DE QUE SE HABLA HOY

Las mafias de los sindicatos están en apuros

Los que soñamos un país libre de humo y de carroña sindical, estos dos últimos años suenan a un cambio de aire positivo que permite creer que algo está sucediendo para mejorar las cosas. En dos años algunos de los líderes sindicales, muchos con fuertes raíces kirchneristas, han sido descubiertos en sus fechorías y han dado con sus huesos en la cárcel. Omar "Caballo" Suárez, responsable del SOMU; Juan Pablo ?Pata? Medina de la UOCRA de La Plata; Marcelo Balcedo, titular del Sindicato de Obreros y Empleados de Minoridad y Educación y Humberto Monteros, titular de la delegación de la UOCRA de Bahía Blanca son los que han sido detenidos y acusados de extorsión, asociación ilícita, lavado de dinero y otros pecados no menores. Mientras tanto el titular de camioneros, Pablo Moyano y el secretario general del gremio de los porteros, Víctor Santa María, están en la mira de la justicia por serias sospechas.

Las mafias sindicales van cayendo poco a poco y el temor hace reaccionar a aquellos que con seguridad tienen más de un asunto sucio debajo de la alfombra. De lo contrario no se entiende la reacción del titular de los Gastronómicos, Luis Barrionuevo, ante la última detención del gremialista de la UOCRA bahiense: "Nadie orina agua bendita. No hay que generalizar para desviar la atención sobre algunos temas. A los sindicatos los atacaron los militares, Alfonsín, y De la Rúa y terminaron mal. Tengan cuidado, no sigan pisando la cola del león". Sonó amenazante y como un manotazo más del corporativismo sindical. Una mirada rápida a las detenciones de estos cuatro delincuentes es suficiente para conocer su forma obscena de vivir, dándose lujos que nuevos ricos, burlándose de los trabajadores a quienes robaron miserablemente, de los empresarios a los que extorsionaban sin compasión. Cajas de seguridad y bolsos repletos de pesos y dólares, máquinas para contar dinero, joyas, autos de lujo, mansiones y hasta zoológicos privados, a la manera de Escobar Gaviria. Uno puede revisar sus discursos de barricada y ver como el cinismo se viste de sindicalista. A lo mejor Barrionuevo tiene razón y no hay que llamarlos sindicalistas sino lo que sus prontuarios develan: delincuentes, ladrones, mafiosos, malvivientes, explotadores, evasores, estafadores, vividores. No tuvieron ni tendrán vergüenza, sí tienen buenos abogados, de los más caros, que van de chicana jurídica en chicana jurídica para embarrar la cancha y dilatarlo todo. Ellos ahora están en la cárcel, el Estado debe expropiarles todos los bienes mal habidos y que sus condenas sean ejemplificadoras, porque a lo mejor no todos ?orinan agua vendita? pero basta con ver cómo viven para saber que laburantes no son. Un amigo contó un chiste que viene bien para terminar esta columna. Un hombre le afirma a un amigo. ?Che, no todos los sindicalistas son chorros. Y el amigo contesta: -Puede ser, pero lo que pasa es que el 99 por ciento tira abajo la estadística.

V. CORDERO