La ciencia de correr maratones

Distintos estudios revelan cómo influyen factores como la longitud de la zancada, la edad, el sexo, la genética y hasta las hormonas sobre el desempeño de los amantes de esta disciplina.

Participar de maratones es para muchos algo más que un pasatiempo. La preparación física y mental, el desafío de la superación personal, el momento con uno mismo... los motivos que llevan a cada vez más corredores a abrazar esta disciplina son variados. Para advertir el fenómeno basta con observar el `boom' de libros, programas de televisión y páginas web que hoy se dedican a la temática. La ciencia, por supuesto, no ha quedado ajena a la tendencia: nuevas investigaciones intentan aportar datos valiosos a los amantes del `running' que buscan perfeccionarse día a día. Para todos ellos, La Prensa seleccionó algunos de los más recientes hallazgos en la materia.­

Encontrar la zancada `ideal' es algo que suele preocupar a los maratonistas. Sin embargo, un estudio reciente reveló que la longitud de la zancada que las personas escogen naturalmente para correr una maratón es la mejor para ellas. Y esto es así tanto para corredores experimentados como para los más `nuevitos', aseguraron investigadores de la Brigham Young University (BYU), en Estados Unidos.­

Sea cual sea el estado físico del corredor -`as de las maratones' o `corredor de fines de semana'- el mensaje de los autores que llevaron adelante el trabajo es claro: no hay que intentar cambiar la zancada al correr.­

"No es necesario preocuparse por modificar la longitud de zancada porque sino se terminará gastando más energía", señaló el profesor de la BYU, Iain Hunter.­

Publicado en el `International Journal of Exercise Science', el estudio midió la energía utilizada por 33 corredores al dar distintos tipos de zancada durante una carrera de 20 minutos en cinta. Del total de participantes, 19 eran corredores experimentados (es decir, que corrían un promedio de 32 kilómetros por semana) mientras que 14 eran corredores inexpertos (personas que nunca corrieron más de 8 kilómetros en una semana).­

Al correr, los participantes usaron cinco longitudes de zancada distintas: la que hacían naturalmente y, luego, zancadas con un 8 por ciento menos o 16 por ciento más de longitud que la normal.­

Para mantener bajo control la zancada, se utilizó un metrónomo que emitía un sonido cada vez que el pie debía tocar la cinta. Al mismo tiempo, los investigadores midieron el gasto de energía de los corredores con máscaras que registraban la cantidad de oxígeno utilizado.­

Los resultados mostraron que tanto los corredores experimentados como los amateurs fueron más eficientes cuando usaron la zancada que preferían. "De modo que atletas y entrenadores no necesitan modificar la longitud de la zancada cuando se busca optimizar el gasto energético", apuntaron los investigadores.­

"Hay que dejarla ser, no hace falta alterarla deliberadamente. El propio cuerpo es el mejor entrenador para la longitud de la zancada", insistió Hunter.­

Por su parte, el otro autor del estudio, el corredor olímpico norteamericano Jared Ward, afirmó que el mensaje es similar al de los corredores de elite: "Hay que ser muy cuidadosos si se está tratando de cambiar la zancada cuando la eficiencia es la principal preocupación".­

"Muchas personas abogan por distintas formas `óptimas' de correr, pero este estudio muestra que incluso los corredores novatos no deben intentar correr diferente al modo en que lo hacen sus cuerpos de manera natural", subrayó Ward, para luego añadir: "Disfruten correr y preocúpense menos sobre cómo se ven las cosas".­

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LA GENÉTICA Y LOS MÚSCULOS­

Más allá de lo que pueda hacer cada maratonista para entrenarse y superarse, parece haber un factor clave que no puede modificarse: la genética. Así lo develó un estudio realizado por investigadores españoles, publicado en `PLoS ONE'.­

En concreto, expertos del Laboratorio de Fisiología del Ejercicio de la Universidad Camilo José Cela analizaron a corredores de maratón con el objetivo de determinar la influencia de la genética sobre el daño muscular que se produce durante la prueba.­

La investigación se basó en el hecho de que hay deportistas que completan la maratón con muy bajos niveles de deterioro muscular, mientras que otros llegan a la meta con profundo dolor muscular, incluso cuando no existen diferencias en el entrenamiento entre estos corredores.­

En el estudio, los autores se centraron en siete genes relacionados con el funcionamiento muscular en 71 maratonistas experimentados, que fueron sometidos a análisis de sangre antes y después de la competición y a mediciones de la potencia de salto vertical y la percepción muscular.­

A cada gen se le asignó una puntuación, basada en estudios previos, donde 0 indicaba que el polimorfismo de ese gen no daba ventaja muscular para correr una maratón, 1 que significaba un nivel estándar y 2 que indicaba que el polimorfismo del gen confería propiedades positivas para soportar muscularmente el esfuerzo.­

De este modo, el corredor con una puntuación alta -el máximo era 14 puntos- tenía una buena genética muscular para poder aguantar las demandas musculares de la maratón, mientras que una baja puntuación indicaba lo contrario.­

