El viento de cola esta vez soplará desde Brasil

CLAVES DE LA ECONOMIA. El costo financiero aumentará y pondrá mayor presión sobre las cuentas fiscales. Aparece luego la sequía, dado que la compensación por aumento del precio internacional es hasta ahora menor que la caída estimada del volumen.

JUAN JOSE LLACH *

Finalmente ocurrió lo inevitable. Hace tiempo subrayábamos aquí que en materia económica la principal amenaza para la economía global era el riesgo de burbujas en los mercados financieros. El disparador fue bastante racional: la suba de la inflación en los Estados Unidos, hecho que su Reserva Federal subrayó en el último comunicado.

Si bien el alza es moderada, el IPC ya superó la meta del 2% anual, aunque en su versión núcleo (core) todavía se ubica levemente por abajo, tanto en la versión IPC (1,8%) como en la versión más seguida por la Fed, la de los gastos de los consumidores (1,9%).

El organismo monetario de los Estados Unidos prevé tres alzas de su tasa en 2018, lo que la llevaría, a fin de este año, a ubicarse entre 2,0% y 2,25%, un nivel todavía bajo en la comparación histórica. Como siempre ocurre, esto fue acompañado por una suba de los rendimientos de los bonos del Tesoro, y el de 10 años ya supera el 2,9%.

Desde diciembre de 2016 previmos aquí, como escenario más probable, que los mercados financieros se moverían como entre 2004 y 2007, aunque más moderadamente y sin final dramático. A saber, suba de tasas de la Fed y del rendimiento de los bonos y alzas bursátiles y de commodities.

En efecto, desde la elección del presidente Trump han subido las bolsas, las commodities y los rendimientos de los bonos, y entre lo que más ha bajado se destaca el dólar estadounidense (también el peso argentino, pero esto es lógico dado que la inflación local es todavía muy alta en la comparación internacional).

Contra los pronósticos predominantes hace un año, el riesgo país está subiendo por factores idiosincrásicos. Tal es el caso del petróleo, por un papel más activo de la OPEP + Rusia, y más recientemente también de los granos, en este caso por el agravamiento de la sequía en la Argentina y, en menor medida, en el sur de Brasil.

Esto último ha dado lugar a aumentos significativos de los granos gruesos y subproductos en el último mes: 18% la harina de soja, 8% el grano de soja y casi 6% el maíz, ilustrando que la Argentina ya es formador -no tomador- de precios en el caso de la soja y subproductos y que, incipientemente, está empezando a serlo en el maíz.

¿Significa lo dicho que la economía global no puede contagiarse por la corrección de los mercados? No, pero tampoco es lo más probable. Puede haber eventualmente una desaceleración, pero muy difícilmente una recesión o, menos aún, un episodio como el de 2007-8. La razón es que los precios de los activos, sobre todo los bursátiles e inmobiliarios, no están tan desalineados como entonces, y esto se debe a que el endeudamiento estatal y, sobre todo, el privado, es hoy bastante menor.

Curiosamente, pocos días antes de la caída de las bolsas, el FMI había aumentado sus pronósticos de crecimiento global, de 3,7% a 3,9% para este año, debido sobre todo a aumentos en los países desarrollados. Todo lo dicho no implica que lo que está ocurriendo en la economía global sea irrelevante para la Argentina.

Hay dos factores en contra y uno a favor. El costo financiero aumentará y pondrá mayor presión sobre las cuentas fiscales. Aparece luego la sequía, dado que la compensación por aumento del precio internacional es hasta ahora menor que la caída estimada del volumen.

En el caso de la soja y subproductos, vemos hasta ahora una suba del 10% en el precio, pero una caída del 15% en el volumen. El factor positivo empezará a venir de Brasil, cuya recuperación económica se está afianzando.

* Ex ministro de Educación y secretario de programación económica. Catedrático de la Universidad Austral.