El que no se mueve, pierde

La actividad física es considerada una alternativa eficaz y accesible para prevenir algunas de las enfermedades que más muertes causan en el mundo. El riesgo de cáncer de mama y de colon, diabetes, afecciones cardiovasculares, depresión y estrés se ve reducido de forma drástica cuando el cuerpo se mantiene en movimiento. Es clave adecuar las exigencias a la edad y condición física de cada uno.

­No es imprescindible anotarse en un gimnasio o salir a correr para evitar caer en las redes del sedentarismo. Cualquier movimiento corporal producido por los músculos esqueléticos que exija gasto de energía es considerado actividad física, según define la Organización Mundial de la Salud (OMS). Y es bueno tener esto en claro para no autoimponerse obstáculos al momento de pensar cómo incorporar a la vida cotidiana `algo de movimiento'.­

Caminar al trabajo o al supermercado, subir por escaleras en vez de por ascensor, hacer las tareas del hogar y numerosas alternativas recreativas son formas fáciles -y gratuitas- de hacer actividad física.­

A pesar de esto, al menos un 60% de la población mundial es sedentaria, lo que ha llevado a que la inactividad física sea el cuarto factor de riesgo en lo que respecta a mortalidad mundial. Los grupos más vulnerables ante esta problemática son los jóvenes, las mujeres y los adultos mayores. Entre las principales causas de esta epidemia de sedentarismo en el mundo, los especialistas mencionan la superpoblación, el aumento de la pobreza, el incremento de la criminalidad, la gran densidad del tráfico, la mala calidad del aire y la falta de parques, veredas e instalaciones deportivas y recreativas.­

En concreto, la falta de actividad física es la causa principal de alrededor de un 21% a 25% de los cánceres de mama y de colon, el 27% de los casos de diabetes y aproximadamente el 30% de la carga de cardiopatía isquémica, de acuerdo con datos de la OMS.­

"Además de mejorar el estado físico (fuerza, resistencia, flexibilidad, coordinación), el hábito de realizar una hora diaria de actividad física mejora la función cardiovascular, ayuda a mantener un peso adecuado, disminuye el colesterol `malo' o LDL e incrementa el `bueno' (HDL), normaliza los niveles de azúcar en la sangre, ayuda al control de la presión arterial, facilita la absorción de calcio en los huesos y mejora el descanso", recordó la Federación Argentina de Cardiología (FAC) en el marco de la campaña `Cuidá tu salud, poné tu corazón en marcha', que lanzó con el objetivo de promover la actividad física `para todos', "pero adecuada a cada edad y condición, con el debido control mediante un examen previo".­

"A estos comprobadísimos beneficios físicos se suman la mejora del humor y de la autoestima, la reducción del estrés y la posibilidad de relacionarse con otros en la actividad", añadieron desde la FCA.­

"Se trata de promover la salud cardiovascular y en especial el ejercicio físico en todos los ámbitos: en la escuela, el trabajo, los clubes de barrio, los espacios verdes, y en todas las edades, porque los niños de hoy son mucho más sedentarios de lo que éramos nosotros en nuestra época", explicó la doctora Paula Quiroga, presidenta del Comité de Cardiología del Ejercicio de la FAC.­

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EFECTIVO Y ACCESIBLE­

A nivel local, la Encuesta Nacional de Factores de Riesgo reveló que más de la mitad de los argentinos (55%) son sedentarios. Una cifra que lleva implícito el hecho de estar en mayor peligro de enfermar.­

"El ejercicio es la terapia más efectiva, accesible y barata que un médico pueda prescribir", aseguró por su parte el doctor Sebastián Wolff, director médico del Instituto de Medicina del Deporte Wolff.­

En ese sentido, el especialista remarcó que la cantidad de ejercicio requerida para lograr grandes beneficios es relativamente modesta: con apenas dos horas semanales de ejercicio moderado, divididas en tres sesiones de 40 minutos -equivalente a una caminata, un trote suave a un ritmo de entre 6 y 8 km/h o ciclismo a un ritmo de 15 a 20 km/h-, "se logran reducir los eventos cardíacos a mediana edad, el riesgo de cáncer de próstata en el varón y de mama en la mujer, disminuye el riesgo de osteoporosis, retrasa las demencias de la edad adulta en las personas con propensión a padecerla, alarga la expectativa de vida (al menos tres años respecto de los sedentarios) y, claramente, funciona como antidepresivo".­

