Un proceso digno de Kafka

Jorge Volpi presentó en la feria del libro "Una novela criminal", que le valió el premio Alfaguara. El escritor mexicano explica las dificultades que debió enfrentar para contar una historia construida sin elementos de la ficción. Lamenta la falta de contacto cultural entre los países de la región.

En la obra El proceso, de Franz Kafka, el personaje de Josef K. es arrestado y sometido a un juicio sin saber el motivo. "Eso es posible en México", asegura el escritor Jorge Volpi, quien en "Una novela criminal", novela que acaba de presentar en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, se adentra en el laberinto de preguntas sin respuesta que es el caso Florence Cassez.

Esta "novela documental o novela sin ficción", ganadora del Premio Alfaguara 2017, arranca con una cita de Paul Valéry que se adapta a este caso, que tensó las relaciones diplomáticas entre México y Francia: "La mezcla entre lo verdadero y lo falso es enormemente más tóxico que lo puramente falso".

"A diferencia de lo que uno asume, y lo que pasa en los casos de otras novelas sin ficción donde los escritores veían el expediente y entendían que seguramente era verdad, aquí la primera duda tiene que estar en el expediente", remarcó Volpi en una entrevista con la agencia EFE.

El expediente, al que tuvo acceso para elaborar el casi medio centenar de páginas que comprende la novela, está lleno de "contradicciones, enmendaduras, de testimonios que cambian constantemente, y se ve la acción de la autoridad no para descubrir la verdad, sino para ocultarla".

La francesa Florence Cassez y el mexicano Israel Vallarta fueron detenidos en diciembre de 2005, acusados de secuestro. Pese a que Cassez fue condenada a 60 años de prisión, fue liberada siete años después por una sentencia de la Suprema Corte que consideró que no se respetó el debido proceso.

Más de una década después de los arrestos, Vallarta permanece en una cárcel de máxima seguridad y sin juicio: "Es uno más de los muchísimos casos semejantes llenos de irregularidades en nuestro sistema de justicia, que tiene tantos fallos y problemas", entre otros, que "justamente se dilate tanto el tiempo antes de juzgar a alguien".

En 2016, México terminó por instaurar en todo el territorio nacional un nuevo sistema de justicia penal que garantiza la presunción de inocencia. Con ese sistema "muchas de las irregularidades que hubo en este caso no se podrían haber hecho", sostiene el escritor mexicano.

CULPABLES

Aun así, el nuevo sistema "ha tenido muchas resistencias y no ha acabado de implementarse; y desde luego, tampoco ha provocado que haya acabado la otra parte que enfanga el sistema, que es la corrupción, la intromisión política o la tortura".

El caso de Cassez "permitió hablar largamente" sobre el respeto al debido proceso, pero todavía hay gente que "preferiría que se capture a los criminales sea como sea".

Más de 10 años después, relata el autor, la mayoría de los mexicanos están convencidos de la culpabilidad de Florence e Israel, percepción de acabó arraigándose en parte por la forma en que los medios de comunicación trataron el caso (incluyendo el montaje con el que se hizo creer que su detención estaba siendo televisada en directo).

"Era una farsa por completo, incluso los periodistas no paraban de decir "Bueno, les llamamos presuntos secuestradores pero es obvio que lo son". Siempre los medios dijeron que eran culpables", sin revisar "claramente lo que estaba detrás de esa formulación".

La primera pretensión de Volpi fue dejarse él mismo por completo fuera de la narración, plasmando solo los hechos. El resultado fue un texto de unas 800 páginas escrito en tercera persona. Se lo entregó a sus lectores de confianza y amigos escritores. "Me dijeron que era ilegible de esa manera, que era imposible", recuerda Volpi.

Por eso decidió introducirse con una primera persona "bastante más discreta que la de Emmanuel Carrere y la de Javier Cercas", pero que sirve de guía a lo largo del texto.

"En esta historia, el narrador es tan solo el ojo que se pasea sobre los hechos y los ordena; su mirada es la pregunta, aquí no hay respuestas, solo la perplejidad de lo real", reza el acta del jurado que le concedió el Alfaguara, encabezado por el escritor Fernando Savater.

El autor de La tejedora de sombras señala que intentó revisar el expediente "con una absoluta falta de prejuicios" en busca de la verdad, y aspira a que sus lectores también lo hagan. "Creo que cualquiera que haga este ejercicio honestamente al final tendrá enormes dudas de la culpabilidad de ambos", afirma.

Volpi, quien se consagró con su novela En busca de Klingsor (1999), fue uno de los impulsores de la llamada Generación del Crack, un movimiento literario de finales del siglo XX que quiso deshacerse del corsé del estilo de los grandes nombres que situaron el continente en la escena mundial en décadas anteriores, como García Márquez o Julio Cortázar.

VISION CRITICA

En otra entrevista concedida en los últimos días, en medio de un raid promocional que lo llevó también a la Feria Internacional del Libro de Bogotá (Filbo), se refirió al panorama de las letras en latinoamérica, sobre el cual se mostró crítico.

"La literatura latinoamericana ya no existe como tal (...) No hay esos hilos conductores excepto los que tienen que ver con la historia, pero ya no hay una literatura latinoamericana que sea reconocible por los latinoamericanos", manifestó.

Agregó que "lo que sí hay es muchas generaciones en activo, muchísimos grandes escritores jóvenes y muchas corrientes distintas (...) en enorme efervescencia" que derivan del boom literario que encabezaron autores como Gabriel García Márquez o Mario Vargas Llosa, pero que sin embargo no tienen "ese carácter reconocible" común.

Para Volpi, el Premio Alfaguara que mereció su última novela fue una oportunidad de romper con la dinámica de "aislamiento cultural" entre países latinoamericanos ya que el libro se publicó en todos los territorios a la vez, pero considera que su caso es "una excepción".

El escritor lamenta que haya una "falta de contacto real cultural" entre los países latinoamericanos, algo que anula la "fertilización" literaria mutua "que debería existir por compartir la lengua y la historia", pero que contrarresta un "inevitable nacionalismo" y las "condiciones del mercado y de la distribución de libros".

Volpi añade que ver América Latina como un todo, también desde lo literario, "es una visión muy española": "Ojalá el sueño bolivariano fuera cierto y fuéramos un solo país desde México hasta Argentina, pero no lo somos".

En su opinión, una respuesta a ese aislamiento podría estar en la tecnología y concretamente en "el libro electrónico" que permite "tener en Colombia cualquier novela que se publica en México", pero reconoce que aunque existe "ese instrumento" el problema "todavía está" presente.

Volpi ensayó una primera versión en tercera persona, pero después adoptó una discreta primera persona.