Celebración del cuento

La hora de los monos

Por Federico Falco
Eterna Cadencia. 217 páginas

Encontrarse con Federico Falco es casi como celebrar el cuento. Y que el momento elegido sea el verano, cuando es más factible soltarle la rienda al ocio, ayuda y mucho a compenetrarse en sus historias de tierra adentro. La reedición de La hora de los monos va por ese camino, el del disfrute de las historias sencillas.

Casi todos los relatos están situados en ambientes rurales. El autor, nacido en General Cabrera, provincia de Córdoba, conoce el paño. Sólo alguien que ha vivido junto a la naturaleza, que sabe de la inmensidad del campo y de la aplastante sensación que generan los horizontes infinitos puede describir en detalle esos paisajes y las experiencias que suscitan.

Los nueve cuentos que integran esta edición llevan marcado a fuego el sello de la pluma cordobesa. Un estilo que ha ganado su lugar, poco a poco, en el terreno de la literatura local y que tiene que ver con valorar y priorizar el recorrido narrativo en detrimento de los finales inesperados o explosivos. Lo que importa es contar.

Falco maneja los detalles cotidianos, apela escasamente al absurdo y utiliza la angustia en dosis equilibradas. Se lo percibe cómodo en este formato ubicado en el difuso límite que une o separa el cuento largo de la nouvelle. Allí impera su universo de campesinos, mujeres pueblerinas, jóvenes desesperados. El les da vida, los interpreta.

Esta vez, además, sorprende con un relato construido a manera de guión teatral ("Los días que duró el incendio"), una invitación a leer distinto, de otra manera. Y aunque hace ya 7 años que este libro vio la luz, y pese a que algunos de sus relatos integraron posteriores ediciones, La hora... conserva el brillo de lo que está bien hecho. No es poca cosa.