego empedernido en las películas de Tristán y Susana Traverso, el "Tano", como lo llaman sus amigos, siempre dejó huella. Hoy, con sus vigorosos ochenta años, protagoniza "Los martes, orquídeas", junto a Graciela Pal, Candela Vetrano y Felipe Colombo, en el coqueto Centro Cultural 25 de Mayo del barrio de Villa Urquiza.

Su marcado profesionalismo lo lleva a hablar de la coyuntura argentina, del reciente debut teatral y de la película que acaba de filmar junto a Gabriel Goity, aunque se le notan las ganas de referirse a las cotidianidades de la existencia, su vida en el campo, su amada Italia y la pasión por la gastronomía. La Prensa mantuvo con él una charla exclusiva, entre recetas y recuerdos.

"Como buen italiano, la comida para mí es fundamental. Sobre todo la pasta. Ahora las salsas vienen hechas, nada que ver. Un buen tuco tiene que durar mínimo cuatro horas de cocción", reflexiona Ranni sentado en uno de los palcos de la sala donde, de jueves a domingos, actúa bajo la dirección de Lía Jelín.

Y continúa: "Primero se cocina la cebolla con el ají a fuego muy lento hasta que la cebolla desaparezca. Y ahí uno pone el tomate, que se compacta y se hace como una crema. Ese es el secreto de una buena salsa: si la cebolla se ve hay que tirarla porque está mal hecha. Ayer dejé en remojo porotos para cocinar mañana a la mañana cuando me levante", avisa.

SR. COCINERO
-¿Algún otro secreto casero?
-Que en mi casa se hacen las mejores empanadas árabes que se puedan comer. Mi mujer amasa y yo hago el relleno. Cada comida te recuerda a alguien que ya no está. Y eso trato de conservarlo.
-Tal vez pocos lo recuerden, pero usted tuvo un programa de cocina.
-Exacto. Cuando Karlos Arguiñano se vuelve a España luego de muchas temporadas cocinando para Canal 13, me proponen reemplazarlo. Fue un muy lindo trabajo. Y como gustó tanto me convocaron para trabajar en España, adonde me fui a vivir con toda mi familia. Ahí conocí Galicia, uno de los lugares más lindos del mundo. Si tuviese que elegir un lugar para morir, sin duda sería Galicia.
-Acá vive en el campo.
-Tengo una chacrita hace muchísimos años. Antes tenía más animales, hasta vacas; ahora no tanto. Pero es mi lugar en el mundo, me da paz. Siempre soñé, desde que llegué de Italia a los diez años, que quería un lugar como el campo de mi abuelo. Y estoy a veinte minutos de la urbe. Si me venís a ver a mi casa, tal vez esté mirando las gallinas, porque en el fondo soy un campesino.
-¿Cómo es su día a día?
-Me levanto muy temprano, a las seis de la mañana. ¿Para qué? Lo que le digo a todos: "para poder hacer la siesta". Y después tengo una rutina: compro el diario, saludo al diariero, charlamos cosas de pueblerinos y compro para cocinar. Vivo con mi mujer, los dos estamos muy bien, mis hijas ya se fueron.
-¿Qué prefiere: teatro, cine o Netflix?
-Hoy por hoy, estoy muy perezoso. No soy de ir al teatro, además fiel a mi profesión, si voy al teatro y escucho a un actor que dice mal "buenas noches" ya me pongo de mal humor. Entonces prefiero quedarme en casa. Salgo para ir a trabajar. Mis hijas y mi mujer me dicen de ir al cine y les digo que vayan ellas. No tengo Netflix ni ninguna aplicación de nada. Tengo un celular que lo uso para leer los mensajes y hablar por teléfono.
-Estrenó "Los martes, orquídeas" en una puesta que es un verdadero lujo.
-Cuando Jorge Maestro (el autor) me llamó, enseguida le dije que sí. Trabajamos mucho y nos conocemos a la perfección; ya sabemos qué puede dar el otro. No había visto la película (en la que Mirtha Legrand hizo su debut profesional) pero conocía la historia. Nunca se había hecho en teatro y me pareció un plus. Además, Lía hace una dirección magnífica y en el elenco había muchos conocidos. Estoy orgulloso de la obra que quedó, está muy bien representada la época del "40, las formas, los giros idiomáticos, los trajes. Es muy onírico todo.
-¿No lo inquieta estar al frente de una gran producción en un momento tan complejo del país?
-La incógnita del teatro es ensayar y darlo todo sin saber si irá bien. Si supiéramos el futuro, seríamos todos millonarios y nadie perdería. Pero en esa duda hay una adrenalina que es el alimento del actor. Dar todo y hacer lo mejor posible para que venga el público. Nunca ensayé sabiendo que iba a ser un éxito pero, a su vez, siempre ensayé para que sea un éxito.
-Protagonizó películas fuertes, comedias de puertas y nunca quedó encasillado en un solo género. ¿Cuál es la clave?
-Eso fue buscado por mí desde siempre. También tuve la suerte de que la gente me aceptara. Es mi mayor satisfacción como actor. Para mí no hay especialización en la actuación, hay que hacer de todo; nunca le esquivé el cuerpo a ningún género. Y si hago algo muy dramático, como "Zona de riesgo", en teatro intento hacer "¿Qué nos sucede, vida?", con mi gran amigo Sofovich. (Marcello) Mastroianni hacía de todo, "La Dolce Vita" y "Los desconocidos de siempre". No me creo Mastroianni pero es un ejemplo para todos.

PROYECTOS
-En el fondo de su ser, ¿se siente argentino o italiano?
-Italiano. Tardé en regresar a mi país porque no quería volver y que se muriesen los recuerdos. Pero un día volví y me di cuenta que estaba todo igual. En un momento pude irme a Italia a trabajar pero preferí quedarme en la Argentina.
-"Los martes, orquídeas", ¿y después?
-Haremos tres meses de funciones acá, luego iremos a las grandes capitales del país y, si todo sale bien, temporada en Mar del Plata. Vengo de hacer una película con el "Puma" Goity, "Capitán Menganno", y por ahora nada más. Tengo ochenta pirulos, antes hacía más cosas pero ya no me da el cuerpo.