EL CONGRESO EUCARISTICO, UN HITO EN NUESTRA HISTORIA

Impactante expresión de fe

 

El resurgimiento del pensamiento católico que se venía observando en nuestro país en las primeras décadas del siglo pasado se vio acrecentado en 1934 por la celebración en Buenos Aires del XXXII Congreso Eucarístico Internacional, un hito histórico para la Iglesia en Argentina, que vivió entonces uno de sus momentos de máximo esplendor.
El Congreso tuvo lugar entre el miércoles 10 y el domingo 14 de octubre y la ciudad de Buenos Aires se cubrió en esos días con multitudes de creyentes nunca vista. Hay quienes creen que la movilización de esos días fue la más impresionante que se haya producido jamás en la Argentina.
Fieles procedentes del interior, de todas las clases sociales, se mezclaban con otros procedentes de los países vecinos y con aquellos que habían llegado en barco desde Italia, España, Francia, Estados Unidos y otros países.
Un grito resonaba por todas partes: ¡Viva Cristo Rey! Porque el reinado de Cristo en los corazones era el tema central del Congreso. En las calles se veían mujeres con mantilla; hombres de saco, corbata y sombrero; militares con uniforme de gala; cardenales con su capelo.
La movilización fue conmovedora. Se calcula que más de un millón de personas marchó en procesión el domingo 14 hasta la inmensa cruz blanca de 35 metros de altura que se había erigido en Palermo, cubriendo el Monumento de los Españoles, donde se realizaron los actos centrales. Una cifra altísima en comparación con los ocho millones de habitantes que tenía entonces el país.
Allí, la multitud escuchó en silencio al papa Pío XI impartiendo desde Roma la bendición a todos los presentes.
El pontífice había enviado para la ocasión a su secretario de Estado, el cardenal Eugenio Pacelli, futuro papa Pío XII, quien presidió la procesión que avanzó, a paso de hombre, desde la Iglesia del Pilar hasta la Cruz de Palermo, adorando el Santísimo expuesto en una custodia, sobre un camino alfombrado de flores.
Iba rodeado de todos los prelados presentes y seguido por la multitud de fieles. Una manifestación de fe sobrecogedora.
Durante los cinco días que duró el Congreso, hubo tres asambleas de cardenales, obispos y sacerdotes donde se expusieron diversos temas: como Cristo Rey en la vida católica moderna o Cristo hoy en la historia de Argentina. La Santa Misa fue celebrada por los cardenales venidos desde distintos países y acompañada por una intensa práctica sacramental. Miles de niños tomaron su primera comunión. Una impactante procesión nocturna de hombres avanzó con antorchas, silenciosa y contrita, desde el Congreso hasta Plaza de Mayo, para desmentir la creencia generalizada de que la fe era practicada sólo por las mujeres. Y la Argentina fue consagrada al Sagrado Corazón de Jesús.
En paralelo, grupos de hombres y mujeres se reunían para escuchar disertaciones sobre temas vinculados a la Eucaristía.
El Congreso Eucarístico fue el primero en celebrarse en América latina y coronó el renacimiento del catolicismo argentino iniciado años antes. Un tiempo en el que creció el número de vocaciones, tanto religiosas como del clero secular, se fundaron nuevas diócesis, grandes figuras del arte, el pensamiento y la dirigencia política y empresarial descollaron en la vida social, y -según algunos historiadores- se difundió un espíritu militante y de reconquista frente a la Argentina liberal.
"El mundo entero vio el milagro de una gran ciudad moderna que confesaba a Cristo y no se saciaba de comer su Carne", diría el renombrado escritor católico Gustavo Martínez Zuviría. Ilusionado, exclamó: "Podrán pasar mil años de prevaricaciones, como un torrente de lodo, pero no se borrará la marca divina que el Congreso Eucarístico grabó en el corazón de la ciudad".