El espejo muestra a River con una mejor imagen que a Boca

El Superclásico dejó claramente expuestos los momentos que viven ambos equipos. Los millonarios están en etapa de reconstrucción, mientras que a los xeneizes los golpeó el escándalo y las ausencias.

"El fútbol es el espejo que mejor nos espeja". Esta frase brotó de la lúcida mente de Rodolfo Braceli y nos fue revelada en el libro De fútbol somos. Esta idea puede aplicarse para comprender qué dejó el primer Superclásico del 2018. Esos 90 minutos reflejaron perfectamente las caras que hoy por hoy muestran River y Boca. Porque, como dijo el autor mendocino, no hay mejor espejo que el fútbol.

River está en una etapa de refundación después de un semestre que expuso con brutal crudeza que el equipo necesitaba cambios urgentes. Los golpes no hicieron madurar a Augusto Batalla, Javier Lux no dio la respuesta esperada y el arco quedó en poder de Enrique Bologna, la opción menos pensada.  Entonces llegó Franco Armani, una suerte de ansiado solucionador de problemas que sin siquiera haber defendido un minuto la valla millonaria ya aportó la cuota de tranquilidad que tanto se necesitaba en Núñez.  Sí, claro, contra los xeneizes jugó Lux, pero la sola presencia de Armani en el plantel aleja las preocupaciones.

Desde la partida de Lucas Salario y Sebastián Driussi, Ignacio Scocco se trasformó en la única carta ofensiva digna de respeto. La contratación de Lucas Pratto deja menos solo a Nacho. El ex Vélez tampoco cubrió su pecho con la banda roja aún, pero el simple hecho de que forme parte del plantel demuestra que Marcelo Gallardo comprendió que venía perdiendo por goleada en el mercado de pases. 

El técnico debía dotar de calidad a su equipo y lo hizo. Así, en River comenzó la era del reagrupamiento de fuerzas y de abrazarse a la ilusión de que un futuro mejor es posible.

La victoria por 1-0 no arrojó grandes noticias en el aspecto futbolístico, pero tiene valor en lo anímico y abre puertas que se antojaban cerradas para poder salir a jugar y, de paso, hacerlo mejor. Ganar ayuda y más si es contra Boca. 

El colombiano Rafael Santos Borré, con su gol, dice presente. La vuelta de Lucas Martínez Quarta es recibida como un remedio para una defensa no del todo firme por las últimas actuaciones de Jonatan Maidana y Javier Pinola. Por más que quede claro que Gonzalo Martínez es casi la única usina generadora de fútbol, hoy existe más certeza de que otros se contagien y se asocien al circuito de juego. Porque a River en estos días el espejo lo muestra con un rostro mejorado.

ESPEJO ROTO

No hace mucho, cuando las victorias se sucedían con llamativa cotidianeidad, Boca se veía en el espejo como el más bonito. Si bien la recta final del año arrojó imágenes menos agradables que las del arranque de la Superliga, haber terminado el 2017 en lo más alto de la tabla no dejaba de ser una buena nueva para los xeneizes.

Por esa voracidad que caracteriza a los de la Ribera en la apertura de cada libro de pases, parecía que todas las estrellas se juntarían para poblar el cielo azul y oro. 

Por definición, la incorporación de Carlos Tevez le conferiría una condición de verdad irrefutable a esta idea, pero el jugador que regresó de China tiene muchos más billetes en la cuenta y menos, mucho menos fútbol del que se llevó a esa ignota liga.

Carlitos es recuperable, pues un futbolista de sus quilates siempre tiene el crédito abierto, pero no hay dudas de que no es el que partió de un día para el otro hace poco más de doce meses.

Julio Buffarini es un adecuado remedio para el costado derecho de la defensa que se ve herido cuando lo ocupa Gino Peruzzi y sano, pero no rebosante de salud, cuando lo hace Leonardo Jara. En el otro rincón de la retaguardia es un hecho que Emmanuel Mas suma bastante.
 
Pero, en la vida y en el fútbol siempre existe un pero, Boca se vio envuelto en un escándalo insólito que lo debilitó. Wilmar Barrios, un hombre vital en la mitad de la cancha, y el talentoso pero no del todo determinante Edwin Cardona son futbolistas que el equipo de Guillermo Barros Schelotto necesita y extraña. Lo mismo sucede con Frank Fabra, a quien apararentemente le cupo una responsabilidad menor en esa noche de bochorno con mujeres, peluqueros, cuchillos y violencia. 

Ese incidente fue un gol en contra para Boca. Los tres colombianos son pilares de un equipo que, por sin fuera poco, debe subsistir sin Fernando Gago, Pablo Pérez y Darío Benedetto. Y entonces resulta más evidente que los efectos de esa noche que sigue en la cancha de la Justicia fueron letales para las huestes del Mellizo.

La derrota por 1-0 a manos de River fue una consecuencia esperable del momento que sacude a Boca. Por estas horas en la Ribera todo es caos y confusión y eso se vio en Mar del Plata. Un equipo sin juego ni ideas, carente de identidad y con lesiones ridículamente autoinflingidas. 

El espejo no ofrece la imagen que Boca desearía mostrar. A River le pasa todo lo contrario. Eso se observó con nitidez en apenas 90 minutos de juego. Porque Braceli no se equivoca: el fútbol nos muestra tal cual somos.