La novedad de Macri

Mirador político. El Presidente liquidó el mito criollo de que sólo los peronistas pueden gobernar. Venció a la corporación política que tenía el monopolio electoral, al mismo tiempo que hizo de los radicales dóciles aliados.

Hace dos años Mauricio Macri inauguró una estatua de Juan Domingo Perón en el bajo y en este espacio se publicó una columna con el título "El macriperonismo". Analizaba la estrategia diseñada por el equipo de campaña del ahora presidente para disputar a dos peronistas, Daniel Scioli y Sergio Massa, el voto populista que ha ido creciendo en los últimos 72 años hasta volverse hegemónico.

Se los disputó y se los ganó. Pero no se quedó en el triunfo electoral. Aprovechó el poder para construir una gobernabilidad que parece cada vez más afianzada. Ahí reside un logro inédito desde 1946: conservar el poder ganado en las urnas sin ser peronista.

Y si todo sale como aseguran las encuestas, el próximo domingo esa estrategia ratificará su acierto hasta el punto de que el Presidente no sólo conservará el poder, sino que lo acrecentará. Tanto es así que muchos peronistas contemplan la posibilidad de pasar ocho años fuera de la Casa Rosada.

En pocas palabras junto con el fantasma del helicóptero y De la Rúa liquidó el mito criollo de que sólo los peronistas pueden gobernar. Venció a la corporación política que tenía el monopolio electoral, al mismo tiempo que hizo de los radicales dóciles aliados. ¿Cómo lo consiguió? Haciendo un populismo "soft", con una administración eficiente, sin megacorrupción y sin atropellos institucionales graves. No perdió el tiempo recitando el Preámbulo de la Constitución.

Sobre Macri pesaba, y en buena medida sigue pesando, el "estigma" de que gobierna para los ricos, por lo que su campaña presidencial estuvo dirigida a neutralizar la idea de que aplicaría un ajuste ortodoxo. Había recibido una herencia de varios años de alta inflación y estancamiento, reservas agotadas e imposibilidad de acceder al crédito internacional a tasas medianamente razonables.

Pese a esta desventaja no hizo el recorte del gasto que la situación exigía. Por lo contrario aumentó el número de "planes" a repartir entre los más pobres, pagó la deuda con cientos de miles de jubilados y amplió beneficios como la AUH. Para beneficiar a los sectores de bajos ingresos se endeudó, algo que llamativamente le cuestionaron los populistas pero no por escrúpulos ortodoxos, sino porque no podían hacerlo ellos.

Aplicó un gradualismo que es en realidad una postergación. La demora en pegar el tijeretazo inevitable. Además no fue general. Hubo un ajuste real que sufrió la clase media vía actualización de tarifas y devaluación. Pero en ese sector impactan fuerte los medios; allí la imagen dejada por el kirchnerismo es pésima y los escándalos por la megacorrupción "K" tienen un público ávido.

Con ese capital y el de los pobres del conurbano hartos de Cristina Kirchner y que por primera vez están empezando a ver un metro de asfalto Macri encara el domingo una elección clave para su proyecto político. Y lo hace con una mezcla novedosa: asistencialismo, gestión medianamente eficaz y un aceptable grado transparencia. Una combinación pragmática, que ignora las ideologías y resulta difícil de atacar a menos que se recurra a mentiras sólo creída por una minoría de fieles a la señora.