Los resultados fueron concluyentes: los corredores con una mayor puntuación genética tuvieron menores niveles de creatina quinasa y mioglobina en sangre, es decir, menor daño a las fibras musculares, en comparación con los maratonistas con una puntuación menos favorable. "Una mayor concentración plasmática de estas proteínas significa que se ha producido un mayor daño de las fibras musculares y, por tanto, una mayor probabilidad de fatiga. Pero también se puede vincular con otros problemas médicos más complejos, como insuficiencia renal aguda, resultado del acúmulo de proteínas musculares en los túbulos renales", precisó el doctor Juan Del Coso, del Laboratorio de Fisiología del Ejercicio de la Universidad Camilo José Cela.­

"En un futuro no muy lejano, los maratonistas podrán medir su perfil genético para saber lo preparados que están genéticamente para competir en una maratón y en otras pruebas de resistencia", subrayó. ­

No obstante, aclaró que tener un perfil genético desfavorable no implica que deben dedicarse a otra cosa, sino solamente que estos corredores "tendrán que hacer un entrenamiento específico para preparar su musculatura frente a estas condiciones tan exigentes".­

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SEXO Y EDAD­

Otro equipo de investigadores de la Georgia State University, en Estados Unidos, se centró en estudiar cómo influyen las diferencias de sexo y habilidad al correr sobre el desempeño en las maratones a medida que envejecemos.­

"Encontramos que el desempeño en las maratones comienza a declinar alrededor de los 35 años", aseveró el doctor Gerald Zavorsky, autor principal del trabajo y profesor en el departamento de Terapia Respiratoria de la universidad norteamericana.­

"Para los corredores que suelen llegar entre los primeros, determinamos que en los hombres el retraso es de dos minutos por año, a partir de los 35 años, mientras que las mujeres enlentecen alrededor de dos minutos y medio por año a partir de esa misma edad", indicó el investigador.­

En tanto, los corredores `promedio', es decir aquellos que terminan en el medio entre su grupo etario, estadísticamente comienzan a hacerse más lentos a partir de los 50, tanto hombres como mujeres.­

"El declive con la edad en los corredores promedio es de alrededor de dos minutos y 45 segundos por año a partir de los 50", detalló Zavorsky.­

El estudio, publicado en `PLoS ONE' también halló que los maratonistas de entre 25 y 34 años tuvieron los mejores tiempos, con campeones generales masculinos de 28,3 años y campeonas generales femeninas de 30,8 años.­

Según Zavorsky, la diferencia de 15 años entre el momento en que comienzan a hacerse más lentos los corredores de elite versus los corredores promedio se debe a que algunas personas no advierten su potencial para correr y no empiezan a correr hasta más avanzada edad.­

"Los atletas de elite reconocen su potencial cuando son jóvenes y logran maximizar ese potencial durante la juventud. Pero los corredores promedio pueden no advertir su potencial hasta que son mucho mayores y para ese momento entra también en juego el envejecimiento fisiológico. Tratan alcanzar su máximo potencial pero a una edad mucho mayor, por lo que el techo de mejoría no es tan alto", argumentó.­

Asimismo, opinó que la diferencia de edad entre los campeones femeninos y masculinos responde a hechos circunstanciales y no necesariamente a cuestiones fisiológicas. "Las mujeres quizás se toman un tiempo sin correr para dar a luz y luego retoman las carreras", ejemplificó el investigador, quien resaltó que estos resultados no deben desalentar a los corredores de mayor edad.­

"Siempre hay lugar para mejorar pero, fisiológicamente, uno está en el momento más propicio para alcanzar el máximo potencial entre los 25 y 34 años. Las personas mayores pueden de todas formas alcanzar metas personales y gozar de beneficios del ejercicio, tales como la disminución de la presión arterial y los niveles de colesterol y el bienestar psicológico que produce", concluyó.­

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MOTIVACIÓN HORMONAL­

Un cuarto trabajo, publicado en la revista `Cell Metabolism', indagó sobre los mecanismos que inciden sobre la motivación de los maratonistas y halló que la hormona leptina tiene algo que ver.­

Esta hormona, producida por los adipocitos (células de la grasa), envía señales al cerebro cuando el organismo tiene suficiente energía. Es decir, es responsable de la sensación de saciedad.­

"El estudio sugiere que una caída en los niveles de leptina aumenta la motivación para realizar la actividad física relacionada con la exploración en la búsqueda de comida", sostuvo la científica Stephanie Fulton, de la Universidad de Montreal, en Canadá, y autora del estudio.­

De acuerdo con la investigación, un nivel bajo de leptina ya se asociaba con la adicción al ejercicio y con el estado físico como el de los atletas que consiguen buenas marcas en una maratón.­

"También descubrimos que los maratonistas de alto rendimiento tienen menos presencia de esta hormona y son los que presentan menores niveles de grasa corporal, por lo que podrían ser más susceptibles al efecto gratificante de la leptina", agregó Fulton.­

Sin embargo, los autores aclararon que la leptina probablemente no sea la única señal metabólica que genera los efectos gratificantes al correr: "Estamos empezando a establecer el papel que desempeña en los atletas. Se necesitan más trabajos para establecer de forma precisa cómo interactúan la dopamina, la leptina y otros factores endógenos para que la actividad física genere efectos de recompensa", finalizó la investigadora.­