El brindis más productivo

Etchevere prometió abrir mesas de productividad. Luego de convertirse en una de las franjas productivas de mayor evolución durante las últimas décadas del siglo pasado, la vitivinicultura comenzó a afrontar crecientes problemas de competitividad que influyeron para un descenso de la rentabilidad. En ese panorama, se sumó el embate tributario, conjurado en parte, y renovados desafíos para mejorar el consumo y la exportación.

Desde hace tiempo, el sector vitivinícola viene planteando dificultades de diversa índole. Las dos últimas cosechas no fueron todo lo exitosas que se esperaba, y la producción sufrió una merma que además, se agudizó con la retracción del consumo interno. La apertura de la importación, y los recurrentes problemas logísticos sumados a dificultades de comercialización en los principales mercados externos, motivaron en el último tiempo reiterados reclamos sectoriales, que tuvieron escaso eco en esferas oficiales. 

A ello debe sumarse ahora, el cambio de esquema tributario, motivando el alerta del sector que generó un cónclave al máximo nivel para incluír cambios en beneficio de la industria vinícola. Finalmente, tras intensas gestiones, el proyecto de reforma tributaria enviado al Congreso no incluyó impuestos internos a las bebidas que constituyen una producción clave para varias economías regionales. La propuesta inicial de gravar al vino con 10 por ciento y a los espumantes con 17 por ciento, quedó sin efecto, por lo que la tasa para ambas bebidas se mantendrá sin variaciones.

Los argumentos de las provincias vitivinícolas y las entidades que conforman la industria fue escuchada por los ministros nacionales de Hacienda, Nicolás Dujovne, y de Producción, Francisco Cabrera, y la decisión final de quitar del proyecto de reforma tributaria al vino, incluyendo a los espumantes, la tomó el propio Mauricio Macri en un claro gesto de apoyo a una actividad que genera más de 100 mil empleos directos y aproximadamente 280 mil puestos indirectos, y que se concibe a partir de una profunda base agrícola, en casi todo el país, desde Jujuy a Chubut.

Festejo Nacional

La ocasión resulto inmejorable para coronar la celebración del Día del Vino Bebida Nacional, el fin de semana pasado, donde se produjo la primera actividad pública del nuevo ministro de Agroindustria de la Nación, Luis Miguel Etchevehere, en el festejo que se realizó con dicho motivo. 

El flamante funcionario, afirmó que las mesas de competitividad son "la herramienta más eficiente" para solucionar los problemas que atraviesa la industria del vino argentino y lograr una mayor inserción de sus productos en el mundo. 

Así lo expresó al participar en el Teatro Colón de las celebraciones por el Día del Vino Bebida Nacional, lo que se replica con múltiples actividades en diferentes puntos del país.

"El vino es una producción emblemática de la Argentina donde hay un conocimiento, un talento y una pasión por producir que permite lograr un resultado exitoso, una bebida difundida a nivel nacional que llega a 108 países y que tiene mucho mas par dar todavía", expresó Etchevehere. 

El ministro afirmó que su gestión buscará lograr que "el vino argentino llegue a la mayor cantidad de góndolas del mundo porque significa más inversión en las 12 provincias donde se produce, y esa inversión genera empleo, genera arraigo y permite combatir la pobreza". 

Al ser consultado sobre los planteos que tiene el sector vitivinícola, el funcionario consideró que "las mesas de competitividad son la herramienta mas eficiente para que todos los eslabones de la cadena puedan plantear con todos los organismos oficiales lo que necesitan y buscar soluciones a temas como la comercialización, el transporte o el acceso a mercados". 

Asimismo, Etchevehere también afirmó que habrá que "tener estrategias para llegar a mas países del mundo y sólo los privados no pueden, y para el sector público no es su función, pero juntos pueden lograr una sinergia para que el segmento vitivinícola incremente el gran impacto socioeconómico que tiene en muchas provincias". 

El encuentro, organizado por el Fondo Vitivinícola Mendoza reunió a los principales bodegueros y además del ministro de Agroindustria, concurrió el titular del ministerio de Producción, Francisco Cabrera. Luego, en el Obelisco, el artista Milo Lockett dibujó sus ilustraciones, inspiradas y dedicadas al vino y su cultura, se proyectaron sobre el monumento. A dichas actividades se sumaron también las provincias de Mendoza y San Juan, con festejos destinados a los consumidores.

En la recepción del Teatro Colón, la bienvenida estuvo a cargo de Hilda Wilhelm de Vaieretti, ex presidenta de la Corporación Vitivinícola Argentina (Coviar), quien señaló: "El vino es trabajo y es cultura. Hoy lo estamos viendo más que nunca. Son 17 mil productores, obreros de viña y bodegas, miles de familias que laten al son de la vid. Por eso, tenemos que seguir trabajando para mejorar la situación de nuestra vitivinicultura. Y tenemos que seguir celebrando que el vino es la Bebida Nacional". 

La Argentina es el único país vitivinícola del mundo que ha reconocido el rol cultural del vino, su carácter identitario y su valor como alimento. En 2010, el Decreto Presidencial 1.800 declaró al vino como Bebida Nacional de la Argentina. Luego, en 2013, esta declaración fue ratificada por el Congreso de la Nación que sancionó, por unanimidad, la Ley Nacional 26.870. Estas celebraciones estuvieron enmarcadas en el Plan de Promoción del Vino Argentino Bebida Nacional, fruto de un convenio entre el ministerio de Agroindustria de la Nación y la Corporación Vitivinícola Argentina.