Nada puede descarrilar a Brasil

Temer volvió a la carga con la reforma previsional. Tras la baja de las notas de la deuda brasileña. Nuestro principal socio comercial se encuentra en medio de una poderosa recuperación cíclica. Su economía crecerá este año 3%, y 4% el que viene, siempre y cuando el PT no gane las elecciones. El gobernador de San Pablo es el favorito de los mercados.

POR WALTER MOLANO *

La decisión de Standard & Poor de rebajar la calificación crediticia de Brasil hizo más para dañar el orgullo nacional del coloso sudamericano que para alertar sobre la situación económica del país. Después de la recesión más profunda en un siglo, la economía brasileña se encuentra en medio de una poderosa recuperación cíclica, y no hay casi nada que pueda descarrilarla.

Además, la recuperación global sincronizada, después de la devastadora crisis financiera de 2008-2010, junto con la correspondiente mejora en los precios de las materias primas, también está creando condiciones externas favorables que aumentarán el impulso económico de Brasil. 

Después de soportar una recesión económica tan prolongada, es natural que Brasil experimente una gran demanda reprimida. Los hogares brasileños se apresuran a reemplazar automóviles deteriorados y electrodomésticos. 

General Motors recientemente agregó un tercer turno en su planta de Gravatai, lo que refleja la mayor demanda de sus vehículos. 

El ritmo de la actividad económica brasileña irrumpió en el terreno positivo durante el tercer trimestre del año pasado, con un crecimiento del PBI de 0.3% interanual. Creemos que la expansión económica debería acelerarse a casi 3% internual en 2018, y podría superar el 4% en 2019, si el resultado electoral es bueno. Para redondear, la situación en Brasil se ve bien, pero mejorará aún más.

MUCHO EN JUEGO

Este es un año electoral en Brasil, y hay mucho en juego. Hay una larga lista de candidatos y la oferta electoral está bastante dispersa en todo el espectro político. El ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva puede liderar las encuentas, pero es poco probable que se le permita participar debido a sus problemas legales. Un criminal convicto no puede ocupar altos cargos públicos en Brasil, aunque tratará de apelar nuevamente la reciente decisión judicial.

En un lejano segundo lugar está Jair Bolsonaro, el congresista derechista de Río de Janeiro. Sin embargo, estos dos candidatos tienen tasas de rechazo muy altas. Dado el sistema electoral de dos vueltas de Brasil, es poco probable que sobrevivan a un balotaje. 

Es por eso que la mayoría de los analistas políticos están centrando su atención en el gobernador de San Pablo, Gerardo Alckmin. El candidato de centroderecha del PSDB probablemente tiene la influencia política necesaria para asegurar la aprobación de las muy necesarias reformas del sistema previsional.

Aunque las encuestas muestran actualmente su nivel de apoyo en un dígito, y hubo algo de ruido relacionado con Lava Jato, el gobernador no carga con una mochila de rechazo popular, como la que sí tienen los dos primeros en la lista.

Un mejor horizonte es lo que está induciendo a muchos líderes empresariales brasileños a impulsar la inversión. La inversión fija se encuentra en el nivel más alto en más de cuatro años. En este momento, su enfoque es aumentar el stock de capital depreciado, pero una mejor perspectiva después de las elecciones presidenciales llevará a muchas empresas a aumentar su capacidad instalada. 

Un vistazo a los indicadores económicos, como la confianza de los consumidores y las empresas, muestra la mejora drástica en los ánimos. El hecho de que el Bovespa esté en su máximo histórico lo refleja. 

Por supuesto, la mejora en la actividad económica eliminará la presión deflacionaria que pesaba sobre la economía, y la inflación podría llegar al 4% en 2018. Sin embargo, el Banco Central todavía tiene espacio para reducir las tasas de interés al rango del 6,5% para mediados de año. Una historia optimista similar existe en las cuentas externas. El saldo de la balanza por cuenta corriente de Brasil estuvo casi plano en 2017, y debería registrar un déficit de alrededor del 1% del PIB en 2018. Esto es notable para un país que persistentemente sufría de grandes déficits en sus cuentas externas.

Lamentablemente, no todas las noticias son buenas. Los problemas persisten en el lado fiscal. El déficit fiscal primario está estancado en el 2% del PBI, y el gobierno necesita elevarlo a un superávit del 0,5% del PBI para poder estabilizar la deuda público. El mayor problema es el sistema previsional, y el hecho de que el gobierno no apruebe las reformas de las jubilaciones explica por qué se rebajó la calificación crediticia del país. 

Aún así, es notable que Michel Temer haya podido aprobar otras leyes importantes, incluida la modernización del Código Laboral, la implementación de límites de gastos, la eliminación de subsidios en los préstamos del BNDES y el lanzamiento de un nuevo programa de privatización. Todas estas medidas ayudarán a racionalizar la economía brasileña y avanzar hacia un mayor ritmo de crecimiento sostenible. 

La rebaja de la calificación nacional también avivó el fuego en el Congreso. El presidente Michel Temer respondió rápidamente que seguiría presionando en pos de las reformas de las pensiones. Otros miembros de la dirección política también se movieron para restar importancia a los efectos de la degradación. Es cierto que la decisión de S&P fue una buena llamada de atención. Sin embargo, no podemos ignorar el hecho de que la economía brasileña se encuentra en medio de una poderosa recuperación cíclica. Por lo tanto, ¡a toda máquina!

* Analista de BCP Securities.