Aislacionismo vs. multilateralismo

Claves del mundo- Por Alejandro Laurnagaray de Urquiza *

En el mundo todo tiene que ver con todo. Habremos escuchado esa frase infinidad de veces. Y tan cierta es. Cualquier gran acontecimiento que sucede en el planeta afecta a casi la totalidad del Sistema Internacional. En este caso, un detalle: Trump retira a su país del Acuerdo Nuclear con Irán, restablece sanciones económicas y petroleras a los persas, lo que sumado a la crisis venezolana vuelve a hacer subir el precio del barril de petróleo, hecho que genera aumento en el valor del combustible en Estados Unidos. A su vez, un incremento en la inflación y en Norteamérica vuelve a subir la tasa de interés. Debido a ello, millones de dólares de los países emergentes (entre ellos la Argentina) emigran hacia Estados Unidos. Esta es una, sólo una de las razones externas de lo que sucede aquí. Las hay también internas e importantes, pero no es tema de este análisis.

Pero bien, vamos a Medio Oriente en lo que configura el hecho central, y de gravedad. La prudencia y la responsabilidad deben ser dos características fundamentales de un político y Trump viene demostrando que no cumple con ninguna de las dos. Con la salida del JCPOA (Plan de Acción Integral Conjunto), el mandatario norteamericano echa más leña al fuego a una región que experimenta diversos conflictos irresueltos de larga data. Sumamos el reciente traslado de la embajada de EE.UU. en Israel a Jerusalén, con el saldo de decenas de civiles palestinos muertos en manos del ejército israelí -inclusive niños- en protestas el día de la inauguración. Podríamos seguir por horas describiendo enfrentamientos, pero en fin, Medio Oriente es un hervidero y Washington es uno de los grandes responsables, aunque no el único.

Presionado por Netanyahu y por los halcones conservadores de su gobierno -y también por propia convicción-, Trump busca renegociar el Acuerdo no sólo por desconfianza al plan nuclear iraní, sino especialmente para debilitar el expansionismo que la República Islámica ha logrado en la región, y para buscar interrumpir su plan misilístico.

Tanto Israel como Arabia Saudita perciben una clara amenaza a su seguridad la creciente influencia iraní en Siria, Irak, Yemen, Líbano y Afganistán. Ni que hablar del fortalecimiento de los lazos con Rusia, China y la Unión Europea. Ello debilita y en mucho la posición de Tel Aviv, y también de Riad, enemigos declarados de Teherán. Junto a EE.UU., harán lo posible para debilitar la influencia persa, y habrá que observar hasta dónde llega el juego del presidente norteamericano. La historia nos indica que han ido de un extremo al otro según sus conveniencias y alianzas. Ha sido Washington quien inició el plan nuclear iraní en 1957, y también el que le quitó el apoyo y lo colocó en lugar de enemigo desde 1979, con la instauración de la República Islámica.

Desde hace tiempo, todas las alarmas sonaban en Israel (más de una década llevaban las negociaciones del acuerdo firmado hace 3 años) y el país venía protestando ante la Casa Blanca con dureza. Tras distanciamientos y discusiones con Obama, Netanyahu logró su cometido con Trump. El magnate ya venía anunciado su rechazo al JCPOA en la campaña presidencial. Y cumplió su promesa de abandonarlo.

La cuestión se torna complicada, porque mientras EE.UU. y sus aliados en Medio Oriente buscan presionar más a Irán en los dos ejes (rol en la región y plan misilístico), Teherán observa cómo se ha incrementado la venta de armas estadounidenses a Arabia Saudita, Bahrein, Kuwait, EAU, Israel, etcétera. Difícilmente acepte hacer nuevas concesiones. Claro que el interés nacional de Norteamérica también está en juego (el apoyo de Rouhani a Bashar al-Asad en Siria, a Hamas, a Hezbollah, a los yemeníes que libran una guerra contra los saudíes, etc.) y preferiría un cambio de régimen.

A favor del acuerdo, también pesan el fortalecimiento de las posiciones de China y Rusia en la región, pisando los talones al histórico dominio estadounidense, algo que preocupa seriamente a los halcones como John Bolton (asesor de Seguridad Nacional del presidente) y el nuevo secretario de Estado Mike Pompeo. Pero el mundo está cambiando, y rápidamente. Detalla la revista Foreign Affairs -una de las principales de Norteamérica sobre Relaciones Internacionales- que hoy es Rusia el único país de peso que tiene diálogo con todos los jugadores y aumenta su influencia. Como en otros lugares del mundo, Occidente, (y Washington en particular), van perdiendo peso. Queda ver si reacciona con mayor violencia o se acomoda a las circunstancias. Los interesados tienen aún mucho camino por recorrer, y a veces pareciera que para algunos, la inestabilidad es el estatus conveniente.

La Unión Europea, por su parte, está en una encrucijada. El Acuerdo le vino como anillo al dedo en su necesidad de ampliar mercados frente a la crisis económica que atraviesa, y también poder calmar aunque sea uno de los focos de conflicto internacionales cercanos. Pero ahora deberá enfrentarse a las amenazas de sanciones para sus empresas, y a la decisión que ha tomado, por ahora, de continuar sin EE.UU.

Puede avanzar hacia la consolidación del multilateralismo y afianzar su relación con China (como en el Acuerdo de París), mientras busca la ampliación de las negociaciones con Irán para reincorporar a los norteamericanos y así queden todos conformes. Difícil, pero el tiempo dirá. Por ahora, el aislacionismo prometido por el magnate republicano fue ratificado y en el ajedrez de Medio Oriente nos quedan numerosas jugadas por ver.

* Consultor y Analista Internacional