La interna oficialista detrás del tironeo por las tarifas

Siete días de política. La "rebelión" de la UCR por el gas está vinculada más con las candidaturas de 2019 que con el bolsillo de la clase media. El PRO avanza en varias provincias a expensas de los radicales.

Después de recibir el jueves a los radicales liderados por Alfredo Cornejo que le llevaron un plan de cuotas para pagar el aumento del gas, Mauricio Macri parece haber entendido que la política tiene razones que la razón no comprende. Entendió, por ejemplo, que los políticos se guían por una matemática electoral indiferente a la realidad económica y al negocio energético. También comprobó que los radicales ven con preocupación cómo avanzan los macristas en muchos de los feudos que aspiran conquistar o retener, Córdoba, Mendoza, Tucumán. Para parar ese avance hacen todo el ruido que pueden. Patalean públicamente sobre el ajuste y aspiran a presentarse como el "rostro humano" de Cambiemos. Igual que Carrió en 2015 y 2017, pero a escala partidaria.

Parece, sin embargo, que el presidente tiene aún intacta la capacidad de aprendizaje. Después de que se fueron los radicales llamó a un grupo de periodistas para un "off the record" en el que se despachó a gusto sobre las facultades intelectuales de Cornejo y dio las cifras que no podía dar en público sobre el entuerto del gas sin romper con sus socios.

¿Qué dicen esas cifras? Que el llamado "tarifazo" no redujo el consumo, sino que lo aumentó (2% en electricidad). Que a pesar de los ajustes, las tarifas de Buenos Aires son un 134% inferiores a las de Montevideo y un 192% inferiores a las de Santiago de Chile, ciudades comparables por el clima. Que el 30% del costo de los subsidios se paga con endeudamiento. Esto es, que se toma deuda para pagar el sobreconsumo. El "tarifazo" redujo ese endeudamiento. En 2016 fue necesario tomar deuda por 15 mil millones con ese fin, en 2017 por 7 millones y se estima que en 2018 será por 5 mil millones. Es elocuente que los mismos que ponen el grito en el cielo por el crecimiento de la deuda, pidan implícitamente que se tome deuda para seguir con la catastrófica política del tándem Kirchner-De Vido.

¿Ignoraban los radicales estas cifras cuando fueron a ver a Macri rodeados de periodistas y cuando se encontraron con Juan Aranguren, lo que significaba que nada iba a cambiar? No, por eso se fueron con una respuesta negativa en los hechos -se podrá pagar el aumento en tres cuotas con interés- pero lo festejaron como un triunfo. Habían conseguido llamar la atención del presidente y avisarle que no entregarán sus estructuras a cambio de nada.

Es cierto que estuvieron un poco lentos y fueron a la zaga de Elisa Carrió, la primera en descubrir la veta del reclamo y que ni siquiera se tomó la molestia de ir a la Rosada con sus colegas. No necesita cámaras y puede ver en privado al presidente cuando quiere sólo con levantar el teléfono.
¿Es realmente un reclamo popular acuciante el de las tarifas energéticas?

Las tarifas representan el 7,9% del consumo de un hogar. Menos que en la convertibilidad. La paupérrima "marcha de las velas" organizada por la Cámpora, Moyano y los gremios estatales dejó en claro que el reclamo es de la corporación política. Mientras se mantenga o crezca el consumo, bajen el desempleo y la pobreza, aunque sea lentamente, no habrá crisis. Macri deberá seguir lidiando con las corporaciones (económica, sindical, eclesiástica, periodística, etcétera) mientras intente aunque sea el más modesto y gatopardesco de los cambio. El "status quo" que se mantiene desde hace 70 años no es fruto del azar.

Por último a los reclamos se sumó el peronismo. El "K" y el "racional" de los gobernadores. Presionaron en el Congreso y estuvieron a un diputado de lograr el quórum, lo que le abrió la puerta de Balcarce 50 a radicales y "lilitos". Trabajaron para el enemigo. Además el radicalismo y el PRO le dieron a los peronistas una lección de peronismo práctico, al convertirse en oficialismo y oposición simultáneamente.

Los "racionales" del peronismo proponen retrotraer las tarifas al 1º de noviembre pasado y congelarlas por dos años. Esa "solución" es volver a De Vido y liquidar cualquier posibilidad de inversión en el sector. Significa no retroceder dos años, sino por lo menos dos décadas. Significa una sangría monumental de reservas y la vuelta del cepo al final del camino.

Toda elección presidencial es un plebiscito. Con la vuelta al pasado que propone el peronismo en todas sus versiones, el año que viene se votará por mantener el rumbo o dar marcha atrás. A eso tendrá que acomodarse la clase política que cada vez que embiste contra Macri termina por fortalecerlo. Sin una crisis terminal, tienen poca chance. El problema no es sólo la renovación de dirigentes. Parece llegada la hora de cambiar el libreto.