Recuperar el sentido de lo sagrado

Subiré al altar de Dios
Por Salvador Fornieles
Ediciones Logos. 144 páginas

Introibo ad altare Dei (Subiré al altar de Dios) son las palabras del salmo 42 que pronunciaba el sacerdote al comenzar la Santa Misa hasta hace algunos años, tal como disponían las normas del papa San Pío V, y que siguen repitiendo quienes celebran bajo la forma tradicional. Son palabras, como todas las de la liturgia antigua, que enseñan una especial devoción, que despiertan la conciencia sobre lo que está por suceder, el suelo que se está a punto de pisar. Esa adoración, que ya no es común encontrar, es la que viene a recordar el padre Salvador Fornieles (Buenos Aires, 1953), del Opus Dei, con este libro editado por Logos.

Si no es frecuente hoy es por la avanzada secularización en la sociedad, sin dudas, pero también por las innovaciones del clero, a menudo víctima de la mentalidad moderna. Algo de eso desliza Fornieles, doctor en Derecho Canónico por la Universidad de Navarra y miembro del Tribunal Metropolitano de Rosario, cuando lamenta la desaparición de los misales, la introducción de lecturas profanas, la improvisación en las homilías e incluso la confusión de roles, con sacerdotes que delegan sus responsabilidades y laicos que distribuyen la Eucaristía.

Su libro no es una reivindicación de la liturgia antigua, aunque ya es significativo que vuelva a ella una y otra vez en busca de ejemplos de devoción y de adoración que fueron dejados de lado. Solo quiere rescatar una disposición corporal que ayuda a elevar el espíritu. Por ejemplo, recuerda que antiguamente el rezo del Confiteor se acompañaba de tres golpes en el pecho. No dice que junto con los tres golpes fue eliminado también el entero Confiteor. Tal vez por vergüenza, o porque lo suyo no es un estudio litúrgico ni un ensayo teológico.

Su intención es explicar algunos momentos de la Misa, sus palabras y gestos, con la esperanza de que los fieles puedan mejorar su participación. Así, expone por qué el suelo que se pisa es una tierra sagrada, la razón de una misa o del llamado de las campanas, el significado de las velas, las vestimentas litúrgicos, los silencios y hasta la actitud que se debe tener frente a la exposición del Santísimo.

Un libro breve pero valioso, con anécdotas entrañables y oportunas citas del Concilio de Trento, la beata Ana Catalina Emmerick, Santa Teresa de Avila, el Santo Cura de Ars, Benedicto XVI, San Juan

Crisóstomo y, por supuesto, San José María Escriva de Balaguer. Un libro, en definitiva, que tiene el noble propósito de recuperar el sentido del recogimiento y del silencio, y el anhelo de que otros descubran la riqueza de los misterios sagrados.