Envejecer con salud depende, en buena medida, de la actitud

Nuevos estudios revelan el estrecho vínculo entre una mirada positiva ante los cambios asociados con la edad y el bienestar físico y psíquico. Identifican también la marcada influencia que ejerce el contexto cultural.

Una investigación demostró que los adultos mayores que adquirieron creencias positivas sobre la vejez a partir de su entorno cultural son menos propensos a desarrollar demencia.­

Este efecto protector se halló en todos los participantes, incluso aquellos que eran portadores de un gen que los pone en mayor riesgo de desarrollar demencia, aseguran los autores del trabajo de la Escuela de Salud Pública Yale, en Estados Unidos.­

Publicado en la revista `PLOS One', el estudio advierte que los adultos mayores con creencias positivas sobre el envejecimiento que son portadores de uno de los principales factores de riesgo de desarrollar demencia -la variación e4 del gen APOE- fueron casi 50% menos propensas a padecer la enfermedad que sus pares con creencias negativas sobre la vejez.­

El estudio es el primero en indagar si las creencias sobre la edad basadas en la cultura influyen sobre el riesgo de demencia entre las personas mayores, incluidas aquellas que portan la variante genética de alto riesgo.­

"Encontramos que las creencias positivas sobre la vejez pueden reducir el riesgo de uno de los más conocidos factores genéticos de riesgo para la demencia", subrayó la autora principal Becca Levy, profesora de salud pública y de psicología.­

"Esto justifica la implementación de campañas de salud pública contra el edadismo o la discriminación por la edad, que es una fuente de creencias negativas sobre la vejez", expresó.­

Levy y sus colegas estudiaron un grupo de 4.765 personas con una edad promedio de 72 años que no padecían demencia al comienzo del estudio. Del total de participantes, el 26% era portador de la variante APOE e4.­

El estudio demostró que, a lo largo de los cuatro años que duró la investigación, los portadores de APOE e4 con creencias positivas sobre el envejecimiento tuvieron un riesgo de desarrollar demencia del 2,7%, en comparación con el riesgo de 6,1% que se registró entre aquellos con creencias negativas sobre la vejez.­

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TEMA CULTURAL­

Un estudio anterior publicado en `Psychological Science', la revista de la Asociación para la Ciencia Psicológica, también revela la fuerte influencia que tiene el contexto cultural sobre la salud y las emociones positivas.­

En concreto, el trabajo muestra que experimentar emociones positivas está vinculado con una mejor salud cardiovascular en Estados Unidos pero no en Japón.­

"Nuestro hallazgo clave es que las emociones positivas permiten predecir los perfiles de lípidos en sangre de manera distinta entre las diferentes culturas", afirmó la científica psicológica Jiah Yoo de la Universidad de Wisconsin-Madison.­

"Los americanos adultos que experimentan altos niveles de emociones positivas, como sentirse `alegres' o `extremadamente felices' son más propensos a tener perfiles de lípidos en sangre más saludables, incluso luego de tener en cuenta otros factores como edad, género, estatus socioeconómico y afecciones crónicas. Sin embargo, esto no fue así entre los adultos japoneses", detalló.­

"Los resultados de nuestro estudio destacan la importancia del contexto cultural para entender los vínculos entre las emociones y la salud, algo que ha sido ampliamente ignorado en la literatura", agregó Yoo.­

En ese sentido, la científica apuntó que si bien algunos estudios han analizado las diferencias culturales en las relaciones entre emociones positivas y funcionamiento saludable, este trabajo es el primero que incluye mediciones biológicas de la salud (lípidos en sangre) y grandes muestras representativas de ambos países.­

El hecho de que las emociones positivas son concebidas y valoradas de manera distinta entre las culturas, llevó a Yoo y sus colegas a preguntarse si los beneficios para la salud asociados con las emociones positivas son específicos de las poblaciones occidentales.­

"En las culturas americanas, experimentar emociones positivas es visto como algo deseable e incluso es fomentado a través de la socialización. Pero en las culturas del este asiático las personas comúnmente ven las emociones positivas como sinónimo de tener lados oscuros: son efímeras, pueden atraer una atención innecesaria de otros y pueden ser una distracción que aleja el foco de tareas importantes", describió la investigadora.­

