La soja en su laberinto

Los factores que afectan la productividad de soja, entre ellos la falta de incentivos, la presión impositiva y la inadecuada nutrición, han comenzado a afectar la rentabilidad del cultivo, las cotizaciones y la calidad nutricional de la oleaginosa emblemática de la recuperación del sector agropecuario nacional.

La soja con la que producimos alimentos sigue mal nutrida, castigada con retenciones y sin un esquema de crecimiento acorde con la importancia de la principal producción agropecuaria del país. La cuestión fue abordada en el encuentro convocado por la asociación civil "Fertilizar" con el lema "Nutrimos cultivos que nutren personas", donde se analizó el actual manejo deficitario de la soja y las perspectivas de revertirlo.

En el inicio, María Fernanda González Sanjuan, especialista de la entidad, destacó la importancia de considerar que la nutrición de los cultivos impacta directamente sobre la nutrición animal y humana.

"Los fertilizantes nutren a los cultivos que a su vez son la base de la alimentación humana. Los cultivos que cuentan con nutrición balanceada producen granos de mayor calidad", señaló González Sanjuan.

El vicepresidente de la entidad convocante, Jorge Bassi, mostró las novedades en fertilización de soja expresando la preocupación del sector al observar que a partir de las mejoras en las políticas productivas, la dosis de fertilización de soja no se recuperó de la misma forma que los cereales. Mientras en 2015 la dosis de fertilizante en trigo era de 120 kg/ha, en 2016 la dosis aumentó a 180 kg/ha. En el caso de la oleaginosa, la dosis entre esas campañas aumentó solamente en 10 kg/ha desde 26 a 36 kg/ha.

"Una medida a tomar en cuenta es la brecha entre la fertilización fosfatada y azufrada que se utiliza en maíz en la misma región. Hoy un productor aplica en soja menos de la mitad de los nutrientes que aplica en maíz, mientras que el óptimo técnico que estamos encontrando es del 70-80 por ciento en fósforo y 100 por ciento en azufre".

Bassi destacó que a diferencia de trigo y maíz, el rendimiento promedio de soja en la Argentina está estancado en los últimos 16 años, "algo no estamos haciendo bien, tenemos brechas de rendimiento importantes entre lo logrado y el potencial, y los ensayos comprueban que el factor nutricional es clave. Entendemos que en soja sucede algo distinto a lo que pasa en los cereales ya que los productores hoy se encuentran generalmente conformes con los rindes actuales y esa es una de las razones por las que los rendimientos alcanzados no se movieron en los últimos 16 años".

A partir de las evidencias obtenidas en numerosos ensayos realizados en las últimas campañas, se puede afirmar que los rendimientos hoy no aumentan debido a desbalances en la nutrición y se mantienen gracias al aporte de la mejora genética. Esta situación es alarmante debido a que los suelos continúan empobreciéndose a la vez que los productores pierden rentabilidad campaña tras campaña, por pérdidas de productividad. Entre las recomendaciones para el manejo nutricional de la soja, se promueve fijar un objetivo de rinde superador evitando caer en la trampa de los buenos rindes.

El diagnóstico de suelo y ambiente resulta fundamental para alcanzar los máximos rendimientos. "Hay que tener en cuenta que en soja, la historia de los lotes es fundamental y por esa razón en lotes arrendados se debe estar más atentos para fijar los rindes alcanzables según la zona", remarcó Bassi.

NUTRICION BALANCEADA

Debido a la pérdida de fertilidad de los suelos, en la actualidad el manejo de la nutrición no debe atender a un único aporte, es necesario considerar paquetes nutricionales balanceados y diferentes, formas de aplicación y colocación de los nutrientes de manera de optimizar los recursos. Así, desde los especialistas recomiendan diagnosticar las necesidades de macro y micronutrientes de manera de asegurar el máximo rinde alcanzable.

"La aplicación de fósforo y azufre impactan positivamente sobre la nodulación logrando así una mayor fijación de nitrógeno atmosférico", agregó Bassi. Hoy no deben faltar nitrógeno -vía inoculación-, fósforo -hay evidencias claras de respuesta a la aplicación a la siembra y dividida-, el azufre, por el impacto productivo y la sinergia con el fósforo. En cuanto a los micronutrientes es fundamental considerar boro y zinc. El boro debido a la importancia en la fijación de las vainas y la definición del rinde y el zinc con respuestas positivas sobre el rendimiento cuando el valor en los suelos se encuentra debajo del valor crítico.

Bassi presentó datos de productores que actualmente aplican fertilizantes y vieron aumentado el rinde hasta un 15 por ciento en base a la mejora de la nutrición incorporando dosis mejoradas de fósforo y azufre aplicadas una parte a la siembra y la otra dos meses anticipada. En ensayos de campo el paquete de nutrición balanceada con micronutrientes mostró respuestas interesantes comparándolas al rendimiento logrado por el productor. Se lograron 674 kg/ha extra en la localidad de Chabas y 500 kg/ha en Venado Tuerto, en Santa Fe. En cuanto a la economía del productor, el costo diferencial de fertilización cuando incorporó la nutrición balanceada fue de 40-45 dólares/ha y el ingreso extra por el rinde diferencial fue de 90 a 120 dólares/ha. Se duplica y hasta triplica la inversión en nutrición.

Cabe consignar que la siembra de soja se largó a nivel nacional sobre lotes tempranos, principalmente ubicados en Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos, donde desde las entidades ruralistas se ha instado a revisar el esquema de retenciones aplicado por el gobierno que prevé la reducción gradual hasta su eliminación a partir del año próximo.

Por su parte, los especialistas de la Bolsa de Cereales porteña admitieron que la expansión del cultivo se verá "limitada por los excesos hídricos", algo que también traba las coberturas de girasol en La Pampa y centro y sudoeste de la provincia de Buenos Aires.

En la región del sudeste bonaerense, se espera que para las próximas semanas la siembra cobre un "mayor impulso principalmente sobre la región costera". Al respecto, Bassi ponderó la necesidad de encarar trabajos de fertilización sobre los cultivos sojeros ya que los rindes podrían mejorar entre un 10 y 15 por ciento.