El arco desnudo

Los errores de Germán Lux no lograron enmendar los que antes había cometido Augusto Batalla. River no ha conseguido llenar el enorme vacío que provocó la partida de Marcelo Barovero. Marcelo Gallardo, un DT ciento por ciento exitoso, sigue sin acertar en un puesto clave.

Puso las manos donde no debía y fue el fin. Apurado, Germán Lux salió corriendo hacia adelante para tratar de impedir que el rechazo de Fernando Amorebieta cayera en poder de Lucas Albertengo. Su apresuramiento derivó en un cálculo tal vez no del todo acertado porque no tuvo tiempo para advertir el largo pique que dio el balón. No tuvo otra alternativa que tomar la pelota a pesar de que él ya estaba fuera del área. La tarjeta roja que le mostró el árbitro Silvio Trucco era inevitable. Poroto consumó así otro error en una cadena de equivocaciones que les están costando muy duro tanto a él como a River.  Porque cuando Marcelo Barovero abandonó la valla millonaria el 14 de mayo de 2016, dejó un vacío imposible de llenar. Ni Augusto Batalla, ni Lux han conseguido borrar la imagen de desprotección que azota al equipo de Marcelo Gallardo.

Lux llegó como consecuencia de los pecados de juventud que dejaron sin crédito a Batalla, la apuesta inicial del técnico para suplir la ausencia del cordobés que hoy actúa en el Necaxa mexicano. Su arribo no aplacó la preocupación de los hinchas. Y en cada actuación confirma que el DT volvió a fracasar a la hora de buscar a quién encomendarle la custodia del arco.

Las dudas en torno a Poroto no tardaron en aparecer. El día en el que inició su segunda etapa en Núñez, contra Libertad, de Paraguay, por la Copa Libertadores, ya dio muestras de inseguridad. No le fue mejor en un amistoso contra Boca en San Juan que acabó en derrota por un desacierto suyo en el gol de Junior Benítez. La increíble eliminación a manos de Lanús en la Copa Libertadores fue la gota que rebalsó el vaso. Su crédito estaba absolutamente agotado.

Hasta Enzo Francescoli, secretario técnico de la entidad, se olvidó de la mesura que caracteriza su gestión y admitió que la contratación de Lux se dio porque el club no pudo cerrar la incorporación de alguno de los favoritos para cubrir el puesto. Poroto era una segunda o tercera alternativa. Y de segunda o tercera alternativa pasó, sin escalas, a arquero titular de River. Esa declaración levantó polvareda, pero fue rápidamente disipada por el liderazgo de Gallardo.

La expulsión contra Independiente cuando iban apenas 19 minutos de un partido que finalizó 1-0 para el Rojo fue el último capítulo de una historia en la que se mezclan la inseguridad que da el guardavalla con los fallos de un entrenador que, a pesar de que siempre se las ha ingeniado para reconstruir el equipo, parece no haber entendido que la partida de Barovero no fue de un jugador más.

Batalla, un pibe al que le presagiaban un futuro pleno de gloria, fue el primer escogido por Gallardo para heredar el puesto del ex Vélez, uno de los mejores arqueros millonarios de los últimos tiempos y tal vez de la triunfal historia de River. El técnico subestimó la situación o no supo medir las posibilidades del juvenil, quien jamás logró disimular que Barovero ya no estaba.

Su intento por afirmarse en el puesto incluyó una pobre labor en la Copa Argentina contra Central en un duelo en el que tuvo responsabilidad directa en los goles de Damián Musto y Marco Ruben. Tiempo después, nada más y nada menos que en un Superclásico, permitió que un débil y nada peligroso tiro libre ejecutado por Fernando Gago terminara dentro de su arco. También contra los xeneizes perdiò en una increìble salida ante Carlos Tevez que derivò en festejo azul y oro. Por si fuera poco, en un partido frente a San Lorenzo contribuyó involuntariamente a un tanto de Paulo Díaz.

Más allá de las nada felices actuaciones de Lux o Batalla, está claro que el problema empieza con Gallardo. Cuando recurrió al inexperto Batalla ni siquiera previó que debía protegerlo con un suplente que le sirviera de respaldo. Trajo a Enrique Bologna, una elección bastante curiosa, por cierto.

Mientras Batalla acertaba poco y nada, Beto se lesionó y en el banco de suplentes apareció otro purrete, Maximiliano Velazco.  Si el saber popular postula que los arqueros maduran con los años, en Núñez no se le prestaba atención a esa máxima.

Así, salvo por la obtención de la Copa Argentina en 2016, River jamás fue rival de Boca en la lucha por el título. Y el reclamo por la llegada de un arquero de jerarquía se hizo unánime. Por los pasillos del Monumental circularon varios nombres (Nahuel Guzmán, Sergio Romero, Fernando Muslera, Franco Armani…) pero se sumó Lux.

Los interrogantes que genera Poroto se agigantan porque detrás de él no hay nadie que lleve tranquilidad. En los últimos días trascendió el descontento de Batalla por haber sido relegado. El técnico optó por respaldar al titular y alternar al juvenil con Bologna en el banco. Por eso Beto entró en acción el sábado por la expulsión de Poroto. El sufrió la conquista de Nicolás Domingo en la caída por 1-0 a manos de Independiente.

La final de la Copa Argentina contra Atlético Tucumán es la única oportunidad de la que dispone un River que tampoco ahora consigue acercarse a Boca en la Superliga para darle algo de color a un año negro. Para eso tendrá que hallar la forma de cubrir un arco que desde que se fue Barovero quedó desnudo.