Para llevar adelante el estudio, los autores diseñaron una comparación intercultural al examinar los datos de dos grandes estudios representativos en adultos: `La mediana edad en Estados Unidos' y `La mediana edad en Japón'.­

Los datos incluyeron puntuaciones de los participantes sobre cuán frecuentemente sentían 10 emociones positivas diferentes en los últimos 30 días y mediciones de los lípidos en sangre, que aportaron datos objetivos sobre la salud cardiovascular de los participantes.­

"Debido a la prevalencia global de enfermedad arterial coronaria, los lípidos en sangre son considerados un importante indicador de la salud biológica en muchos países de Occidente y del Este Asiático", explicó Yoo.­

Tal como se esperaba, los datos mostraron que experimentar con frecuencia emociones positivas estuvo asociado con perfiles lipídicos saludables entre los participantes americanos pero no se evidenció un vínculo semejante entre los participantes japoneses.­

Las diferencias pueden deberse, en parte, a la relación entre las emociones positivas y el índice de masa corporal (IMC) en cada cultura. Mayores emociones positivas estuvieron ligadas a un menor IMC y, como consecuencia, perfiles de lípidos en sangre más saludables entre los participantes americanos, pero no entre los japoneses.­

"Al demostrar la variación cultural en el vínculo entre bienestar emocional y bienestar físico, nuestra investigación tiene una relevancia de amplio rango entre aquellos que buscan promover el bienestar en comunidades y lugares de trabajo, incluyendo médicos, ejecutivos y hacedores de políticas", concluyó Yoo.­

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HUMOR AL ENVEJECER­

Un tercer estudio entre adultos mayores de la Universidad Estatal de Carolina del Norte, en Estados Unidos, reveló que la percepción de envejecimiento que se tiene a nivel individual no es tan estática como se pensaba hasta ahora. Las experiencias cotidianas y la actitud personal hacia el envejecimiento pueden afectar la manera de percibir los cambios relacionados con la edad y cómo esa percepción afecta el propio estado de ánimo.­

"Las personas tienden a tener una actitud global ante el envejecimiento, buena o mala, pero queríamos saber si la percepción del propio envejecimiento fluctuaba a lo largo del tiempo en respuesta a sus experiencias diarias", precisó Shevaun Neupert, profesora de psicología en la Universidad Estatal de Carolina del Norte y autora principal del estudio publicado en `The Gerontologist'.­

Para llevar adelante el trabajo, los investigadores incluyeron a 116 participantes de entre 60 y 90 años. Cada participante respondió una encuesta para establecer las actitudes de base hacia el envejecimiento. Durante los siguientes ocho días, los participantes llevaron un registro de los estresores diarios (como haber peleado con alguien), completaron una evaluación diaria sobre experiencias relacionadas con la edad (como `me estoy haciendo más sabio' o `estoy más lento para pensar'), y registraron también su estado de ánimo o humor.­

"Hallamos que las propia percepción de envejecimiento, según lo reflejado en las evaluaciones diarias, variaba significativamente de un día a otro", señaló la doctora Jennifer Bellingtier, coautora del estudio.­

"También encontramos que las personas cuya actitud de base hacia el envejecimiento era positiva también tendían a reportar más experiencias positivas o mejores estados de ánimo", añadió.­

En ese sentido, Neupert agregó que las personas con actitudes positivas hacia el envejecimiento eran menos propensas a registrar 'pérdidas' o experiencias negativas en sus evaluaciones diarias.­

"Sin embargo, cuando las personas con actitudes positivas reportaban pérdidas, esto tenía un impacto mucho mayor sobre su estado de ánimo ese día", aclaró Neupert.­

"En otras palabras, las experiencias de envejecimiento negativas tuvieron un mayor impacto adverso sobre el humor entre las personas que normalmente tenían una actitud positiva hacia el envejecimiento", resumió.­

El estudio amplía la información aportada por estudios anteriores en los que se halló que tener una actitud positiva hacia el envejecimiento hace que los adultos mayores sean más resilientes cuando deben enfrentar situaciones de estrés.­