Wolff también describió qué pasa cuando el cuerpo deja de realizar actividad física y se `desacostumbra' al movimiento. "Sucede que el sedentarismo es de efecto rápido. A la semana, el organismo ya comienza perdiendo un 5% del volumen máximo de consumo de oxígeno, con lo cual los músculos tienen menos energía para funcionar", puntualizó.­

"Entre dos y tres semanas después, la masa muscular empieza a disminuir y aumenta el volumen de las células acumuladoras de grasa, y disminuye otro 7% el nivel de oxígeno en sangre. Tras 4 a 7 semanas sin ejercicio, ya se empieza a notar la acumulación de grasa en el abdomen, y la capacidad física se encuentra notablemente disminuida. El volumen de oxígeno en la sangre ya ha disminuido casi un 20%", añadió.­

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ESTAR PREPARADOS­

Respecto de la realización de ejercicio físico, es decir una forma de actividad física planificada, estructurada, repetitiva y realizada con un objetivo relacionado con la mejora o el mantenimiento de uno o más componentes de la aptitud física, los expertos del Comité de Cardiología del Ejercicio de la FAC también hicieron hincapié en que en todos los casos debe haber un examen previo a cargo de un médico especialista, más allá de los habituales certificados de aptitud física que piden, por ejemplo, las escuelas. ­

"Buscamos concientizar también en que la evaluación sea realizada teniendo en cuenta el grupo etario, las patologías de la persona en caso de que la tenga, y el screening que el médico especialista realiza en la primer consulta, y que debe incluir el electrocardiograma y el examen detallado", señaló Quiroga.­

Otros estudios más complejos que también pueden ser convenientes son la ergometría (con control de la presión arterial y otros parámetros durante actividad de esfuerzo) o el ecocardiograma, agregó.­

Asimismo, subrayaron que la práctica deportiva en los adultos requiere tener en cuenta ciertas advertencias. "Una persona de 45 años que practica deportes pero que fuma y tiene sobrepeso por lo general tiene mucho más riesgo cardiovascular que otra que no presenta esas características", apuntó la cardióloga, quien advirtió que esta situación suele ser frecuente entre los llamados `deportistas de fin de semana'. "Esto puede ser realmente peligroso porque aumenta el riesgo de padecer infartos", apuntó.­

En esa misma línea, recordó que todos los deportistas requieren de un entrenamiento y que "todo ejercicio que hagamos debe ser progresivo y estar regulado de acuerdo con la intensidad que permita el estado físico de la persona, porque la combinación entre falta de entrenamiento y ejercicio repentino y demasiado vigoroso puede ser fatal".­

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ACTIVIDAD PERSONALIZADA­

Al igual que ocurre con la prescripción de medicamentos, la actividad física debe ser adecuada al perfil de cada persona. "El examen médico preparticipativo nunca debe ser un obstáculo para la práctica de actividad física, sino una herramienta de la medicina preventiva para que cada individuo realice el deporte que su condición y estado de salud actual le permita llevar adelante con la seguridad adecuada", indicó el doctor Juan Pablo Ricart, miembro del Comité de Cardiología del Ejercicio, docente e investigador de la Universidad Nacional de La Plata.­

Tal es así que la actividad física es beneficiosa incluso para quienes han sufrido un infarto u otro evento cardiovascular. "La rehabilitación, el control y el seguimiento médico de esta actividad es parte de la reeducación del paciente para mejorar la calidad de vida", aseveró Quiroga.­

Al respecto, Wolff enfatizó que entre los pacientes con enfermedad coronaria establecida "hay evidencia de que el ejercicio atenúa el proceso de la afección y es la piedra angular de rehabilitación cardiaca". Se cree que estos beneficios en parte se deben a los efectos del ejercicio sobre los factores de riesgo convencionales para la aterosclerosis coronaria, comentó el experto.­

En pacientes con insuficiencia cardíaca -agregó-, la actividad física regular se asocia con una mejor capacidad funcional y contribuye modestamente a una reducción de las hospitalizaciones y la mortalidad.